Los pueblos “fantasma” emergidos por la sequía

La sequía está dejando muchos embalses en mínimos que están cerca de ser históricos. El descenso del agua ha descubierto muros de piedra de pueblos con aspecto fantasmagórico. Hacemos un repaso de nuestra particular "Atlántida".

Barrios de Luna
Aspecto actual del embalse de Barrios de Luna, donde emergen las ruinas. Foto de Alpha Drones.

La ausencia de precipitaciones de los últimos meses en el interior peninsular está resquebrajando la tierra, resecando las masas boscosas y alentando a las llamas. El consumo de los recursos hídricos no cesa y los pantanos, en este marco de estrés, están perdiendo agua a borbotones. Los embalses españoles ya están al 44% de su capacidad, quince puntos porcentuales por debajo de la media de la última década. El implacable descenso descubre zanjas de tierra yerma, pero también viejos fantasmas de fango y piedra: los pueblos que fueron inundados para garantizar el consumo del líquido motriz.

Muchos se refieren a ellos como espectros del pasado, por sus estructuras ruinosas y su afloramiento entre las aguas turbias. Sin embargo, parecen más pequeñas Atlántidas, que tuvieron su época de esplendor pero que, por decreto, su suerte cambió y fueron sacrificados. En las últimas semanas los pantanos están muy concurridos por visitantes y turistas, que retratan y se hacen selfies ante las inusuales estampas.

El Balneario de La Isabela

El descenso de caudal del río Tajo ha descubierto el ilustre Balneario de La Isabela, construido por Fernando VII en el siglo XIX para regocijo de su esposa, la reina Isabel de Braganza. Los restos de este pueblo-balneario se disponen en las cercanías de las localidades de Cañaveruelas y Sacedón, en la provincia de Guadalajara.

Este lugar de recreo se levantó para aprovechar las aguas curativas que se le suponían al enclave. En su apogeo estuvo conformado por 27 manzanas que recogían 50 viviendas, jardines y plazas, que se llegaron a conocer como “el pequeño Versalles”. El conjunto palaciego pasó de ser un enclave de glamour a un lugar de acogida de enfermos mentales en la Guerra Civil. El declive máximo llegó en el año 1955, cuando el gobierno franquista decidió inundarlo en el embalse de Buendía, que retiene las aguas del río Guadiela.

Los pueblos de Barrios de Luna

El embalse leonés de Barrios de Luna se encuentra al 10% de su capacidad, con 32 hectómetros cúbicos (hm3) almacenados de un total de 308 hm3. Este pantano fue rematado y colmado de agua entre los años 1951 y 1956. En aquel entonces el río Órbigo-Luna inundó ni más ni menos que 16 pueblos, caso de Arévalo, Campo de Luna, La Canela o Ventas de Mallo. Hoy se pueden ver sus últimos tabiques, que lucen al sol tras muchos años a remojo.

El embalse de Aguilar

La Montaña Palentina alberga el embalse de Aguilar de Campoo que dispone de una capacidad de 247 hm3. Ahora sólo retiene unos irrisorios 30 hm3, que representan un 12% del total. Cuando se construyó, allá por el año 1963, cubrió los pueblos de Cenera de Zalima, Villanueva del Río, Quintanilla de la Berzosa y Frontada.

Estos días se pueden ver los últimos vestigios de las casas, un puente medieval realmente bien conservado, que data del siglo XIV, y la torre de la antigua iglesia de Cernera.

El embalse de Ricobayo

En Ricobayo, por donde pasa y se apantana del río Esla, en Zamora, con la sequía afloran muretes de cuatro pueblos y un pontón que, desde lejos, parece aún viable para el paso de vehículos. Pero no, desde 1928 el puente de la Estrella, por el que transcurría la carretera N-631 de Zamora a Rionegro, sólo es la casa de barbos, carpas y lucios.

Losacino, La Pueblica, San Pedro de la Nave y San Vicente del Barco fueron las localidades anegadas cuando se construyó esta presa, que por un tiempo albergó una de las hidroeléctricas más importantes del país.

La iglesia de Mediano

La iglesia románica de Mediano, desgraciadamente, en los últimos días ha sido protagonista debido al incendio de Nerín, junto al Parque Nacional de Ordesa, en Huesca. El campanario ha compartido portadas con los hidroaviones que recargaban agua en el pantano que acoge su mismo nombre. Los sillares de esta construcción son los únicos que aguantan el paso del tiempo tras la inundación en 1974.

Hasta hace poco los buzos podían acceder al interior de la iglesia, pero actualmente la entrada ha sido tapiada y ya sólo se puede rodear por el exterior. Ahora mismo el embalse de Mediano está en un saludable 41% de la capacidad total, pero la superficie homogénea del agua se rompe ante las paredes de la torre.

El antiguo pueblo de Mansilla

En el año 1900 el antiguo pueblo de Mansilla, en La Rioja, tenía cerca de 600 habitantes y era uno de los más importantes de la comarca. Allí se reunían los alcaldes del entorno para decidir el rumbo de la jurisprudencia en materia ganadera, de pastos o trashumancia. En el año 1935 se aprobó el proyecto que lo acabó sumergiendo cuando corría 1959.

Desde entonces sus casas sólo se ven cuando la sequía aprieta y reduce el caudal del río Najerilla, afluente del Ebro. Sus vecinos fueron trasladados a unos 300 metros al sur, donde ahora se erige la nueva Mansilla.