Episodio de temperaturas muy altas a la vista: ¿cómo se pueden mantener frescas las ciudades en plena ola de calor?
La clave está en la propia naturaleza. El calor abrasador que se vive entre el asfalto se podría remediar simplemente con más parques, plantas, árboles y estanques. La madre naturaleza, al habla.
En verano, vamos de ola de calor en ola de calor y los nuestro modelo de cabecera prevé una nueva entrada cálida para esta semana. Estos eventos meteorológicos extremos cada serán más frecuentes por culpa del cambio climático y transformar la manera como vivimos en las ciudades es la verdadera clave para no sufrir el calor insoportable de estos episodios cálidos. Volver a la raíz, a llenar las ciudades de naturaleza, es la solución.
Asfalto vs. árboles
Evolucionar hacia el verde es urgente. La suma entre ciudad y ola de calor equivale a temperaturas realmente altas. La diferencia entre el campo y la ciudad es abismal: este fin de semana, por ejemplo, hará mucho calor en el valle del Guadalquivir, pero en pueblos como Villanueva de Córdoba, refrescará por la noche. En cambio, en grandes ciudades, como la misma Córdoba, el calor será insufrible por la noche con más de 20 °C, lo que llamamos una noche tropical. En otras palabras, una noche de las que cuesta conciliar el sueño.
La gran diferencia entre estos dos lugares es la naturaleza. En el campo, los árboles, plantas y estanques naturales ayudan a que la temperatura baje por la noche. En la ciudad, pasa totalmente lo contrario: el asfalto retiene el calor y por la noche se hace casi imposible conciliar el sueño. Uno de los últimos informes del IPCC avala esta reforzar la naturaleza en las ciudades, con calles, tejados y fachadas de edificios más verdes para mantener las ciudades frescas.
El famoso efecto de la isla de calor
La retención de calor durante las noches debido a materiales y a la forma en que están construidas las ciudades es la isla de calor. Los estudios confirman que la temperatura, por ejemplo, en la ciudad de Barcelona, difiere en 2 °C grados en tan solo un centenar de metros: entre el centro y uno de los parques más famosos de la ciudad, el de la Ciutadella.
Los números hablan por sí solos: en una ciudad llena de asfalto y coches, la temperatura del suelo puede llegar a más de 60 °C, mientras que entre árboles y zonas verdes, se mantiene en torno a 30 °C.
Las ciudades verdes están en marcha
París, Barcelona o Estocolmo se han puesto las pilas: están cambiando totalmente el modelo de ciudad que conocemos para crear ciudades más verdes y sostenibles. La idea es simple: cambiar las calles llenas de coches por vías peatonales con más árboles y plantas.
Pero confiar únicamente en la naturaleza no es suficiente: tenemos que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y transformar nuestras vidas hacia un modelo sostenible que no dañe al planeta. Los cambios de hoy son nuestro bienestar de mañana.