No debes comer sandía si sufres de esta patología
La sandía es una de las frutas más refrescantes del verano y ligeras. Sin embargo, no todo el mundo debe consumirla, debido a los efectos nocivos en el organismo. Pero sólo si se sufren unas condiciones determinadas.
La sandía es una de las frutas más refrescantes y populares del verano. Pero, ¿es adecuada para todo el mundo? Aunque es un alimento muy nutritivo, con un alto contenido en agua, vitaminas y antioxidantes, existen algunas personas que deberían limitar o evitar su consumo.
¿Cuáles son los beneficios de comer sandía?
Un estudio publicado en la revista Nutrients indica que el consumo de sandía puede mejorar la ingesta de nutrientes y la calidad general de la dieta.
La investigación revela que tanto niños como adultos que incluían sandía en su alimentación presentaban un mayor consumo de fibra dietética, magnesio, potasio, vitamina C, vitamina A, licopeno y otros carotenoides, al tiempo que reducían la ingesta de azúcares añadidos y ácidos grasos saturados.
Las personas que no deben comer sandía
Sin embargo, y pese a sus múltiples beneficios, no todas las personas deben introducir la sandía en su dieta. Unos de ellos son los que padecen el síndrome del intestino irritable (SII), una condición caracterizada por hinchazón, dolor o malestar abdominal, y cambios en los hábitos intestinales que pueden incluir estreñimiento, diarrea o ambos.
Se desaconseja el consumo de sandía a estas personas debido a su alto contenido en FODMAP, un grupo de carbohidratos de cadena corta presentes en alimentos como la manzana, el mango, la pera, los espárragos, el brócoli, la remolacha, la berenjena y los guisantes, entre otros. Hay que tener en cuenta que las personas con SII deben evitar alimentos ricos en grasa, azúcares y fructosa, como las cerezas.
Según la Clínica Universidad de Navarra, seguir una dieta baja en FODMAP puede ayudar a aliviar los síntomas del SII, como el dolor abdominal, la distensión, los gases y la diarrea. Al eliminar alimentos como la sandía, se reduce la fermentación y la producción de gases en el intestino, lo que puede mejorar estos síntomas.
La alergia a la sandía
Aunque menos común, algunas personas pueden ser alérgicas a ciertas proteínas presentes en la sandía. La alergia a la sandía puede estar relacionada con el síndrome de alergia oral (SAO), que ocurre en personas con alergia al polen.
En estos casos, el sistema inmunológico confunde las proteínas en la sandía con las del polen de ciertos árboles, como el abedul o el césped, lo que provoca una reacción cruzada.
Los principales alérgenos identificados en la sandía son la malato deshidrogenasa, una enzima presente en muchas frutas; la triosa fosfato isomerasa, también presente en otros alimentos como el látex, el trigo y el lichi; y la profilina, una proteína que se encuentra en muchas frutas y pólenes.
Los síntomas de la alergia a la sandía suelen ser leves y se manifiestan principalmente en la boca y la garganta. Los más comunes incluyen picor en la boca, labios y garganta, hinchazón de labios y lengua, enrojecimiento de la piel alrededor de la boca y dificultad para tragar.
Pese a que la sandía es una fruta deliciosa, hay que tener cuidado con ella si se es alérgico a otras frutas o si se tiene el síndrome del intestino irritable, ya que su consumo podría poner en riesgo la salud, por lo que siempre es aconsejable consultarlo con un profesional sanitario.