Los glaciares del Pirineo en estado terminal: en unos años podrían ser sólo un recuerdo. Aquí las imágenes
Las imágenes que están llegando otro verano más de los glaciares que aún resisten en el Pirineo son desoladoras. La mayoría ya han entrado en su fase terminal, y en unas décadas podrían ser sólo un recuerdo.
Los glaciares pirenaicos responden rápidamente a los cambios climáticos debido a su posición latitudinal, la influencia mediterránea y por su pequeño tamaño. Pueden desarrollarse y avanzar en un periodo relativamente corto de tiempo (tal y como sucedió en la Pequeña Edad de Hielo), pero también retroceder y desaparecer aún más rápido.
Desgraciadamente es lo que está pasando este siglo: el importante incremento de las temperaturas y la reducción de la precipitación nivosa observados en las últimas décadas los está diezmando, aunque las imágenes que llegan estos días son, un verano más, muy preocupantes.
Se tratan de masas de hielo extremadamente sensibles al incremento de las temperaturas estivales (no tanto a los inviernos suaves). Los veranos tienden a ser más cálidos en la cordillera, pero los últimos están siendo extraordinarios (y especialmente el de 2022), asestando un duro golpe a los pequeños glaciares que resisten en las zonas más altas. Las imágenes de este verano de nuevo son muy tristes en algunos de los glaciares de mayor tamaño, como el del Aneto.
El hielo antiguo del glaciar del Aneto ha quedado al descubierto, apreciándose una reducción clara de superficie y profundidad. Los Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil han alertado en las últimas semanas del peligro que entraña ascender por el glaciar, incluso para personas experimentadas, ya que crampones y piolets no se clavan en el hielo negro que ha aflorado, que es extremadamente duro y resbaladizo, produciéndose numerosos accidentes en las últimas semanas.
Por otra parte, en los últimos años han "nacido" varios ibones nuevos precisamente por el deshielo de los glaciares pirenaicos, tal y como se aprecia en la imagen de portada del artículo, realizada por el geógrafo y glaciólogo Eñaut Izagirre. El panorama no es muy diferente en el glaciar del Monte Perdido, donde cada año es más evidente el retroceso del hielo. En esta zona también se han producido algunos desprendimientos y accidentes.
Otros de los lugares más emblemáticos del Pirineo, el glaciar de la Maladeta, también se dirige a su desaparición. Las imágenes que comparan su estado actual con su situación a mediados del siglo XIX, coincidiendo con su máxima extensión en la Pequeña Edad de Hielo, son muy impactantes. Su final podría estar más cerca de lo que se creía hasta hace muy poco. Las estampas son muy similares en los glaciares del Comachibosa-Vignemale y en los Gabietos
Estos parajes de alta montaña seguirán siendo espléndidos, pero la desaparición de los glaciares pirenaicos es el final de un patrimonio de montaña y de los paisajes que han conocido varias generaciones y los amantes de la naturaleza. Desgraciadamente, tal y como apuntan desde el Instituto Pirenaico de Ecología, es muy poco probable que este proceso se revierta, ya que los glaciares están en un punto de no retorno. De hecho, la fase terminal del Aneto podría concluir en 10 años. Así que aprovechen, que en unas décadas los glaciares pirenaicos probablemente ya serán un recuerdo y no una realidad.