¿Has visto borregos, ladrillos o coliflores alguna vez en el cielo?
Colas de gato, herraduras, rodillos, coliflores, borreguitos, ladrillos, algodones, castillos, vértebras… ¿Qué tienen en común todos estos nombres? ¡Averigüémoslo!
Seguro que, más de una vez mirando el cielo, habéis reconocido alguna forma curiosa en las nubes. Sus contornos nos llaman la atención y podemos ver imágenes de animales, objetos o incluso perfiles humanos. Todo depende de nuestra imaginación.
Unas son más comunes: las coliflores, los algodones o los borreguitos. Otras nos recuerdan las espinas de un pescado o las torres de un castillo, y ya las menos comunes las herraduras o los ganchos.Todas tienen una cosa en común, pueden agruparse dentro de la clasificación nubosa de Howard, recomendada por la Conferencia Internacional de Meteorología desde 1891, en la que quedan agrupadas las nubes en 10 géneros nubosos.
Nubes altas
Podemos empzar por las nubes altas, cuya base se encuentran por encima de los 6 km de altura. Todas ellas cuentan con el prefijo cirro, que proviene del latín con varias acepciones como “rizo, sortijilla de pelo, mechón de crin, penacho o zarcillo”. Tenemos denominaciones muy variadas para estas nubes, desde “cola de gato”, “rabos de gallo”, hasta “comas” o “ganchos”, sin olvidar las “vértebras o espinas de un pez”, los “borreguitos” o las “lentes”.
En todos los casos son formaciones nubosas de color blanquecino, sin sombras, constituidas por cristales de hielo, con gran extensión horizontal y muy poco desarrollo vertical, que nos pueden anunciar el inicio de un cambio en el tiempo y que no aportan precipitaciones.
Nubes medias
En una alitud menor están las nubes medias, cuya base alza del suelo entre 2 y 6 kilómetros. Se denominan con el prefijo alto o con nimbo, que provienen del latín y que podemos traducir como “alto” y como “nube”, respectivamente.
En este caso las denominaciones son algo menos abundantes, predominan los de construcción, como “adoquines” o “ladrillos” e incluso las edificaciones más complejas “castillos” por su forma almenada. Sin olvidar también las “lentes”, como en las nubes altas y las que se acumulan o “duplicadas”.
Suelen ser de color gris, más o menos amenazante, formadas por gotitas de agua, copos de nieve y partículas de hielo, con gran extensión horizontal y ya con cierto grosor vertical. Estas sí que producen precipitaciones, según la época del año en forma de agua o de nieve.
Nubes bajas
Como su propio nombre indica, son las que tienen su base más cerca del suelo, entre los 0 y los 2 kilómetros. Las podemos dividir en las que se extienden en el plano horizontal, con el prefijo estrato, que proviene del latín y podemos traducir como “manto o capa extendida”. Y las que se extienden en el plano vertical, con el prefijo cúmulo, también de procedencia del latín y con una traducción de “acumulación” o “montón”.
Los nombres van desde los más populares como “coliflor” o “algodones” hasta algunos menos conocidos como “humildes”, “mediocres”, “calvos” o “con melena”. Y sin olvidar también a los “castillos”, las “lentes” o las “duplicadas”, y en especial a la “herradura”, que es una de las formas más raras de ver por su escaso tiempo de permanencia en el cielo.
Las que sí producen precipitaciones, a veces de gran cuantía, son las de mayor desarrollo vertical: cúmulos y cumulonimbos. Estas últimas pueden llegar a los 12 o incluso los 14 kilómetros de altura, formadas por gotas y gotitas de agua, copos de nieve, granizos y partículas de hielo. Con una base muy oscura, el cuerpo grisáceo y la cima de un color blanco deslumbrante.