La ruta más larga de España: 1.280 kilómetros atravesando 7 comunidades autónomas

Este impresionante sendero de gran recorrido es una oportunidad inigualable de unir en un mismo viaje naturaleza y cultura, mientras se camina al paso, desde su nacimiento hasta su desembocadura, del río más caudaloso de la Península ibérica.

Puente medieval que cruza el rio Ebro a su paso por San Vicente de la Sonsierra, en la Rioja.

Como si fueran una red de arterias verdes, España está vertebrada por excepcionales caminos naturales que permiten a los amantes del senderismo o la bicicleta conocer, de norte a sur, su territorio y la idiosincrasia de su medio rural.

La más larga de estas rutas, con nada menos que 1.280 kilómetros, atraviesa hasta siete comunidades autónomas: Cantabria, Castilla y León, La Rioja, País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. ¿El denominador común? Todas forman parte del curso del río más caudaloso del país.

Hablamos del Camino Natural del Ebro, también conocido como GR-99, una apuesta segura cuando se trata de vivir una experiencia que aúne historia, cultura, patrimonio y paisajes de una belleza excepcional.

Paradas indispensables en el Camino Natural del Ebro

A lo largo de su extenso recorrido, son muchos los lugares que merecen una parada para deleitarse con paisajes, admirar verdaderas joyas arquitectónicas o reponer fuerzas (que va a hacer falta) con la gastronomía típica de la zona.

Estos son algunos de los más emblemáticos si quieres conocer a fondo la riqueza de las regiones que atraviesa el Camino Natural del Ebro y descubrir las entrañas del río.

Fontibre y Reinosa (Cantabria)

El recorrido de esta impresionante ruta comienza en el manantial de Fontibre, considerado popularmente el nacimiento del Ebro. Una inolvidable primera toma de contacto con la exuberante naturaleza del norte de España.

Nacimiento del río Ebro, en Fontibre, Cantabria.

Unos kilómetros más adelante, Reinosa ofrece una importante muestra de la arquitectura tradicional cántabra. Esta localidad también es conocida por su gastronomía, en especial por las "pantortillas", un dulce típico de la región que hay que probar.

Cañón del Ebro (Burgos)

En la provincia de Burgos, el camino se adentra en el espectacular Cañón del Ebro, una formación geológica de paredes calizas que crean un paisaje impresionante.

La ruta pasa por las Merindades, una comarca burgalesa donde se emplaza el origen histórico de Castilla.

El lugar es ideal para los aficionados a la geología o la observación de aves, que podrán avistar especies como el imponente buitre leonado.

La Rioja y sus viñedos

Al llegar a La Rioja, los caminantes disfrutarán de una de las regiones vinícolas más importantes del país.

Una parada obligatoria es Logroño, su capital, donde es imprescindible degustar sus vinos de fama mundial y recorrer la Calle Laurel, conocida por sus variados y suculentos pinchos y tapas.

Tudela y las Bardenas Reales (Navarra)

En Navarra, destaca la ciudad de Tudela, con su impresionante catedral de Santa María, un templo tardorrománico, inspirado en la arquitectura cisterciense.

Impresionante formación geológica en el parque natural de las Bardenas Reales, en Navarra.

Muy cerca, se encuentra el Parque Natural de las Bardenas Reales, un paisaje semidesértico de formaciones rocosas y barrancos que parece de otro planeta.

Zaragoza y la Basílica del Pilar (Aragón)

El Ebro atraviesa Zaragoza, la capital de Aragón, donde es parada obligada la majestuosa Basílica del Pilar, uno de los templos más importantes de España.

La ciudad, que cuenta con una vibrante vida cultural, también destaca por importantes restos romanos o el Palacio de la Aljafería.

Mequinenza y el Mar de Aragón

Siguiendo el curso del río, el embalse de Mequinenza, conocido como el Mar de Aragón, es famoso por su historia ligada a la navegación fluvial.

Vista aérea de Mequinenza, en la confluencia de los ríos Ebro, Cinca y Segre.

Ahí confluyen también las aguas de los ríos Cinca y Segre, formando la masa de agua dulce más importante de la Península.

El delta del Ebro (Cataluña)

El tramo final del Camino Natural del Ebro llega a un verdadero santuario para aves migratorias: el Parque Natural del Delta del Ebro, un ecosistema único en la Península Ibérica.

Un grupo de flamencos se refresca en el Delta del Ebro.

Para recuperarse de tremendo esfuerzo, nada mejor que dejarse caer en alguna playa mediterránea y celebrar la hazaña con un buen arroz de la zona.

Una aventura en 42 etapas

El Camino Natural del Ebro se divide en 42 etapas, que tienen una media de unos 20 kilómetros. Cada una está diseñada en función de su dureza para poder ser recorrida en un día.

Como corresponde a todo sendero de gran recorrido, el trayecto del GR-99 está perfectamente señalizado con balizas con las típicas franjas rojas y blancas.

Además, en los puntos de inicio y fin de cada etapa existen paneles que informan sobre el perfil y longitud del tramo, así como sobre los principales lugares de interés natural y cultural.

Durante la mayor parte del recorrido, la anchura del camino varía entre 2 y 3 metros y es de tierra compactada, aunque algunos tramos coindicen con el trayecto de carreteras secundarias y otros son un poco más técnicos.

Consejos para un buen camino

En general, la ruta no atraviesa grandes desniveles, así que, aunque es necesario estar en buena forma física, no es necesario ser un atleta para lanzarse a recorrerla. La primera parte tiene una orografía un poco más accidentada y la segunda, discurre por campos de cultivo y un terreno más llano.

Todas las etapas finalizan en localidades con posibilidad de hospedaje, supermercados y restaurantes. Sin embargo, lo recomendable es reservar alojamiento con antelación, sobre todo en los pueblos más pequeños, que tienen una oferta más limitada.

Un último consejo: el mejor momento para vivir esta aventura es entre los meses abril y junio, cuando hay más horas de luz y las temperaturas son agradables. En esta época, el Ebro se encuentra en su todo esplendor, con su caudal más crecido, que crea llamativos rápidos y hermosos saltos de agua.