¿Nos afectará el nuevo récord de temperatura de los océanos? Sí, muchísimo
Tenemos nuevo récord de temperatura del agua del mar, valor medido por los satélites. La media en los océanos ha llegado a los 21ºC, siendo la más alta desde que hay registros. De seguir así, tendrá implicaciones directas muy serias.
Estos 21ºC son un valor medio, incluso podrían ser más, debido a que el fenómeno de “La Niña”, que enfría las temperaturas del Pacífico, podría haber estado enmascarando zonas con un aumento mucho mayor. Cuando llegue “El Niño” veremos un incremento por encima de estos datos. Pese a la cabezonería de algunos, vamos a sufrir los efectos del cambio climático antes de lo que pensábamos y que la temperatura de los océanos aumente es un riesgo para nuestra alimentación y para nuestra salud.
Los océanos funcionan como amortiguador absorbiendo el calor alentado por los gases de efecto invernadero. Sin esto, la temperatura sería tan alta que resultaría imposible vivir en la tierra. Así que eso será nuestra tabla de salvación hasta que pasamos el límite. En ese límite, el aumento de dióxido de carbono provoca que el océano se vuelva más ácido. Esa acidificación tiene un impacto directo en la biodiversidad y en la destrucción de los ecosistemas marinos imprescindibles para la cadena trófica, que, por si no lo habíamos notado aún, termina en muchas ocasiones en nuestro propio alimento.
Por si quedarnos sin pescado fuera poco, este aumento favorece el crecimiento de algas en lugares hasta ahora no vistos. Un ejemplo es el caso de la ciguatera, que es una intoxicación alimentaria provocada por la ingesta de pescado contaminado por unas biotoxinas (ciguatoxinas) producidas por las microalgas Gamberdiscus toxicus. Se acumulan en el pescado provocando problemas desde gastrointestinales hasta neurológicos. Esta intoxicación se encuentra ya clasificada como riesgo emergente porque el número de casos se ha multiplicado en los últimos años.
Plagas más persistentes y enfermedades de climas tropicales en aumento
Pero no queda ahí, este aumento de la temperatura junto con el resto de efectos del cambio climático, provoca fenómenos climáticos más extremos que ya estamos viendo: más sequía, más frío, más calor, más inundaciones. Esto implica consecuencias evidentes en las actividades agrarias que, de nuevo, pone en riesgo nuestro abanico de alimentos. Cambios en los ciclos de productos de temporada, menor producción, menor tiempo de cosecha y recolección, con más necesidad de agua y de más fitosanitarios, porque el aumento de la temperatura provoca que las plagas puedan ser más persistentes.
Esto también afectará tanto a animales como a humanos. Una combinación de humedad (por la evaporación del agua debido al aumento de temperatura) y calor, favorece el clima óptimo para que muchas bacterias, hongos e insectos se desarrollen más, más rápido y en lugares donde antes no lo hacían. Por eso es posible que encontremos, de forma cada vez más frecuente, enfermedades correspondientes a climas tropicales que hace años eran impensables.
En la Tierra ocurrieron un conjunto de sucesos que permitieron nuestras formas de vida, pero todo está interconectado. Si tiramos una pieza tan importante como es la temperatura de los océanos, el resto de piezas del dominó irán cayendo poco a poco. No quiero ser yo extremista, pero estamos jugando con fuego y debemos actuar para ralentizar los efectos y buscar alternativas para la adaptación. Nos va el futuro en ello.