La vegetación de las islas cambia drásticamente cuando son colonizadas por humanos, así lo explican los científicos
Una nueva investigación alerta que los asentamientos humanos aumentan la homogeneización de la flora que crece en los grupos de islas, lo que tiene importantes impactos en los ecosistemas.
Una reciente investigación de la Universidad de Southampton revela una relación inquietante entre la presencia humana y la homogeneización de la flora en los grupos de islas del Pacífico Sur. El estudio, liderado por la Dra. Nichola Strandberg, analiza un periodo de 3000 años y señala una reducción significativa en la diversidad de especies vegetales en estas islas, fenómeno denominado "homogeneización", coincidiendo con la migración humana a la región.
La homogeneización de la flora
Este proceso, documentado y publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, sugiere que la actividad humana contribuye a la disminución en la variedad de plantas de la región. Aunque el estudio se centra en el Pacífico Sur, la Dra. Strandberg destaca su relevancia potencial para innumerables pequeñas islas en todo el mundo.
La migración hacia el Pacífico Sur ocurrió en dos fases, abarcando áreas como la Polinesia occidental, Melanesia y Samoa, seguida de una expansión hacia el este, norte y sur. Las islas no colonizadas y las de mayor altitud mostraron tener una mayor variedad de plantas, sugiriendo que la actividad humana tuvo un impacto significativo en las áreas más bajas y accesibles.
El ejemplo de Islandia
En el caso de Islandia, los cambios en la vegetación, aunque influidos por variaciones climáticas previas a la llegada humana, se intensificaron a partir del año 920 con llegada de de los vikingos. Estos, motivados por la necesidad de recursos, aceleraron la erosión del suelo y desencadenaron la destrucción de bosques para favorecer la expansión de pastizales. La madera esencial para la construcción de embarcaciones, junto con la riqueza en piedra y metal de la isla, fue objeto de saqueo durante largos períodos de tiempo.
Este legado ambiental, impreso por la colonización vikinga, perdura hasta hoy en la isla, sirviendo como un recordatorio tangible de cómo la interacción humana con el entorno natural puede tener consecuencias a muy largo plazo.
Este patrón se repite en muchas otras islas del mundo, donde las comunidades humanas han dejado su marca indeleble en la biodiversidad y la geografía, resaltando la necesidad de comprender y abordar las implicaciones ambientales de la colonización en diferentes contextos geográficos.
Las zonas más inaccesibles se salvan de estos impactos
Las áreas de mayor altitud preservan una flora más distintiva, particularidad que se atribuye a la menor probabilidad de haber sido habitadas previamente por su acceso más dificultoso y, por ende, de haber experimentado el impacto humano.
El catedrático David Sear, en colaboración con la catedrática Mary Edwards, el catedrático Peter Langdon y la doctora Sandra Nogué, lideró la investigación. El profesor Sear, quien también dirige un proyecto más amplio en la Universidad de Southampton para comprender el impacto del clima y otras perturbaciones naturales en la migración y el asentamiento en las islas del Pacífico, destaca las implicaciones clave de este estudio.
Referencia de la noticia:
Nichola A. Strandberg et al, Floristic homogenization of South Pacific islands commenced with human arrival, Nature Ecology & Evolution (2024).