¿Navidad en la montaña? Hay riesgos meteorológicos, conócelos antes
Estamos en temporada de esquí, así pues de muchas visitas a nuestros sistemas montañosos para disfrutar del blanco elemento, pero ¡cuidado!, no te confíes, hay riesgos que debemos conocer y evitar para poder disfrutar.
Se acercan las fechas de Navidad en las que, en condiciones normales, se realizan muchos viajes, siendo uno de los principales destinos la montaña y las estaciones de esquí, donde poder disfrutar del blanco elemento junto con nuestros seres queridos.
Todo apunta a que el cambio de tiempo que ya ha empezado va a seguir afectando a la Península durante las próximas jornadas, con muchas nubosidad e importantes precipitaciones en muchas regiones, que podrían ser de nieve en cotas altas, por lo que los espesores de nieve pueden seguir aumentando, principalmente en las montañas más septentrionales.
Variaciones con la altura de las variables meteorológicas
Si queremos disfrutar de estos días en nuestras montañas, debemos tener en cuenta una serie de circunstancias propias de estas zonas que nos ayudarán a evitar situaciones de riesgos y así que un viaje familiar se pueda convertir en una odisea.
Todos hemos notado que cuando subimos un puerto de montaña lo más habitual es que la temperatura descienda con la altura, esta variación es de unos 6,5 ºC por cada 1000 metros de ascenso, es lo que se llama gradiente térmico vertical, variación que será algo menor cuando la atmósfera tenga mucha humedad. Hay algunas ocasiones, cuando el tiempo atmosférico está dominado por un anticiclón, que se produce una “inversión térmica”, es decir, la temperatura asciende con la altura.
Otra de las variables meteorológicas que se ven influenciadas con la altura es la presión, que podemos considerar que en el caso de la Península y de sus sistemas montañosos, tiene un cambio lineal, con una disminución de 1 hPa por cada 8 metros de ascenso.
Otros factores a tener en cuenta
El viento también es muy importante a la hora de preparar nuestra visita a las montañas y minimizar los riesgos, ya que lo normal es que se intensifique a medida que ascendemos desde el llano, esto es debido a la disminución de la densidad del aire y del rozamiento con la superficie terrestre.
La radiación solar, aunque no sea una variable meteorológica, sí es otro factor que debemos de tener en cuenta a la hora de realizar actividades en las montañas. En las zonas altas es superior que en el llano debido a la mayor transparencia del aire en altura, al estar más seco y más limpio, y a la presencia de la cobertura nivosa, mayor reflectividad.
Riesgos meteorológicos en la montaña
Por todo lo expuesto anteriormente, queda patente la importancia de la meteorología a la hora de programar nuestra excursión a un área de montaña, esto sucede en todo momento, pero, quizás, más en invierno, cuando las variaciones pueden ser mucho más bruscas y perniciosas para nosotros.
Los principales riesgos son las bajas temperaturas, los vientos fuertes, las nevadas intensas y las fuertes tormentas. Centrándonos en esta época del año la temperatura puede ser el elemento determinante para tomar la decisión de ir o no a la montaña, debido a posibles entradas frías y el riesgo de congelación que conlleva.
Además de su variación con la altura, el descenso termométrico es mucho más rápido con la llegada del ocaso que en el valle. La sensación térmica es menor ya que la fuerza del viento suele ser mayor y, además, las entradas frías alcanzan antes las áreas montañosas que el llano. Estas causas pueden aumentar el riesgo de congelación en caso de tener un problema y de no ir bien preparado cuando nos encontremos en la montaña.
La incidencia del viento, además de su relación con la temperatura, es otro factor muy peligroso, porque si nos encontramos en una zona con nieve reciente, se pueden levantar grandes cantidades del blanco elemento, produciéndose peligrosas ventiscas de las que hay que protegerse, ya que el montañero se desorienta, al reducirse la visibilidad notablemente.
El momento del año en el que nos encontramos es cuando más nevadas intensas suelen producirse, con los riesgos importantes que conllevan, como la reducción de la visibilidad, la desaparición de las trazas o pisas y el más peligroso de todos, las avalanchas de nieve por deslizamiento del nuevo manto sobre el antiguo, cuando la cantidad nueva acumulada no da tiempo a que se estratifique bien y se estabilice, provocando su deslizamiento y la formación de aludes.
Recomendaciones en montaña
En todo momento, pero principalmente en el período más frío del año, desde noviembre hasta finales de marzo la prudencia debe ser nuestra norma cuando vayamos a zonas altas. Además de conocer perfectamente la predicción meteorológica, deberemos ir bien abrigados, protegiendo las partes más delicadas del cuerpo y que más calor pueden perder, como son la cabeza, manos y pies; por supuesto sin descuidar cara y cuello.
Avisar a nuestros conocidos de la excursión que vayamos a realizar, conociendo lo mejor posible la ruta, los refugios por si las condiciones meteorológicas sufrieran un cambio brusco, algo de comer y el teléfono móvil cargado completamente y bien protegido del frío.
Y por supuesto, respetar al máximo las normas de las estaciones de esquí. En caso de realizar desplazamientos fuera de pista, debemos conocer los avisos que nos ofrecen las banderas que señalan el riesgo de aludes según el índice europeo, la amarilla para riesgo 1 y 2; la de cuadros amarillos y negros para índice de riesgo 3 y 4 y la negra, cuando el riesgo es máximo, el 5. Por supuesto deberemos evitar las zonas de mayor problemática, como acusadas pendientes o partes bajas de laderas, donde se podría acumular mayor cantidad de nieve arrastrada por la avalancha.
Procuremos que una excursión montañera sea un placer y no un problema, ya que el riesgo no solo es para nosotros, sino para las personas que tuvieran que venir en nuestra ayuda en caso de cometer una imprudencia y sufrir un percance. Y ahora, ¡a disfrutar de la nieve!, siempre con seguridad.