Los científicos afirman que 2023 será el año más caluroso en 125.000 años. Pero, ¿cómo lo saben?
La agencia europea Copernico ha afirmado que octubre de este año ha sido el más caluroso jamás registrado, lo que situaría a 2023 como el año más caluroso de los últimos 125.000 años. Pero, ¿cómo pueden hacer semejante afirmación?
Tras declarar que el pasado mes de octubre fue el más caluroso registrado desde el periodo preindustrial (1850 a 1900), los científicos de la agencia Copernicus de la Unión Europea han declarado que es "prácticamente seguro" que 2023 será el más caluroso registrado oficialmente... ¡y el más caluroso en 125.000 años!
La temperatura media del aire en los primeros 10 meses de 2023 fue la más alta jamás registrada, situándose 1,4 °C por encima de la temperatura media preindustrial. Esto significa que 2023 está superando en 0,1 °C al anterior año más caluroso registrado, 2016.
Samantha Burgess, de Copernicus.
"Cuando combinamos nuestros datos con los del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático), podemos decir que este es el año más caluroso en los últimos 125.000 años", afirmó Samantha Burgess, subdirectora del Servicio de Cambio Climático Copernicus. Pero esta afirmación generó muchas dudas y controversias, al fin y al cabo, ¿cómo pueden los científicos conocer la temperatura media de la Tierra hace cientos de miles de años?
Paleoclimatología: la ciencia que nos habla del pasado
El área de la meteorología que realiza análisis y comparaciones con el clima de la Tierra desde un pasado muy lejano, del orden de decenas a cientos de miles de años, se llama paleoclimatología. A través de la paleoclimatología podemos hacer este tipo de comparaciones con períodos muy antiguos de la historia de la Tierra.
Es la ciencia que estudia las condiciones climáticas de eras geológicas pasadas en la Tierra, a través de datos proxy, extraídos de registros naturales bien conservados.
Pero, ¿cómo estudian los científicos los datos de un período en la Tierra en el que no había civilización ni instrumentos meteorológicos? Realmente no es una tarea fácil reconstruir el clima pasado y para llevar a cabo simulaciones numéricas con modelos de supercomputadoras necesitamos que se inserte alguna información o datos observados como entrada al modelo. ¿Y qué datos son estos?
Como los paleoclimatólogos no pueden confiar en los datos obtenidos directamente, recurren a fuentes indirectas de información, los llamados proxies. Los datos proxy son marcas o impresiones dejadas en la naturaleza durante climas pasados, que se han conservado a lo largo de los años.
Estas impresiones se conservan en el fondo de océanos y lagos, en fósiles de plantas y animales, congelados en glaciares, marcadas en los núcleos de árboles, conservadas en estalagmitas dentro de cuevas, entre otros lugares. Expliquemos brevemente algunos de ellos:
- Núcleos de hielo: los núcleos de hielo profundos, extraídos de los lagos antárticos o de la capa de hielo de Groenlandia, por ejemplo, contienen varias capas, cada una de ellas formada en un período diferente en la Tierra. Estas capas tienen gases atrapados, isótopos de oxígeno, polen, polvo y otro tipo de registros que pueden describir el clima de la época en la que quedaron atrapadas, además de proporcionar pistas sobre erupciones volcánicas e incendios forestales ocurridos en el pasado;
- Anillos de los árboles: los anillos identificados en el interior de los troncos de los árboles, además de poder decirnos las edades de los árboles, pueden darnos información sobre la temperatura y precipitación para cada año de vida del árbol, a través del grosor de cada anillo. Esto se debe a que el crecimiento de las plantas depende en gran medida de las variaciones climáticas;
- Núcleos de sedimentos: capas de sedimentos de distintos tipos, como carbón y restos de organismos (como diatomeas), conservados en el fondo de océanos y lagos, pueden darnos información sobre incendios pasados (en el caso del carbón) y las condiciones climáticas. que han sido propensos a cierto tipo de organismo en el pasado.
- Corales: los corales, al igual que los árboles, también forman anillos de crecimiento que pueden darnos información sobre la temperatura y los nutrientes presentes en el océano cuando se formaron.
Algunos de estos proxies tienen la capacidad de retener información de hace cientos de años, otros de hace miles de años y otros pueden darnos pistas sobre el clima de hace millones de años. Por ejemplo, el descubrimiento de tocones de palmeras fósiles en Alaska y restos de caimanes en el Círculo Polar Ártico sugieren que esta región polar era un paisaje tropical hace 52 millones de años.
Con esta información que nos proporciona la propia naturaleza y nuestras actuales capacidades de simulación numérica, podemos crear un perfil no sólo de temperatura, sino también de concentración de gases (como el dióxido de carbono), hace cientos de miles de años, que nos permite realizar comparaciones con el clima actual.