Monasterio de Sant Miquel del Fai, una preciosa temeridad a 50 minutos de Barcelona

Durante más de seis siglos, el Monasterio de Sant Miquel de Fai ha permanecido encaramado a un acantilado, desafiando con elegancia las leyes de la física.

Monasterio de Sant Miquel del Fai, en Bigues i Riells, Barcelona
El impresionante Monasterio de Sant Miquel del Fai, a cuyos pies cae al vacío la Cascada del río Tenes. Imagen: Wikipedia / Elmoianes

Tras un prolongado cierre para ser restaurado, el Monasterio de Sant Miquel de Fai reabrió sus puertas a comienzos de 2024. Ubicado en el impresionante entorno natural de los Cingles de Bertí, en los Valles Orientales, este destino se encuentra a menos de una hora de Barcelona, lo que lo convierte en un plan perfecto para una escapada cercana. Además, su privilegiada ubicación y su entorno mágico lo hacen ideal para quienes desean combinar cultura e historia con paisajes realmente impactantes.

El entorno que rodea el monasterio es famoso por sus majestuosas formaciones geológicas y por sus frondosos bosques, siendo un enclave ideal para disfrutar durante la temporada otoñal. Situado en el municipio de Bigues i Riells, este complejo monumental se erige sobre un impresionante acantilado, con vistas inigualables al barranco y al salto de agua que crea el río Tenes al precipitarse al vacío.

Llegar a este rincón único es muy sencillo. Se puede tomar un autobús desde la Estació del Nord en Barcelona, o acceder en coche a través de la carretera C-59 en dirección a Sant Feliu de Codines. Desde allí, las señales guían directamente al monasterio, que cuenta con estacionamiento para los visitantes. Una vez en el lugar, es posible recorrer las históricas ruinas y aventurarse por los senderos que atraviesan los espectaculares paisajes de los Cingles de Bertí, con vistas panorámicas que dejarán sin aliento a cualquiera.

Ruta al Monasterio de Sant Miquel del Fai

El recorrido comienza cruzando un antiguo puente de piedra de estilo gótico que solía atravesar el río Rossinyol, ahora seco. A pocos pasos se encuentra el estrecho pasaje de la Foradada, adornado con un pequeño arco de medio punto de 1592.

Desde este punto, los visitantes pueden disfrutar de una vista inigualable del valle del río Tenes. El trayecto culmina en una amplia plaza rodeada de acantilados, donde se ubica la majestuosa entrada a Sant Miquel del Fai, lugar declarado Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat desde 1949.

Al continuar, se pasa frente a la Casa Prioral, un edificio gótico del siglo XV que antiguamente fue hogar de una comunidad de monjes benedictinos. Su silueta, suspendida al borde del precipicio, deja a todos boquiabiertos desde el primer vistazo. Más adelante, se encuentra la iglesia románica troglodita, erigida alrededor del año 1000, considerada una de las más antiguas de Cataluña. Su diseño único aprovecha la roca del acantilado como techo, un detalle que resalta su conexión con el paisaje que la rodea.

Las personas que visitan Sant Miquel del Fai asumen la responsabilidad de estar en un entorno en el que se pueden producir desprendimientos de piedras u otros daños propios del medio natural, por lo que hay que asegurarse si ha algún tipo de riesgo.

El paseo también está salpicado de rincones llenos de historia y leyendas. Uno de ellos es la placita del Repòs, donde se alza una escultura de bronce en honor al escritor y periodista Josep Pla. Otro punto curioso es el Llac de les Monges, un pequeño estanque de agua estancada parcialmente escondido bajo la roca, que invita a detenerse y reflexionar. Sin embargo, la joya del recorrido es, sin duda, el tramo final: los saltos de agua del río Tenes.

Historia del Monasterio de Sant Miquel del Fai

Registros históricos señalan la presencia de frailes en este monasterio desde el año 1006. Sin embargo, la pequeña congregación comenzó a decaer en 1567, momento en el que dejó de funcionar como centro religioso para pasar a depender de la diócesis de Girona, que lo convirtió en un santuario. Su actividad religiosa terminó definitivamente en 1936, marcando el cierre de una etapa espiritual que había perdurado durante siglos.

La iglesia, un elemento único del conjunto, fue excavada directamente en la roca, utilizando la misma piedra como cubierta natural. Es la iglesia troglodita más grande de toda Catalunya. Su entrada está enmarcada por una portada románica con un arco de medio punto, mientras que del interior original sólo quedan algunos vestigios del altar mayor. Este conjunto histórico también alberga un pequeño museo, que expone lápidas, sarcófagos y utensilios que reflejan el esplendor que alguna vez caracterizó a este monasterio.

El antiguo edificio residencial del monasterio era la vivienda del prior y el lugar donde habitaban los monjes benedictinos. Este edificio gótico, conocido como la Casa Prioral, posee un diseño de planta cuadrada con tejado a dos aguas. Sorprendentemente, la estructura ha mantenido su esencia arquitectónica original con muy pocas alteraciones a lo largo de los años. Los expertos consideran que su construcción data de finales del siglo XVI o inicios del XVII, convirtiéndolo en un testimonio fiel del estilo y las técnicas de su época.