Las tormentas de arena aumentan en todo el mundo, la ONU alerta de sus efectos sobre la salud humana
La frecuencia de las tormentas de arena y polvo ha aumentado en muchas partes del mundo. La ONU advierte de las implicaciones de estos imponentes fenómenos naturales para la salud humana.
Las tierras áridas del mundo suelen verse afectadas por tormentas de arena y polvo, que se producen cuando vientos muy fuertes y turbulentos erosionan pequeñas partículas de las superficies del suelo con poca o ninguna vegetación y levantan grandes cantidades de arena y polvo, transportándolas a grandes distancias.
Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), estas tormentas son cada vez más frecuentes en algunas regiones del mundo, y al menos el 25% del fenómeno se atribuye a actividades provocadas por el hombre.
Aunque estos fenómenos son importantes para el funcionamiento de diversos ecosistemas, están asociados a numerosos impactos que afectan negativamente al rendimiento y la productividad de los cultivos, los árboles, los pastos y el ganado, al bienestar socioeconómico de las personas, pero también a su salud, como veremos a continuación.
También pueden interrumpir las cadenas de suministro, el transporte, la generación de energía y las comunicaciones debido a la escasa visibilidad y a los fallos mecánicos que induce el polvo. Se calcula que cada año entran en la atmósfera 2000 millones de toneladas de arena y polvo, una cantidad equivalente en peso a 350 Grandes Pirámides de Giza.
Aunque estos fenómenos naturales regionales son comunes y estacionales, el problema se ha agravado por la acción del hombre, como el cambio climático, la mala gestión de la tierra y el agua y las sequías. Pueden ocurrir en todos los países, pero es en las naciones en desarrollo donde las amenazas son mayores.
El aumento de la desertificación como consecuencia de la actividad humana ha provocado un incremento del número de estas tormentas, lo que hace más urgente la necesidad de una acción internacional para mitigar sus efectos nocivos, sobre todo para la salud humana.
Alerta mundial por tormentas de arena y polvo
Esta advertencia, acompañada de recomendaciones políticas, se produjo en un momento en que se celebraba en Samarcanda (Uzbekistán) una reunión de cinco días para hacer balance de los avances mundiales en la aplicación de la CNULD.
La reunión, celebrada del 13 al 17 de noviembre, fue la vigésimo primera sesión del Comité de Examen de la Aplicación de la Convención (CRIC 21) de la CNULD e incluyó una sesión de alto nivel sobre el tratamiento de los efectos de la arena y el polvo en diversos sectores, como la salud humana, la calidad del agua y el aire, el transporte, la industria y la agricultura mundial.
Según el Secretario Ejecutivo de la CNULD, Ibrahim Thiaw, las oscuras nubes de arena y polvo son uno de los espectáculos más imponentes de la naturaleza y causan estragos en todo el planeta, desde el norte y centro de Asia hasta el África subsahariana.
En algunas regiones, el polvo del desierto se ha duplicado en el último siglo. También se reveló que la Tierra pierde cada año casi un millón de kilómetros cuadrados de tierras sanas y productivas.
Consecuencias para la salud humana
Aunque las tormentas de arena y polvo pueden tener efectos beneficiosos, como ya se ha mencionado, ayudando a fertilizar los entornos terrestres y transportando nutrientes a los ecosistemas marinos, también presentan diversos peligros para la salud humana. Durante estos fenómenos, las partículas finas de polvo son transportadas a niveles altos de la troposfera, donde los vientos las proyectan a grandes distancias.
Estas partículas finas pueden ser mortales para las personas que padecen ciertas dolencias o enfermedades. El tamaño de las partículas de polvo es un factor determinante del peligro potencial para la salud.
Las partículas de más de 10 micrómetros no son respirables y pueden dañar los órganos externos, provocando irritación cutánea y ocular, conjuntivitis y propensión a las infecciones oculares. Por su parte, las partículas inhalables suelen quedar atrapadas en la boca, la nariz y las vías respiratorias superiores y pueden causar enfermedades como silicosis, rinitis alérgica, neumonía, traqueítis y asma.
Estas partículas son especialmente adversas para los miembros de las poblaciones de riesgo, sobre todo los que padecen enfermedades cardiopulmonares preexistentes, como el asma infantil, que pueden tener una mayor morbilidad o mortalidad durante uno de estos eventos.
Referencia de la noticia
FAO. Sand and dust storms - A guide to mitigation, adaptation, policy and risk management measures in agriculture. (2023).