Lluvias buenas, lluvias malas
Tras una semana con lluvias persistentes, y en algunos casos, cuantiosas, hay quien dice que tanta agua perjudica más que beneficia debido al enorme daño que produce. ¿Es realmente así?
Hacía tiempo que no teníamos un episodio de lluvias tan continuadas en nuestro país. Si bien es cierto que las precipitaciones han ido evolucionando de principios de semana hasta hoy, en algunos lugares han caído durante muchas horas o días seguidos.
Todos somos conscientes de que la lluvia, en un país geográficamente tan especial como el nuestro, es necesaria. En pocos kilómetros cuadrados tenemos zonas climáticas muy distintas, y esto nos obliga a almacenar el agua de la lluvia en los embalses. Pero muchas de las tormentas que hemos vivido estos días han caído en ciudades, provocando puntualmente inundaciones. También hemos visto ríos y barrancos a punto de desbordarse, al igual que playas destrozadas por el temporal de mar.
Siempre que nos encontramos con situaciones como esta, algo que se repite cada año, muchos se ponen a juzgar si esta lluvia ha sido beneficiosa o perjudicial. ¿Tenemos argumentos para poder contestar a esta pregunta? Evidentemente. Vamos a ver algunos factores que nos ayudarán a dar una respuesta al dilema que se presenta cada otoño en España.
Cuando la lluvia hace daño
Posteriormente recordaremos por qué la lluvia es tan beneficiosa. Pero antes, sí es cierto que en algunas ocasiones la forma en la que llueve en nuestra latitud hace que se produzcan muchas incidencias. Pero... ¿de quién es la culpa de que esto suceda?
En España las precipitaciones caen de forma caprichosa algunas veces. No tenemos un clima como el de Inglaterra, por ejemplo, en el que los frentes, uno tras otro, van pasando y dejando un tipo de lluvia que la mayoría de veces cae de forma débil y durante unas horas casi cada día. Aquí podemos llegar a tener desde frentes atlánticos hasta borrascas, que en algunos puntos de España, como en el sur y en el Mediterráneo, pueden dejar lluvias torrenciales e imágenes que dan la vuelta al mundo.
Sin duda, que una ciudad se inunde en un episodio así no convierte a la lluvia en culpable. Somos nosotros quienes hemos construido ciudades con una estructura en forma de calles que canalizan el agua y con alcantarillas que no soportan mucha cantidad de lluvia en poco tiempo. Hay que respetar el camino libre del agua. Tampoco la naturaleza es la culpable de que una playa desaparezca en un temporal de levante y un paseo marítimo quede destrozado. El mar, así como los ríos, necesita su espacio. Nosotros no lo respetamos.
Identificando culpables
¿Es la lluvia la que provoca tantos daños, o somos nosotros quienes no hacemos las cosas bien? Imaginémonos el lugar que ocupa una ciudad sin nada edificado. En caso de tormenta, un río bajaría crecido, quizá inundando espacios, y tiempo después todo volvería a la normalidad. Pero el cemento y el asfalto impiden que esto suceda, provocando, además, daños millonarios cuando caen muros, se inundan garajes, barrancos se llevan coches o gente pierde la vida.
Hay también quien dice que la lluvia cerca de la costa no sirve de nada, sino que solo provoca problemas. Evidentemente, lluvias intensas en el interior o en montañas permiten llenar embalses, pero la lluvia es necesaria incluso a pocos metros de la playa. Vegetación, animales, limpieza del aire... todo son beneficios por mucho a que alguno le moleste.
Así que antes de juzgar si la lluvia es buena o es mala, hay que reflexionar un poco sobre todo lo que acabamos de comentar. Puede arruinarnos un día de playa o de montaña, pero la lluvia es tan imprescindible que sin ella, la vida en la Tierra sería imposible. Y cuando veamos que el agua arrastra coches o hace caer muros, pensemos por qué ha sucedido e identifiquemos quién es el responsable.
Todos queremos agua para poder beber, para lavarnos, para limpiar, para nuestras plantas, para los bosques... necesitamos agua para todo, incluso para fabricar el teléfono móvil o el ordenador con el que ahora mismo estaréis leyendo estas líneas. No somos conscientes de lo necesaria que es. Incluso, para respirar.