La radiación UV sigue subiendo, ¡cuida tu piel en los próximos días!
Aunque todavía no estamos en el verano meteorológico, la radiación ultravioleta ya presenta valores muy elevados a tan solo un mes del solsticio de verano. Estos próximos días será un dato a seguir de cerca si vamos a estar expuestos al Sol.
Mayo es un mes plenamente primaveral en el que todavía son frecuentes días con abundante nubosidad y temperaturas contenidas. Esto por lo general nos hace olvidar que cuando sale el Sol nos estamos exponiendo a unos valores de radiación ultravioleta (UV) muy elevados, propios ya de pleno verano. Al no estar habituados, los efectos de estas condiciones de radiación pueden ser muy adversos en la piel, además de pillarnos por sorpresa.
Para medir y mostrar al público general el valor de la radiación UV que nos llega, usamos el índice UV. Se expresa en una escala numérica lineal que básicamente nos indica de forma proporcional el tiempo que tardaremos en sufrir una quemadura, es decir, si la piel expuesta de una persona tarda en quemarse un tiempo concreto con un índice UV 4, llevará sólo la mitad de tiempo quemarse con un índice UV 8, y el doble con un índice UV 2. Por lo general se consideran valores altos los índices UV de 6 y 7, muy altos de 8, 9 y 10 y extremos cuando se encuentran por encima de este último valor. En estos casos las quemaduras se producen en cuestión de minutos, incluso en personas de piel oscura, y también supone un riesgo importante para los ojos si están desprotegidos.
Durante estos próximos días, tendremos un índice UV que alcanzará fácilmente valores próximos o superiores a 8 o 9 en las zonas donde la nubosidad no oculte el Sol en las horas centrales del día, especialmente en el tercio sur peninsular, por su menor latitud, y también en zonas montañosas y elevadas, por encima de 1000 metros de altitud.
Concretamente en las montañas del sureste peninsular, especialmente en Andalucía oriental, podrá superarse un índice UV de 10 cuando la nubosidad lo permita, tanto mañana sábado como los primeros días de la próxima semana. Para poder seguirlo, existen modelos que tienen en cuenta las variables que afectan a la radiación UV y pueden elaborar predicciones de este índice. Pueden consultarse en visores y mapas para poder tenerlo en cuenta y prepararnos adecuadamente.
Factores que influyen en la radiación UV
En la intensidad de radiación ultravioleta que recibimos influyen más factores de lo que en principio podríamos pensar, pero fundamentalmente son la nubosidad y el ángulo de incidencia de la luz solar sobre la superficie, es decir, cuanto más alto esté el Sol sobre el horizonte, más alto será el nivel de radiación UV. Esto hace que en nuestras latitudes, los valores más elevados se alcancen en las horas centrales del día y durante los meses próximos al solsticio de verano.
También influye la concentración de aerosoles en la atmósfera, la radiación difusa reflejada por el suelo, nubes o nieve, y especialmente la altitud sobre el nivel del mar. Cuanto más elevados nos encontremos, menos atmósfera tenemos por encima filtrando la radiación que nos llega y mayor será el índice UV.
¿Por qué nos "quemamos"?
La radiación ultravioleta es la primera de las radiaciones ionizantes, más energética que la luz visible. Se encuentra un paso más allá en el espectro electromagnético y su longitud de onda es inferior a los 400 nanómetros (millonésimas de milímetro), llegando incluso a unas pocas decenas de nanómetros en el caso de la UVB y UVC, los tipos más peligrosos de radiación ultravioleta. Esto significa que su tamaño y energía pueden producir cambios a escala molecular, pudiendo incluso modificar los enlaces del ADN de nuestras células si no nos protegemos adecuadamente.
Afortunadamente nuestras células están diseñadas para repararse o incluso destruirse y ser sustituidas si el daño es importante, pero si el daño es generalizado, el cuerpo se verá obligado a sustituir una cantidad masiva de células. Cuando nos "quemamos" al Sol, lo que realmente estamos viendo es la piel rojiza e inflamada, un montón de vasos sanguíneos dilatados haciendo pasar sangre por la zona afectada. El cuerpo se está deshaciendo de una enorme cantidad de células muertas y dañadas para evitar complicaciones y reparando una zona importante de tejido afectado. Cuanto más intensa y frecuentemente nos quememos, más probabilidades hay de que parte del tejido afectado sufra daño permanente y pueda ocasionarlos problemas graves de salud a largo plazo.