La fauna exótica invasora más dañina de España
Las especies exóticas invasoras son especies foráneas (animales o vegetales), que los seres humanos introducen en el medio artificialmente, ya sea de forma intencionada o accidental, las cuales con el paso del tiempo consiguen adaptarse al nuevo medio, colonizándolo.
En la antigüedad, las cordilleras y océanos del mundo formaban una gran barrera natural muy difícil de superar para cualquier especie, por eso la mayor parte de los ecosistemas evolucionaron de forma relativamente aislada. Con el paso de los años, debido a las primeras migraciones humanas, comenzaron los movimientos intencionados de especies exóticas. No obstante, la cantidad y frecuencia de introducciones de especies foráneas en tiempos pasados fue mucho menor que en la actualidad, debido al exponencial incremento del comercio y del movimiento mundial de personas acontecido en las últimas décadas.
Las invasoras son especies que por sus características, su biología y su área de distribución natural, nunca hubiesen llegado de forma natural y por sí mismas a los países en los cuales se han introducido. Una vez en el nuevo medio, provocan una fuerte competencia y lucha con las especies autóctonas, las cuales, al no haber tenido jamás contacto ni haber evolucionado junto a las invasoras, les resulta difícil competir. Por tanto, son desplazadas de su propio medio y en algunas ocasiones más extremas mueren, llegando a reducir su población hasta la extinción, con el consecuente daño para el nuevo ecosistema.
De hecho, la introducción de estas especies es, según la ONU, la segunda causa de pérdida de biodiversidad a nivel mundial y la primera en ecosistemas insulares, provocando además que en Europa, una de cada tres especies esté en peligro crítico de extinción debido a esta amenaza.
El daño económico generado por las especies invasoras es de gran magnitud
Además del daño medioambiental, el daño económico generado por este fenómeno es de gran magnitud, ya que al afectar negativamente a muchas especies autóctonas, se pueden generar grandes pérdidas en actividades económicas relacionadas con la agricultura, la ganadería o la pesca. Otro gran problema de las especies invasoras, es que su control es muy difícil, por no decir casi imposible en muchos casos, tanto a la hora de estabilizar o reducir sus poblaciones, como por la disponibilidad económica y de recursos para llevarlo a cabo.
Según cálculos del Fondo Mundial para la Naturaleza, este problema supone para la Unión Europea una inversión aproximada de 12.500 millones de euros anuales, junto con los problemas para la salud de los ciudadanos y del medioambiente que ya de por sí lleva asociados. En cuanto a las especies invasoras que podemos considerar más dañinas para los ecosistemas españoles, tenemos las siguientes:
Cangrejo Americano (Procambarus clarkii)
Es originario de México y centro-sur de USA, fue introducido en los ríos españoles a mediados de los años 70, para su aprovechamiento pesquero y más en concreto en las marismas del Guadalquivir (Sevilla), en 1974. El problema de esta especie, es que al ser de mayor tamaño, más voraz y competitivo que el cangrejo de río autóctono (Austropotamobius pallipes lusitanicus), este último ha sido llevado hasta el peligro de extinción en nuestro país. Así mismo, importó un hongo de origen americano que provoca una enfermedad denominada afanomicosis, la cual también ha favorecido el rápido declive del autóctono.
Galápago de Florida (Trachemys scripta elegans)
También denominado “de orejas rojas”, procede del suroeste de los Estados Unidos y se ha extendido con gran rapidez a nivel mundial debido a su venta como mascota y su posterior puesta en libertad por los dueños. Es una de las especies invasoras más peligrosas de nuestro país, pues se ha adaptado muy bien a nuestros ríos y charcas. Además, tiene mayor fortaleza y agilidad que nuestras especies autóctonas, el galápago europeo (Emys orbicularis) y el galápago leproso (Mauremys leprosa), desplazándolos y transmitiéndoles patógenos y enfermedades. Su comercialización está prohibida.
Mejillón cebra (Dreissena polymorpha)
Es un molusco bivalvo de agua dulce, originario de los mares Caspio, Negro y Aral, que se extendió posteriormente por gran parte del mundo a través de los barcos de transporte de mercancías y personas. Su aparición en España tuvo lugar en el año 2001. Tiene una alta tolerancia a los cambios de temperatura y salinidad, resistiendo también varios días fuera del agua, por lo que se propaga con gran velocidad (puede liberar un millón de larvas anuales). Además de los graves daños que produce sobre la flora y la fauna de su entorno, su impacto económico es muy elevado, pues puede obstruir tuberías y filtros, taponar conducciones y hacer peligrar el abastecimiento de agua (urbano, agrícola y forestal).
Mosquito tigre (Aedes albopictus)
Es una especie de díptero nematócero de la familia Culicidae, originario del sureste asiático. Debe su nombre a su coloración negra con franjas blancas en el tórax y abdomen. Se detectó por primera vez en Cataluña, en agosto de 2004, extendiéndose posteriormente a otras muchas zonas del país. Su llegada ha sido propiciada por el comercio y tráfico de mercancías. Es mucho más grande y agresivo que el mosquito autóctono, provocando dolorosas picaduras, con fuerte inflamación, persistente escozor y en ocasiones, reacciones alérgicas de cierta gravedad. De igual modo, transmite enfermedades graves como el dengue, la fiebre amarilla y el virus del Nilo Occidental, aunque en nuestro país no se han registrado casos hasta el momento.
Avispa asiática (Vespa velutina)
Es una especie de himenóptero originario del sureste asiático, que llegó accidentalmente a Francia sobre el año 2004. Posteriormente, en el año 2010, fue observada en algunas poblaciones de Navarra, para extenderse seguidamente a amplias zonas del norte de España, desde Cataluña hasta Galicia. Su buena adaptación en Europa occidental, se debe a que el clima de aquí es muy similar al de su zona de origen (subtropical templado). Sus efectos son devastadores para otros polinizadores, de los cuales se alimenta, como es el caso de las abejas de la miel (Apis mellifera), atacando con frecuencia las colmenas de numerosos apicultores, con las consecuentes y abultadas pérdidas económicas.
En cuanto a los humanos, sus picotazos suelen causar un fuerte dolor, acompañado de hinchazón y escozor, remitiendo después de varios días. No obstante, en caso de producirse picaduras múltiples en personas alérgicas a su veneno o en mucosas corporales, la gravedad puede ser tal que ponga en peligro la propia vida de la persona afectada.