La sorprendente historia del pueblo español fantasma que obligaron a desalojar por un error de cálculo
Descubrimos la insólita historia de esta villa, cuyos habitantes fueron forzados a abandonarla en la década de los sesenta del siglo pasado, a pesar de que sigue en pie y alberga una de las murallas mejor conservadas del país.
Hay dos fechas en el calendario, el 15 de agosto y el 1 de noviembre, que marcan la vuelta de los antiguos habitantes de Granadilla, en Cáceres, Extremadura, y de sus descendientes, a su pueblo de origen durante unas pocas horas.
Lo hacen para preservar su identidad cultural y sus costumbres, aunque, desde 1964, en esta localidad no vive nadie. El motivo está relacionado con una decisión gubernamental que causó un profundo impacto en la comunidad local, y cambió radicalmente la vida de sus vecinos para siempre.
Esta es su insólita historia, pero también la lucha de jóvenes voluntarios por impedir su desaparición y rescatarlo del olvido.
Crónica de un desalojo masivo
El 24 de junio de 1955, el Consejo de Ministros del Gobierno de la dictadura franquista decretó la expropiación de la mayor parte del término municipal de Granadilla, incluyendo su casco urbano, donde entonces vivían 1.113 personas.
El motivo era la construcción del embalse de Gabriel y Galán, formado por el represamiento de las aguas del río Alagón. Cinco años más tarde, se notificó la ocupación de las tierras por la Administración del Estado y se advirtió a los vecinos que no podrían reclamar derecho alguno.
El capítulo de indemnizaciones, largo y farragoso, obligó a la mayoría a abandonar sus hogares sin los recursos suficientes para emprender su nueva vida sin dificultades.
Durante los primeros años de la década de los sesenta se produjo el éxodo masivo, que culminó en 1964, cuando los últimos moradores de Granadilla abandonaron el pueblo definitivamente.
Para entonces, el embalse había inundado ya las fértiles tierras de la Vega Baja, y con ello, había desaparecido el medio de vida de la población.
Sin embargo, el pueblo no se inundó. Permaneció erigido sobre una península con una sola vía de difícil acceso por el norte. Parte de los vecinos que abandonaron forzosamente la villa se instalaron en Alagón del Río, un pueblo de colonización cercano a Plasencia. Otros emigraron a los nuevos núcleos industriales.
Disolución y posterior rehabilitación
En 1965, el Gobierno de Franco disolvió formalmente el municipio y su territorio quedó repartido entre los municipios limítrofes de Mohedas y Zarza de Granadilla. Además, la capitalidad del partido se trasladó a Hervás.
No fue hasta la llegada de la democracia a España cuando la villa de Granadilla fue declarada Conjunto Histórico-Artístico y, con ello, obtuvo cierto grado de protección. Ocurrió en 1980 con Adolfo Suárez como presidente del país.
Entonces, se encargó la restauración urgente del castillo. Y en las siguientes décadas, aunque sigue siendo un lugar deshabitado oficialmente, se han desarrollado distintos proyectos de rehabilitación en los que, voluntarios, principalmente jóvenes, han trabajado para preservar la historia y el patrimonio cultural de la localidad.
Qué ver en Granadilla
Hoy, Grandadilla, convertida en un atractivo turístico de la comarca, sigue atrayendo a personas interesadas en la historia y en pueblos fantasmas. Estos son los ejemplos más sobresalientes de su patrimonio histórico:
- Castillo: se cree que fue construido durante el S.XV sobre una antigua alcazaba árabe. La fortaleza está formada por una torre central de sillares de granito y cuatro torres semicirculares, una en cada lateral. En la azotea, hay un excelente mirador desde el que contemplar el pueblo de Granadilla y el embalse de Gabriel y Galán. Y una curiosidad: en 1830 fue convertido en cárcel.
- Muralla: los expertos datan su origen, también árabe, en el siglo IX. De forma oval, sin torres y con almenas de forma cúbica, rodea completamente la villa. Junto a la de Lugo y Ávila, la muralla de Granadilla está catalogada como una de la mejor conservadas de toda España.
- Iglesia parroquial: data del S. XVI y está dedicada a la advocación de la Asunción de Nuestra Señora. Fue el único edificio de Granadilla que no se pudo expropiar debido a la firme oposición del obispo de Coria. Hoy, solo se abre al público dos veces al año para celebrar la vuelta de los Hijos de Granadilla.