¿Las nuevas danas golpean más fuerte? La reflexión del meteorólogo José Miguel Viñas

Las consecuencias devastadoras de la última DANA certifican la intensificación de un fenómeno meteorológico que ahora tiene un mayor alcance espacial y es más frecuente.

Impacto de la DANA
Los municipios situados al sur de la ciudad de Valencia han sufrido de lleno el impacto de la DANA. Fotografía de Juanjo Villena.

Han pasado cinco días desde la DANA golpeó con toda su violencia a la provincia de Valencia y seguimos en estado de shock, asimilando las consecuencias devastadoras de una tragedia mayúscula, cuya magnitud –en términos de víctimas mortales– todavía no se ha cuantificado. Se han publicado infinidad de informaciones, han circulado todo tipo de opiniones y desde Meteored hemos hecho una cobertura y un seguimiento sin precedentes del antes, durante y después del 29 de octubre de 2024.

En las siguientes líneas pondremos el foco de atención en el carácter extraordinario de esta DANA, que ha tenido lugar en un contexto climático y meteorológico distinto al que había hace años, cuando también ocurrieron episodios de lluvias torrenciales en el Mediterráneo similares, pero con algunas diferencias reseñables, que pasamos a comentar.

Alcance espacial, duración y adversidad

En el largo historial de gotas frías/danas de consecuencias devastadoras en España, hasta hace no mucho los episodios se localizaban preferentemente en el Mediterráneo, con mayor o menor alcance y magnitud en cada caso. Si bien la zona cero castigada por esta DANA se ha localizado en la provincia de Valencia, han sido muchas más las zonas peninsulares que han sufrido sus impactos de forma directa.

Por un lado, ha sido muy llamativo que muchas de las afectaciones hayan ocurrido en lugares bastante alejados de la costa, bastante al interior, fuera del área de influencia mediterránea. El despliegue de fenómenos de alto impacto se ha extendido durante casi una semana (otra singularidad) por zonas muy diversas y alejadas entre sí del sur y este de la Península y también de Baleares.

Se han documentado varios tornados muy violentos, vientos huracanados, fortísimo aparato eléctrico (rayos) y granizadas que han dejado piedras de hielo del tamaño de pelotas de golf, como las que cayeron en la localidad almeriense de El Ejido el pasado lunes. A todo eso hay que sumar la lluvia torrencial caída –aparte de en Valencia– en lugares como Huelva, Cádiz, Málaga, Albacete, Castellón, Teruel o Tarragona, por citar solo algunas de las provincias donde impactó la DANA.

Esta DANA ha sido una de las más devastadoras de los últimos siglo en España: precipitaciones extremas y grandes crecidas en una zona con una densidad altísima de población.

Se ha dicho también que no ha sido el episodio en el que se han alcanzado las mayores cantidades de lluvia acumulada en 24 horas. Cuando se tira de archivo climatológico se puede comprobar que así es, a pesar de lo cual esta DANA ha dejado un récord absoluto pluviométrico (a falta de verificación definitiva por parte de AEMET). La estación meteorológica que registró una mayor cantidad de lluvia el pasado martes, 29 de octubre fue una localizada en el municipio valenciano de Turís, en la Ribera Alta.

Récord de lluvia de Turís
Las lluvias torrenciales caídas en la localidad valenciana de Turís han establecido un nuevo récord de precipitación máxima horaria en España. Fuente: AEMET

Allí se contabilizaron ese día 618 l/m2, si bien puede que finalmente sea una cantidad significativamente mayor, ya que –hasta la fecha– no se han podido recuperar los datos registrados durante una hora de ese fatídico martes. Tras analizar el registro de las 23 horas disponibles se ha podido certificar que hubo una precipitación máxima en una hora de 179,4 l/m2, lo que supone un nuevo récord de intensidad pluviométrica horaria en España.

Un patrón meteorológico recurrente

Cada vez hay más señales que apuntan en la misma dirección: la de una intensificación creciente de los fenómenos meteorológicos que ya de por sí son extremos, generados en entornos tormentosos. Esta última DANA y algunas de las ocurridas en los últimos años certifican los cambios que empiezan a observarse tanto en la circulación atmosférica en nuestro entorno geográfico, como en la mayor cantidad de energía disponible en la troposfera.

La clásica “situación en omega”, que se explica en los tratados de meteorología y climatología se está convirtiendo en un patrón dominante, fruto de la alteración a la que se está viendo sometido el comportamiento atmosférico en latitudes medias. Las masas de aire subtropical están ganando terreno; extienden su radio de acción cada vez más hacia el norte, ayudadas por ese patrón meteorológico.

Situación en omega
La clásica situación en omega está empezando a convertirse en un patrón meteorológico recurrente en el marco del calentamiento global. Fuente: Peter Dynes (@PGDynes)

Se producen numerosas incursiones de potentes dorsales de aire subtropical hacia latitudes medias y altas, lo que dispara las temperaturas (aumento de las olas de calor) y las sequías. Estas condiciones, cada vez más frecuentes y extremas, se ven interrumpidas bruscamente por entradas de aire frío, formándose vaguadas que en muchos casos culminan con la formación de las danas.

Bajo esas nuevas condiciones de contorno, los fenómenos meteorológicos adversos que nos afectan llevan ya casi siempre la “firma de agua” subtropical, lo que explica el carácter más extremo de las tormentas, frentes o danas. El nuevo patrón nos lleva a situaciones extremas de distinto signo: sequías duraderas y olas de calor (o largos periodos con anomalías cálidas), por un lado, y episodios de precipitaciones extremas de alto impacto y consecuencias catastróficas, tal y como ha ocurrido esta semana con la DANA.

El comportamiento meteorológico está cambiando delante de nuestras narices, de forma acelerada. De una DANA otoñal ya no únicamente cabe esperar un episodio de lluvias torrenciales en el Mediterráneo, aunque es allí donde sigue siendo más probable que se produzcan inundaciones catastróficas.

Las danas se están fortaleciendo, con fenómenos asociados a ellas cada vez más violentos, son más frecuentes e impactan cada vez en más zonas. Estos cambios nos están pillando fuera de juego, con consecuencias tan dolorosas como las que estamos viviendo estos días.