¿Por qué en primavera hay tantos contrastes térmicos?
Ahora frío, luego calor, después viento y a posteriori chubascos. ¿A qué se debe esa montaña rusa de fenómenos meteorológicos en primavera? No es solo una causa, son muchos factores. Os los contamos con detalle.
La primavera siempre se ha caracterizado por oscilaciones atmosféricas y cambios térmicos notables, pero ahora esta coyuntura es más aguda o como mínimo, la notamos más.
Nos levantamos por la mañana y salimos con abrigo, con sensación de frío, pero luego nos sobran capas. A mediodía, y sobre todo si estamos al sol, sudamos y el calor es asfixiante. Sin embargo, si estamos en la sombra tenemos algo de frío. El viento o la brisa suave incrementan esa "sensación desapacible" en algún momento a lo largo de la tarde. Luego, por la noche, para el viento y la temperatura es perfecta: no sabes si salir a cenar con abrigo, chaqueta o manga corta.
Las principales causas de esa variabilidad extrema
En este artículo os queremos contar el porqué de todas esas oscilaciones a modo de montaña rusa en función del momento, del día y de dos puntos muy cercanos que pueden tener condiciones totalmente opuestas.
En los equinoccios el día y la noche duran lo mismo
La noche aún es suficientemente larga como para que sea eficiente la irradiación nocturna y el enfriamiento. El día también es suficientemente largo para tener más horas de sol y en efecto, más radiación solar que va calentando. Así pues, las noches pueden ser aún frías, incluso con heladas en el interior, mientras que durante las horas centrales es muy fácil superar los 20 a 23 ºC. Este factor nos explica que a primeras horas nos tengamos que abrigar mientras que, llegado el mediodía, nos sobran muchas prendas.
Hay que vestirse a capas, como las cebollas: abrigo y bufanda por la mañana pero debajo tener una prenda de manga corta para mediodía. En segundo lugar, la inclinación del eje terrestre implica que en primavera la perpendicularidad de los rayos solares sea mayor. Dicho de otra manera: el sol calienta más porque emite más energía por metro cuadrado.
Las masas de aire en primavera y otoño "van locas"
Es una transición entre el invierno y el verano, de tal modo que en algunos días nos puede afectar una dorsal subtropical y en otros puede penetrar una masa de aire polar. Esas oscilaciones de las masas de aire explican cambios bruscos de un día para otro, o de una mañana a una tarde, en función de si nos entra un frente frío o una dorsal cálida.
Mar con inercia invernal
En zonas costeras, esos cambios repentinos aún pueden ser más notorios en cualquier momento del día. En el interior peninsular, esa diferencia se evidencia más entre la madrugada y el mediodía, pero en nuestros litorales aún hay que sumar más factores. La temperatura del agua del mar aún es baja, en torno a los 16 ºC en el mediterráneo. Esta circunstancia puede implicar brisas suaves pero frescas y formación de nieblas de advección densas que entren de forma súbita en la costa.
Las nubes convectivas
La diferencia de temperatura entre la superficie terrestre y capas medias troposféricas condiciona la formación de nubosidad de evolución. El crecimiento de nubes por la tarde, especialmente en zonas de montaña, marca también esos cambios térmicos.
En áreas pirenaicas o en la cornisa cantábrica es muy típico comer muchos días de primavera incluso en manga corta porque el sol pega fuerte y la temperatura es muy agradable, pero luego crecen esas nubes que descargan tormentas, lluvia y granizo. La temperatura se puede desplomar más de 10 grados en menos de una hora. Pasamos de manga corta a coger literalmente el abrigo, con viento y tiempo desapacible.
El hecho que las tormentas se formen en zonas de montaña y luego se vayan "moviendo" hacia zonas más bajas en función del viento en altura también provoca cambios súbitos de tiempo a pocos kilómetros de distancia. Por ejemplo, puedes estar disfrutando de una paella a 25 ºC en la Costa Brava mientras en Olot se esté desplomando el cielo con ambiente más frío.
Fenómenos locales decisivos
Las particularidades locales también pueden marcar contrastes bruscos de tiempo, a nivel temporal y espacial. La llegada de un frente frío con viento de poniente puede dejar nevadas en el Maestrazgo y verano en la Costa Blanca. Una misma situación sinóptica, tiempos opuestos. En este caso, el viento de poniente recalentado implica unas condiciones radicalmente distintas.
Las inversiones térmicas
La diferencia de temperatura entre zonas bajas y sectores más elevados es otra circunstancia a considerar, porque puede provocar grandes oscilaciones en las temperaturas y, en definitiva, en la percepción de confort o apacibilidad en primavera. Muchos días de primavera, con altas presiones, el frío continúa depositado en las zonas más oprimidas. Allí incluso puede helar. Sin embargo, en las estaciones de esquí podemos notar que no hace nada de frío a primera hora de la mañana.
¿Desaparecen o agudizan los extremos en los equinoccios?
Hace unos meses os contábamos aquí la posibilidad que el otoño y la primavera se diluyan, en una prolongación del verano y en un invierno más suave. Otra cara de esa misma moneda es plantear si el otoño y la primavera sacan su cara más feroz y evidencian más la particularidad que los define: los cambios y oscilaciones de temperatura.
La sucesión de las próximas estaciones y la redefinición de expertos y organismos oficiales nos ayudaran a determinar si se van difuminando estas dos estaciones "de transición" o por contra, son más fuertes. Si antes pasábamos de los 20 ºC de un día a los 12 ºC al siguiente, ahora oscilamos de los casi 30 ºC en un episodio a una situación de nevadas y frío, o viceversa. A finales de febrero, la borrasca Juliette dejo nevadas a nivel de mar en el litoral catalán y Baleares, mientras que una semana después la gente se bañaba en la playa, con casi 30 ºC en las costas mediterráneas.