¿Conoces la leyenda de la isla fantasma de San Borondón, en Canarias?
¿Existe en Canarias una isla que aparece y desaparece? San Borondón ha sido avistada y representada en mapas, pero nadie ha podido probar su existencia, aunque su historia sigue muy arraigada en el archipiélago.
¿Una isla que aparece y desaparece sin dejar rastro? Considerada por muchos canarios como una isla más, la de San Borondón es una de las leyendas más populares y arraigadas de Canarias. Es tal su importancia, que hoy en día se pueden encontrar numerosas avenidas, calles o barrios que llevan su nombre. Y detrás hay una historia muy fascinante.
La sorprendente historia del monje San Brandán
Documentada por primera vez en el siglo IX, la isla debe su nombre a San Brandán el Navegante (San Borondón en castellano), un monje irlandés que evangelizó hacia el siglo VI las aguas del mar del Norte en “currach”, unas embarcaciones realizadas con cuero, con la que consiguió desembarcar en lugares tan inhóspitos como las islas Feroe o Groenlandia.
En uno de sus viajes más al sur, cuenta la leyenda que San Brandán llegó varios años después a una isla que aparecía y desaparecía, no por causas meteorológicas, sino porque se trataba de un pez gigante que posteriormente guió al monje a un paraíso terrenal isleño: la novena isla de las Canarias, la que sería conocida posteriormente como San Borondón.
Expediciones en busca de una isla que durante siglos se pensó que existía
La isla de San Borondón apareció cartografiada por primera vez en el planisferio de Hereford, fechado en 1290, en el que aparece la siguiente inscripción: “las seis Islas Afortunadas son las Islas de San Brandán”. En cambio, el Mapamundi de Ebstorf, contemporáneo al anterior, es más prudente al afirmar que “San Brandán la descubrió, pero nadie la ha encontrado desde entonces”.
En los siglos posteriores, las expediciones no cesaron, y San Borondón se seguía representando en los mapas de la época al oeste de Canarias. Su importancia fue tal, que en el Tratado de Alcáçovas (1479) que firmaron España y Portugal para repartirse los territorios de un Atlántico todavía inexplorado, se incluyó a San Borondón en el archipiélago canario.
Por aquel entonces, se decía que la isla se situaba a unos 200 kilómetros al suroeste de La Palma, y tendría unos 480 kilómetros de largo y 155 de ancho, aproximadamente, contando con dos grandes volcanes en cada extremo. Hay relatos de exploradores y marineros que afirman que llegaron a desembarcar en San Borondón. No obstante, poco a poco la isla fue cayendo en el olvido, y apareció representada por última vez en la Carta Geográfica de Gautier (1755), poco después de la última expedición oficial, dirigida por Gaspar Domínguez.
Fue fotografiada en 1958 desde el... ¡caserío de San Borondón!
A mediados del siglo XX, la leyenda de San Borondón irrumpió en el noticiero español. El 10 de agosto de 1958, Manuel Rodríguez Quintero conseguía tomar lo que parecía ser la primera fotografía de la isla fantasma, que fue publicada por el diario ACB. ¿Y desde dónde se captó la instantánea? Desde el caserío de... ¡San Borondón! en el sur de Tazacorte (La Palma), que hoy en día está amenazado por las coladas de lava de la erupción del nuevo volcán de Cumbre Vieja.
Las condiciones meteorológicas y los espejismos podrían explicar el misterio
En las imágenes captadas por Rodríguez Quintero, se aprecia lo que parece ser una capa de bruma sobre la superficie marina, por lo que probablemente, los supuestos avistamientos se debieron tratar de una ilusión óptica producida por la reflexión de la luz bajo determinadas condiciones atmosféricas. También podría ser una acumulación de nubes.
La opción que gana más puntos es la del fenómeno conocido como “fata morgana”, un espejismo que se produce cuando hay distintas capas de aire con densidades diferentes, habitualmente en situación de inversión térmica, provocando la refracción de los rayos de luz, dando lugar a los singulares espejismos que recuerdan a islas, árboles, barcos o a ciudades que flotan sobre el mar. A veces, aparece una imagen invertida de los objetos situados en el horizonte, que pasamos a ver situados por encima de su posición original.
No obstante, exista o no, el pueblo canario siempre ha sentido mucho cariño por la leyenda, restando importancia al hecho de que haya existido o no físicamente alguna vez tal isla, ya que su pervivencia en el folklore canario la convierte en algo real. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos con estas líneas del poeta canario Luis Álvarez Cruz, que escribió: "San Borondón… ¡Oh, mito fantástico de bruma, tierra intacta y fugaz, divina y deslumbrante! Yo te amo, extraña isla que surges entre espuma y entre espuma te hundes y borras al instante". Por si acaso, en tu próxima visita a Canarias otea el horizonte por si consigues avistar San Borondón.