¿Qué produce la cada vez más frecuente lluvia de barro?
Algo está pasando con las lluvias de barro en España: en los últimos años parece que se están volviendo más frecuentes, y además se han registrado varios eventos importantes. ¿Por qué puede estar pasando esto? Te lo explicamos aquí.
En estas últimas jornadas, de nuevo, hemos visto los cielos bastante turbios en gran parte de España, como consecuencia de una irrupción de polvo sahariano que ha sido dirigida por una DANA situada frente a las costas del norte de Marruecos-sur de Portugal.
También hemos notado que las temperaturas están siendo anormalmente suaves, y que en algunas zonas han hecho acto de presencia la lluvia de barro, también conocida como "lluvia de sangre", un fenómeno bien conocido que se está volviendo más frecuente en nuestras latitudes. ¿Qué es lo que puede estar cambiando?
Lluvias de barro, ¿qué son y por qué se producen?
En primer lugar, vamos a recordar qué son y cómo se originan las lluvias de barro. No hay que olvidar que estamos prácticamente al lado del gran desierto del Sáhara, algo condiciona en gran medida las particularidades climáticas de nuestro país, que periódicamente se ve afectado por irrupciones de polvo en suspensión que, aparte de enturbiar el aire y reducir mucho la visibilidad, causan impactos negativos en la salud.
Aunque la calima está asociada a masas de aire seco, cálido y polvoriento, en ocasiones puede coincidir con un episodio de lluvias, pese a que suelen ser de poca cuantía. En estos casos, las partículas de polvo y arena se incorporan a las gotas de agua, produciéndose las llamadas lluvias de barro. No hay que olvidar que estas minúsculas partículas actúan como núcleos higroscópicos, favoreciendo la formación de gotitas de nube.
Cuando se produce una "lluvia de sangre", los coches, el suelo y los edificios suelen acabar teñidos de marrón o rojo, por lo que este fenómeno suele resultar molesto a prácticamente todo el mundo. Sin embargo, conviene no olvidar que cuando esto sucede también se produce un enriquecimiento del suelo al depositar nitratos y fosfatos. ¡No todo iba a ser malo!
Históricamente, las lluvias de sangre se han asociado a grandes desgracias en algunas culturas mediterráneas. Durante muchos siglos fueron consideradas como un presagio de acontecimientos terribles. Su llamativo color rojizo, debido a la presencia de minerales formados por óxidos de hierro, algo típico de desiertos como el Sáhara, se asoció a la sangre, y esta, a su vez, a la muerte y otras catástrofes.
Se están volviendo más frecuentes, ¿es una consecuencia del cambio climático?
En los últimos años estamos viviendo irrupciones de polvo sahariano y lluvias de gran magnitud, y todo indica que estos fenómenos se están volviendo más frecuentes en España, y además en todas las estaciones. Por ejemplo, todavía están muy recientes las increíbles imágenes que nos dejaba la borrasca Celia y las grandes lluvias de barro posteriores hace casi un año. También se han reportado importantes deposiciones secas.
En un primer momento, parece evidente que el auge de estos fenómenos es una consecuencia del cambio climático. No obstante, el principal problema que nos encontramos en este caso es que existen pocas series climáticas largas con la ocurrencia de días de lluvia de barro: prácticamente no hay ninguna de la primera mitad del siglo XX.
Desde un punto de vista climatológico, todo apunta a una expansión hacia el norte de la atmósfera subtropical o tropical. Por otra parte, en estos últimos años el chorro polar parece que también tiende a circular por latitudes cada vez más septentrionales, y presentando importantes meandrizaciones.
Frente a las borrascas atlánticas que todos conocemos, que parece que están decadencia (veremos si es una fluctuación natural o si esta es la nueva realidad climática), parece que las circulaciones ciclónicas de carácter subtropical o chorros subtropicales, que en ocasiones dirigen aire muy cálido y/o húmedo hacia nuestras latitudes, se están volviendo más frecuentes.
Precisamente, las situaciones sinópticas clásicas que favorecen las grandes irrupciones de polvo sahariano están aumentando por este cambio en la circulación atmosférica: descuelgues de danas y borrascas frías en el entorno del norte de África-golfo de Cádiz o al sur de Canarias, y vaguadas de poca amplitud y mucha longitud de onda al oeste de la Península Ibérica. Configuraciones idóneas para impulsar masas de aire muy cálidas, secas y cargadas de polvo en suspensión hacia nosotros.
En definitiva, este probable aumento de las grandes irrupciones de polvo sahariano y de eventos importantes de lluvias de barro sería una de las consecuencias de la subtropicalización que parece que está sufriendo nuestra atmósfera en este siglo, y que se está acelerando en los últimos años.