Nuestro planeta, nuestra salud
Cada 7 de abril se celebra el Día Mundial de la Salud, y así se lleva haciendo como recuerdo al día en que se fundó la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este año el lema es “Nuestro Planeta, Nuestra salud” y no está elegido este año por casualidad.
Planeta y salud están más interrelacionados de lo que podemos imaginar. Sabemos de sobra que sólo tenemos un planeta, que hay que cuidarlo… lo hemos oído mil veces y que el cambio climático (del que somos responsables en un alto porcentaje) ya está aquí.
¿Realmente el cambio climático afecta a nuestra salud?
El cambio climático puede afectar de forma directa por los cambios de temperatura, inundaciones… y de forma indirecta desde la contaminación ambiental o la transmisión de enfermedades antes impensables en ciertas zonas del planeta.
La Agencia Europea de Medio Ambiente aporta datos que estremecen: se estima que el cambio climático causó en el año 2000 unos 150 000 muertos en todo el mundo y, según la OMS, esa cifra llegará a 250 000 en el año 2040. Algunos efectos meteorológicos extremos afectan directamente a nuestra salud. De hecho, incluso directamente a nuestra supervivencia.
Por ejemplo, las olas de calor. Tanto los niños, pero aún más los ancianos, pueden tener el sistema interno de regulación térmica más débil con lo que pueden sufrir más los efectos de las temperaturas extremas. Además, se asocian con mayor contaminación atmosférica con lo que pueden ver incrementados los problemas cardiovasculares y respiratorios, ya de por sí complicados tanto en niños pequeños como en personas mayores.
Son más frecuentes en el sur de Europa, pero no se puede dejar de mencionar los 400 muertos que sufrieron Canadá y 80 en USA debido a la ola de calor del 2021.
Las olas de frio no se quedan atrás. Con ellas también aumenta el riesgo de problemas cardiovasculares y respiratorios en personas con enfermedades crónicas. Así como el aumento de lesiones por caídas, por no hablar del riesgo de muerte por hipotermia en personas en situación vulnerable.
En el caso de las inundaciones el impacto es inmediato. Además de la pérdida inicial catastrófica de vidas, se le suma las secundarias debido a la devastación de instalaciones e imposibilidad de llevar a cabo operaciones para el rescate.
El aumento de la temperatura de forma global está aumentando el radio de acción de insectos transmisores de enfermedades como la malaria, el dengue o Zika o a través del mar como la ciguatera, intoxicación alimentaria que ocurre al comer pescado contaminado por una toxina que produce microorganismos que se encuentran en ciertas algas en zonas tropicales.
La ciguatera se considera riesgo emergente por las Autoridades Europeas de Seguridad Alimentaria ya que se ha ampliado con considerable la zona en la que se solían dar estas intoxicaciones.
La Salud y el Planeta van de la mano, si queremos conservar la primera, debemos esforzarnos en mantener vivo el segundo.