Llega el equinoccio de primavera: ¿cómo nos afecta psicológicamente el cambio de estación?
Si los días se alargan e invitan a activarse, pero sientes un cansancio inexplicable, sufres un trastorno adaptativo muy común: la astenia. Te contamos cómo minimizar sus efectos y cuánto dura.
Se acerca el final del invierno y, con él, nos despedimos de sus días cortos y más fríos. Unos meses en los que nuestro organismo estuvo ajustando los niveles de hormonas y neurotransmisores a una menor exposición solar. Ahora, con la llegada de la primavera y su inseparable cambio de hora en marzo, los días serán mucho más largos y el sol tendrá más presencia en nuestras vidas.
Sin embargo, es posible que no todas las personas logren adaptar rápidamente sus niveles de estas sustancias a las nuevas condiciones y exigencias externas. Bienvenidos a una época de cambios conductuales y sociales que también tendrán efecto en nuestra salud emocional.
La exposición al sol, decisiva para la actividad neuronal
En invierno, cuando es mayor el número de horas que pasamos en la oscuridad, nuestro cerebro genera una mayor cantidad de melatonina, una neurohormona que ayuda a inducir el sueño.
La menor exposición a la radiación solar también produce un ajuste a la baja en los niveles de serotonina, un neurotransmisor que realiza importantes funciones fisiológicas y del comportamiento, entre ellas, la regulación del estado de ánimo.
Con la llegada de la primavera, disfrutamos de más horas de sol, y el cerebro reacciona a la intensidad lumínica invirtiendo la producción de ambas sustancias. En consecuencia, necesitamos dormir menos horas y, además, nos sentimos más expansivos y con ánimo de disfrutar más tiempo al aire libre y de una mayor actividad social y recreativa.
De hecho, en personas con problemas de salud mental, como el trastorno bipolar, estas reacciones que se producen en el cerebro se ven especialmente enfatizadas. Por ello, es común que aparezcan episodios de manía, caracterizados por euforia, impulsividad, aumento de la energía y disminución de la necesidad de dormir.
En sentido opuesto, también hay quienes no son capaces de adaptarse rápidamente al aumento de la exposición al sol. Es lo que se conoce como astenia primaveral que, según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), afecta a más de dos millones de personas en España cada año.
Cuando la primavera nos agota
La astenia primaveral, que no está considerada una patología sino un trastorno adaptativo, es un fenómeno común asociado a las variaciones en la exposición solar, los cambios en los ritmos circadianos y otros factores biológicos y ambientales relacionados con la llegada de la primavera.
Se manifiesta a través del cansancio y el agotamiento físico, la dificultad para conciliar el sueño y para concentrarse. E incluso con la disminución de la libido o deseo sexual.
En resumidas cuentas, se caracteriza por la falta de energía para realizar actividades cotidianas que, de repente, se vuelven cuesta arriba. La buena noticia es que la mayoría de nosotros nos adaptaremos a la nueva estación en un plazo de unas dos semanas.
Pero si te cuesta más, y aunque no existen medicamentos para combatirla, hay medidas que podemos adoptar para minimizar sus efectos.
Sobreponerse a la astenia primaveral
Existe una serie de hábitos saludables que pueden ayudarnos a reducir las posibilidades de padecer astenia primaveral o a librarnos de ella más rápidamente. Toma nota:
Haz ejercicio a diario
La actividad física te ayudará a mantener a raya el estrés y conciliar mejor el sueño. Además, está relacionada con el aumento de la segregación de los niveles de serotonina.
Adapta la alimentación a las nuevas temperaturas
Es el momento de dejar de lado las comidas calóricas que resultaban tan reconfortantes en los días fríos del invierno y reconciliarnos con las frutas y verduras frescas, fuente extraordinaria de vitaminas naturales.
Cuida tu sueño
Dormir lo suficiente es necesario para un funcionamiento cognitivo óptimo, para la restauración física de nuestro cuerpo e incluso para mejorar el estado de ánimo. No olvides que, durante el sueño, el cuerpo y la mente se recuperan del estrés físico y emocional del día.
Hidrátate
Cuando soportamos temperaturas elevadas, nuestro organismo pierde más líquidos. Necesitamos reponerlos para evitar la deshidratación, que eleva la sensación de cansancio.
Anticípate al cambio de horario
Adapta tus rutinas de manera paulatina según se acerque el momento de adelantar una hora el reloj, lo que sucederá la madrugada del último domingo de marzo.