Los veranillos otoñales: ¿qué son y por qué se producen?
En otoño no faltan a su cita los famosos veranillos, como el de San Miguel o el de San Martín. Estos periodos se caracterizan por tener varios días seguidos soleados y con ambiente diurno caluroso, lo que nos recuerda al verano.
Ningún año faltan a su cita. Los veranillos otoñales son fieles al calendario, aunque con ligeros cambios de unos años a otros. A veces no caen justo en las fechas que –como veremos– indican los refranes alusivos a ellos, y también es habitual que varíe la duración y la magnitud del calor de los citados veranillos de unos años a otros. Dos de ellos destacan por encima de los demás: el de San Miguel (a finales de septiembre) y el de San Martín (hacia mediados de noviembre).
El nombre de veranillo está muy bien traído, ya que estos periodos de temperaturas anómalamente altas nos recuerdan al tiempo veraniego, aunque sin los rigores que caracterizan a la estación estival. De forma genérica podemos definir un veranillo como el período de unos pocos días de duración (entre 3 y 5 en promedio) que acontece en otoño o primavera en latitudes templadas del hemisferio norte, durante el que se registran unas temperaturas diurnas más propias del verano, aunque rara vez caniculares.
Su razón meteorológica de ser
Tal y como podemos leer en el trabajo que José Enrique Gargallo Gil dedicó a los veranillos en la paremiología europea, publicado en 2012: “Los veranillos responden al concepto de singularidad climática, según nos asesora Javier Martín-Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, quien tipifica así los retrocesos al calor en otoño (…). Y también habría lo contrario, inviernillos o retrocesos al frío, adentrada la primavera.” Es interesante esta última puntualización, ya que los veranillos no son exclusivos del otoño. El veranillo de San Juan, por ejemplo, es la antesala del largo y cálido verano ibérico.
Poniendo nuestro foco de atención en los veranillos otoñales, su aparición es debida al ajuste que suele producirse en la circulación atmosférica en latitudes medias en su transición entre el “modo verano” y el “modo invierno”.
El comportamiento normal a finales de verano viene de la mano de las primeras incursiones de aire frío, de origen polar, que comienzan a librar una especie de batalla con el aire cálido subtropical. Este inicia su retirada hacia el sur, aunque se resiste a ello, ya que los embates iniciales del aire polar no suelen ser ni muy grandes ni muy duraderos.
Así las cosas, aunque el aire fresco empieza a dominar la escena meteorológica, debido al descolgamiento de vaguadas, las primeras borrascas atlánticas (que últimamente brillan por su ausencia) y alguna dana (generadora de importante actividad tormentosa), son comunes las “contraofensivas” del aire cálido, que trata de volver a imponer su ley, consiguiéndolo durante los veranillos.
En un reciente artículo de la RAM, el meteorólogo Francisco Martín León exponía las dos razones fundamentales por las que se producen los veranillos en otoño:
- La presencia de un anticiclón pertinaz que deja tiempo estable y sin nubes, con un sol que aún calienta por el día (con máximas que llegan a superar los 30 ºC en algunas zonas de España y grandes amplitudes térmicas diarias).
- La entrada de aire de componente sur sin precipitaciones, o débiles, con subida de temperaturas especialmente en el norte peninsular
Los veranillos en el refranero
El refranero meteorológico hace alusión a los veranillos otoñales. Dos de ellos destacan por encima de los demás por la cantidad de dichos populares que existen. El primero es el veranillo de San Miguel, que suele entrar en escena a finales de septiembre, coincidiendo con la fecha de la onomástica del santo: el 29 de septiembre.
Se le conoce también como el veranillo del membrillo, por coincidir con las fechas en que madura ese fruto (“Ya en el veranillo, la madurez del membrillo”). Los calores tardíos que proporciona ese primer veranillo del otoño es determinante para que culmine la maduración del citado membrillo.
En el mes de octubre encontramos también algunos refranes que aluden al veranillo de San Lucas (18 de octubre), aunque no goza de tanta popularidad como el de San Miguel ni el de San Martín (11 de noviembre), “que dura tres días y fin”.
El santo que pone nombre al veranillo es San Martín de Tours y al igual que le ocurre al de San Miguel, los refranes que aluden a ellos se usan, con distintas variantes y localismos (Verancillo de San Martiño, en gallego), por los distintos territorios donde se hablan lenguas romances.
Veranillos otoñales en otros países
En Norteamérica, al veranillo otoñal se le conoce como Indian summer (verano indio), mientras que en Bélgica se refieren al verano de las grullas (kranenzomer o kraanzomer en flamenco), en referencia al paso por los cielos de las bandadas de esas aves en su emigración otoñal hacia los cuarteles de invierno, en África.
Por último, tal y como relata el profesor Gargallo en su interesante trabajo, en Rusia distinguen un “verano de la mujer (joven)”, que abarca la segunda mitad de agosto, y otro de la vieja, entre el 1 y el 8 de septiembre.