Las nuevas variedades de vid que llegan a España para la superviviencia del sector al cambio climático

El cambio climático propicia el desarrollo de nuevas variedades de vid, diseñadas o recuperadas para resistir temperaturas extremas y sequías, garantizando la calidad y sostenibilidad de la producción vinícola en el futuro.

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La vid, un cultivo fuertemente afectado por el cambio climático

El cambio climático hemos de considerarlo como una realidad ineludible que afecta a diversos sectores, incluyendo la viticultura. Con datos de temperaturas en aumento, lluvias más irregulares y eventos climáticos extremos, los viticultores tienen el enorme desafío de mantener la calidad y productividad de sus viñedos, un cultivo que además es extremadamente sensible.

En respuesta a todo este revuelo climático, muchos son los científicos y agricultores que están desarrollando y promoviendo la recuperación de variedades de vid mejor adaptadas a estas nuevas condiciones, marcando una revolución en el mundo del vino.

Se habla ya de variedades nuevas o muy antiguas, que estaban en extinción y ahora vuelven a los campos españoles, entre ellas podemos destacar nombres como la Giró (Alicante), la Benedicto, la Amparo o la Moribel, entre otras muchas.

Adaptación al cambio climático

El calentamiento global está impactando gravemente en la fenología de la vid, alterando el ciclo de maduración de las uvas, así como provocando graves pérdidas de calidad en el producto principal del vino.

Algunas variedades tradicionales como el tempranillo, u otras internacionales como el Cabernet Sauvignon o el Merlot, están experimentando problemas serios de maduración y pérdida de acidez, elementos cruciales para la calidad de los vinos.

Por ello, las investigaciones recientes se centran en identificar y cultivar aquellas variedades de uva que puedan soportar mejor las altas temperaturas y la sequía extrema que sufre el cultivo durante los meses de verano.

Investigación constante

España es uno de los mayores productores de vino del mundo, y podemos decir, que a nivel mundial está a la vanguardia en la investigación para desarrollar y adaptar nuevas variedades de vid resistentes al cambio climático. Varios estudios y proyectos son los que se están llevando a cabo en diferentes regiones del país.

Proyecto VITISAD

El Proyecto VITISAD, liderado por la Universidad de La Rioja, se centra en la adaptación de las variedades de vid al cambio climático. Este proyecto estudia cómo diferentes variedades responden a las variaciones climáticas extremas, identificando aquellas que mejor se adaptan a estas nuevas condiciones.

Los expertos están trabajando con variedades autóctonas y también con nuevas cepas híbridas, analizando su resistencia a la sequía, la capacidad de retención de agua y la calidad del fruto, en este caso, la uva.

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La investigación constante, un alivio para el viñedo español

Instituto de ciencias de la vid y del vino (ICVV)

El ICVV, una colaboración entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de La Rioja y el Gobierno de La Rioja, está llevando a cabo estudios detallados sobre la genética de la vid y su respuesta al cambio climático.

Estos estudios buscan no solo mejorar la resistencia al tiempo extremo, sino también mantener y realzar las características organolépticas que distinguen a los vinos catalanes.

Entre sus trabajos se incluye la identificación de marcadores genéticos asociados con la resistencia al estrés hídrico y térmico, lo que permite el desarrollo de programas de mejora genética más efectivos.

Programa de mejora genética de la vid en Cataluña

En Cataluña, una región con un gran valor e historia vitivinícola, el Instituto Catalán de la Vid y el Vino (INCAVI) está trabajando en los aspectos de mejora genética de la vid, enfocándose en variedades locales como la Garnacha y la Cariñena, muy conocidas entre los amantes del vino.

Implicaciones para la viticultura

El desarrollo de nuevas variedades de vid mejor adaptadas al cambio climático tiene varias implicaciones positivas para la viticultura.

Sostenibilidad

Variedades resistentes al calor y la sequía reducen la necesidad de riego y otros recursos, promoviendo prácticas vitivinícolas más sostenibles.

Calidad del vino

Adaptar las variedades al clima cambiante asegura que la calidad del vino no se vea comprometida, permitiendo a las bodegas mantener altos estándares de producción.

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En la calidad final del vino, la uva y el viñedo tienen gran influencia

Diversidad genética

Introducir nuevas variedades aumenta la diversidad genética en los viñedos, lo que puede contribuir a una mayor resistencia general a enfermedades y plagas.

Estamos, por tanto, ante el boom en el auge y valor de nuevas variedades de vid adaptadas al cambio climático, lo cuál representa una evolución necesaria y positiva para la viticultura global.

España, con sus esfuerzos de investigación y desarrollo, está liderando este cambio, asegurando que sus vinos continúen siendo de alta calidad y sostenibles en el futuro.