¿Por qué ríos de España se puede navegar? Cuatro rutas por los ríos navegables más bonitos

Fueron parte fundamental de la vertebración territorial de nuestro país. Hoy, superados como vías de comunicación y transporte, empresas turísticas han convertido sus recorridos en barco en un foco de atracción de visitantes y un acceso a espacios naturales inexpugnables.

Torre del Oro, en Sevilla, vista desde el Guadalquivir.

A lo largo de la historia, en España, los ríos navegables han sido utilizados para el transporte y el comercio. Fenicios, íberos, romanos, musulmanes y cristianos los usaron como vías de comunicación mucho más rápidas, fiables y eficaces que las terrestres.

Otras culturas que no llegaron a asentarse en nuestro territorio, como los vikingos, también los aprovecharon para remontar sus cursos y atacar pueblos y ciudades. Incluso en 1614, una misión comercial comanda por un samurai, Hasekura Tsunenaga, llegó a la ciudad sevillana de Coria del Río a través del Guadalquivir.

Por estos ríos españoles aún se puede navegar

La pérdida de caudales, las modificaciones en sus trazados o la construcción de azudes durante la época medieval, han hecho que, en la actualidad, solo algunos tramos de unos pocos ríos españoles sigan siendo navegables. Pero, sin duda, merece la pena emprender este viaje.

Hasta Doñana por el Guadalquivir

Aunque tiene una longitud de 657 kilómetros desde su nacimiento en la sierra de Cazorla, solo son navegables unos 90 kilómetros del curso inferior del Guadalquivir, desde Sevilla hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

Es posible realizar este recorrido en unas cinco horas con alguna de las empresas que organizan tours por el río. Durante el mismo, se puede admirar la huella que las distintas civilizaciones que habitaron Andalucía, especialmente la árabe.

Sin duda, una de las paradas más interesantes es la del Parque de Doñana, reserva natural de la Biosfera de la UNESCO, el humedal más importante de Europa y el polo de atracción de millones de aves migratorias.

Crucero por el Parque Nacional de los Arribes del Duero

El río del que se enamoró el poeta Machado es navegable en uno de sus tramos más agrestes y vírgenes: el Parque Natural Arribes del Duero. Se localiza en el oeste de las provincias de Zamora y Salamanca, donde el río se convierte en frontera natural con Portugal y forma casi un centenar de kilómetros de profundos cañones.

Crucero fluvial por el Parque Natural de los Arribes del Duero, en Salamanca.

Su gran riqueza biológica hace de él un espacio visitable en todas las estaciones del año. Mejor si la ruta fluvial se realiza con alguna de las empresas que ofrecen un recorrido didáctico-medioambiental, con guías que ofrecen una completa información sobre la fauna, la flora, la geología y otras maravillas del parque.

Para los amantes de la historia, la comarca alberga vestigios vetones, como castros, tumbas antropomórficas, estelas y fuentes medievales.

Rutas por el Canal de Castilla

Los ríos Pisuerga y Carrión alimentan principalmente el Canal de Castilla, la mayor obra hidráulica de la Ilustración española, ideada para dar salida marítima, desde Segovia a Santander, a la importante producción de cereal de los campos castellanoleoneses.

Aunque el proyecto quedó incompleto, es posible recorrer en barco algunos de sus 207 kilómetros entre Palencia, Burgos y Valladolid, lugares de gran interés histórico y artístico.

El Canal de Castilla, construido entre los siglos XVIII y XIX, es la obra de ingeniería hidráulica más importante de su época.

Navegar por sus plácidas aguas es una oportunidad para disfrutar de un ecosistema de gran valor ecológico formado por bosques de ribera, charcas y humedales.

Además de admirar un conjunto etnográfico de gran interés que incluye dársenas, acueductos, esclusas, arcas de riego, molinos y fábricas de harina, presas y puentes.

Navegación por la desembocadura del Ebro

En la época romana, el río Ebro era navegable desde Vareia (Logroño) hasta su desembocadura. Hoy, solo es posible recorrer a motor poco más de 100 kilómetros de su curso por la provincia de Tarragona, entre Ascó, Amposta y la región del Delta.

Aunque los más aventureros pueden hacerlo en piragua o kayak un tramo un poco mayor, de unos 125 kilómetros, desde Riba-roja d'Ebre.

Llagut sobre el río Ebro a su paso por Tortosa, en Tarragona.

Nuestra recomendación es hacerlo en llaguts. En los últimos años, muchos de los municipios fluviales de las Terres de l’Ebre han construido estas embarcaciones de madera emulando las que tradicionalmente surcaban las aguas del Ebro y estaban destinadas al transporte de mercancías.

Los llaguts salen desde pueblos como Tortosa, Benifallet o Ascó, y ofrecen a los turistas la posibilidad de una experiencia única a bordo de estas embarcaciones que rememoran un pasado histórico.

Otros ríos navegables en España

Además de los anteriores, otros ríos españoles cuentan con algunos tramos que pueden recorrerse en barco. Es el caso del Bajo Guadiana, donde pervive un ferry que conecta la localidad de Ayamonte (Huelva) con la de Villa Real de Santo Antonio, en Portugal, en apenas diez minutos.

Las rutas fluviales por el curso final del Miño, frontera natural entre Galicia y el norte del país luso, antes de su desembocadura en el océano Atlántico, permiten disfrutar del paisaje, la naturaleza y la cultura de municipios fronterizos como Tui, Valença, Salvaterra y Monção.

Y en el Tajo también es posible hacer tours para conocer la Reserva Mundial de la Biosfera de Monfragüe (Cáceres) o para visitar el Real Sitio de Aranjuez (Madrid) en barco turístico.