Los glaciares pirenaicos en la UCI tras la ola de calor
La superficie del glaciar del Aneto se ha reducido a la mitad en tres décadas. La disminución de nuestros heleros pirenaicos es una evidencia científica y empírica. Ahora mismo, los glaciares parece que hayan padecido todo un verano tórrido.
La ola de calor excepcional de estos últimos días nos ha dejado numerosos incendios forestales en muchos puntos del país, pero también otras consecuencias "menos palpables" a simple vista pero igualmente graves o muy relevantes a nivel climático.
Las altas temperaturas también han llegado a zonas de alta montaña y provocado una fusión muy acelerada de la poca nieve que quedaba en las cumbres. Esta situación totalmente anómala ha dejado al glaciar del Aneto en unas condiciones muy malas y un estado totalmente agonizante.
El hielo medio fundido se mezcla con capas de roca y tierra, y zonas donde prácticamente no hay cobertura blanca. Algunos testimonios y expertos en ciencias atmosféricas constatan que esta situación se da a finales de verano y no a finales de primavera, como es el caso actual.
Ventisqueros perpetuos, camino a la extinción
Un informe del Servei Meteorològic de Catalunya en el marco del proyecto OPCC-ADAPYR constata esa regresión significativa de los glaciares pirenaicos. El boletín de indicadores de Cambio Climático de los Pirineos (BICCPIR) demuestra que el glaciar del Aneto ha disminuido un 53% entre el 1990 y el 2020, pasando de 100 hectáreas a 47 en tres décadas. En esa misma dirección se encamina el volumen de hielo en la cueva de Cotiella (Aragón), que ha perdido un 20% de su masa entre 1978 y 2019. En este punto se ha verificado un aumento térmico constante de 0,6 ºC de media anual en este mismo período.
La reducción de los glaciares de Ossoue (Vignemale) y de la Maladeta también es más que evidente, con una merma de entre un 50 y un 60%. La tendencia también es bajista en otros glaciares como el Monte Perdido y Tempestades, que han disminuido su superficie entre un 24 y un 72% desde 1990. El informe ha monitorizado hasta 35 glaciares en 10 macizos pirenaicos.
Lagos helados cada vez menos tiempo
Otro ámbito de estudio de ese proyecto es la monitorización de los lagos helados en los Pirineos. La principal conclusión es que se han detectado cambios importantes en la temperatura estival de las aguas superficiales de los lagos. En Archerito y Marboré (Aragón), así como en Montmalús (Andorra), se ha apreciado una reducción del número de días con cobertura helada. Además, se ha avanzado la fecha del deshielo. El seguimiento se ha llevado a cabo en 40 lagos de la red de observatorios de ecosistemas sensibles (REPLIM) entre el período 2017-2021.
Menos glaciares, menos efecto albedo
La cobertura blanca de esos glaciares y lagos congelados implica un mayor efecto albedo, es decir, una mayor capacidad de reflexión de la radiación solar. La reducción de los glaciares implica, en efecto, una disminución de este efecto. Un suelo cada vez más "marrón" - el color típico de nuestras montañas- implicará más absorción del calor y con lo cual, un mayor calentamiento local.
Esa reducción del efecto albedo crea una retroalimentación negativa, es decir, el hecho que el terreno absorba más calor provoca a su vez que se funda más hielo y que se acelere este proceso de desaparición.