Llega el buen tiempo y la contaminación
Ha sido llegar el buen tiempo, es decir, el sol y las altas temperaturas, y que los niveles de contaminación de Madrid y otras grandes ciudades se disparasen. Igual el "buen tiempo" no es tan bueno como lo pintan.
El problema de la contaminación en las grandes ciudades es algo acuciante y todas ellas tienen medidas para aliviar los niveles excesivos de polución. En el caso de Madrid, la alta concentración de diversos contaminantes lleva aparejada la activación de protocolos que llegan a limitar el acceso del transporte privado al centro de la ciudad.
La evolución de los niveles de contaminación en un área ha de tener en cuenta dos factores: la cantidad de emisiones y la situación meteorológica.
La cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero y de partículas en suspensión en las ciudades está claramente relacionada con el tráfico rodado y las calefacciones de combustión, tanto de combustibles fósiles como el carbón, gasoil o gas, como combustibles de origen vegetal como madera, pellets, briquetas, etc. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los efectos de la contaminación atmosférica urbana sobre la salud de las personas van desde el aumento del riesgo de padecer enfermedades respiratorias agudas, como la neumonía, y crónicas, como el cáncer del pulmón y las enfermedades cardiovasculares. Los efectos son más graves en los grupos más vulnerables como personas con enfermedades previas, niños y ancianos.
El buen tiempo igual no es tan bueno
Si bien lo único que está bajo el control del ser humano es reducir las emisiones, parece que hay que buscar un culpable. La mejor excusa es culpar a la meteorología. Es decir, la culpa no es del que ensucia sino del que no barre. Cuando la situación meteorológica es tranquila y estable, casi todo el mundo dice que hace "buen tiempo", aunque para algunos el buen tiempo sea frío y lluvia. Estas situaciones de estabilidad se caracterizan por poco viento y precipitación y están, normalmente, asociadas a la presencia de un anticiclón (altas presiones). Éste es el caso que tenemos estos días sobre la península y por lo que se están batiendo récords de temperatura en marzo.
Las altas presiones se pueden explicar como aire que desciende y presiona hacia el suelo haciendo de tapadera para que el aire caliente proveniente de las emisiones del transporte y las calefacciones se escape hacia capas más altas de la atmósfera.
Además, las situaciones de buen tiempo en invierno cuando aún el aire está frío en superficie durante la noche favorecen la aparición de inversiones térmicas. Al igual que los globos aerostáticos o el humo, el aire caliente asciende, en realidad más bien flota en aire más frío ya que el primero tiene menor densidad, igual que un corcho en el agua. En la mayoría de los días el aire está más frío según aumenta la altitud. Así pues, el aire junto al suelo es más cálido debido a que es calentado por el calor que desprende el suelo al ser, a su vez, calentado por el sol (el sol no es el que calienta el aire directamente). En el caso de noches invernales de anticiclón, con pocas nubes y sin viento, el calor del suelo se escapa muy rápidamente, dando lugar a heladas nocturnas y, en algunas ocasiones, a una capa de aire más caliente que está fuera de su sitio, es decir, junto al suelo. Al enfriarse el suelo tan rápidamente se ha quedado aislada más alta de lo normal. Cuando hay inversión térmica hace más frío en el valle que en la montaña, ya que el aire cálido calienta las capas altas dejando el frío abajo. Este fenómeno tiene varias consecuencias, por ejemplo, la formación de nieblas que vistas desde arriba dan lugar a los mares de nubes. Y algo que tiene que ver con la contaminación: a hacer de tapadera adicional para que la polución no tenga escapatoria.
La situación meteorológica de altas presiones (anticiclón) en invierno es normalmente bastante duradera en el tiempo dando lugar a descensos de aire e inversiones térmicas. Pero esto no lo podemos cambiar, es algo debido a la rotación de la Tierra y a la energía del Sol.
Creemos que la contaminación solo afecta a las grandes ciudades pero sus alrededores también se ven afectados. Para lograr una reducción en la concentración de contaminantes sólo podemos incidir en la cantidad de emisiones. Esta disminución ha de realizarse de forma permanente porque, actualmente, las concentraciones bajan debido al viento y la lluvia de las borrascas que actúan como escoba barriendo la suciedad debajo de la alfombra.