La muralla china española: una maravilla esculpida por la naturaleza en el corazón de Aragón

No es una obra maestra del hombre, sino de las fuerzas tectónicas y del viento, que crearon una verdadera fortificación que hace de frontera natural entre las provincias de Huesca y Lleida, a los pies de un pueblo abandonado.

La espectacular muralla natural que guarda la sierra de Montsec.

Entre Cataluña y Aragón, en plena sierra de Montsec, donde se forman los desfiladeros más impresionantes del Prepirineo, existe una frontera natural que, a menudo, se compara con una fortificación debido a sus picos rocosos, que simulan las torres de un castillo.

Se trata de una de las maravillas naturales menos conocidas del Prepirineo, que también alberga restos de edificaciones que sugieren su uso como estructura defensiva en la Edad Media. Recorremos esta particular muralla, de difícil acceso, para descubrir los secretos y la historia que alberga.

Un impresionante fenómeno geológico

En la comarca de La Ribagorza, en la provincia aragonesa de Huesca, encontramos esta formación natural de rocas que recuerda a una muralla debido a la disposición vertical de su doble línea de afilados estratos calizos, que tienen su origen en el periodo cretácico, hace más de 65 millones de años.

La acción de las fuerzas tectónicas y la erosión del viento son el origen de esta impresionante formación geológica.

Esto le ha debido el sobrenombre popular de Muralla de Finestres, que es el pueblo abandonado junto al que se sitúa, y que actualmente está integrado en el municipio de Viacamp.

La espectacular barrera natural bordea el embalse de Canelles, y está formada por capas de caliza que se elevan debido a la acción de las fuerzas tectónicas. La acción del viento, que las ha erosionado, ha terminado de dar forma a una espectacular cresta o pared que se extiende a lo largo del paisaje.

Un entorno lleno de historia

Entre las dos paredes rocosas podemos encontrar edificaciones levantadas por la mano del hombre puesto que, durante la Edad Media, este enclave fue utilizado como sistema defensivo natural.

En el punto más alto de la muralla se encuentran los restos de un castillo medieval y de la ermita románica de San Vicente, que fueron mandados construir en el siglo XI por Arnau Mir de Tost, señor de Montsec y primer señor de Áger. A ellos solo se puede acceder cuando el nivel de agua del embalse es bajo.

Desde el pueblo abandonado de Finestres se contemplan las mejores vistas de la muralla.

En la zona también se puede recorrer el deshabitado Finestres, que ofrece las mejores vistas de la muralla. El pueblo fue abandonado en 1960 con motivo de la construcción del pantano de Canelles.

Aunque ha sufrido un paulatino proceso de deterioro, en su pequeña plaza aún puede contemplarse un viejo lavadero y los restos de un molino de aceite, otro harinero, un colegio, la iglesia, una tejería y unas diez casonas de piedra, de las que solo una se conserva en buen estado.

Otro punto de interés para admirar el paisaje es el cercano mirador de la ermita de San Marcos, a las afueras del pueblo, desde el que se puede contemplar el pantano en todo su esplendor.

Cómo llegar a la Muralla de Finestres

No es fácil llegar a esta maravilla de la naturaleza e indudable interés geológico que es la Muralla de Finestres. Es, precisamente, la dificultad de acceso lo que ha ayudado a preservar su entorno casi intacto y a salvo de los inconvenientes que genera el turismo de masas.

Desde Huesca, hay que desplazarse al municipio de Estopiñán del Castillo, en un trayecto que dura una hora y 25 minutos por las carreteras A-22 y N-123. A esta localidad también puede llegarse desde Lleida. En este caso, el viaje tiene una duración aproximada de 50 minutos por la N-230.

Una vez en Estopiñán del Castillo hay que coger una pista -en bastante mal estado- que se puede recorrer andando, en bicicleta o en coche todoterreno. La ruta desde este punto tiene 12 kilómetros de ida.

Otra posibilidad es acceder por barco a través del embalse de Canelles. De cualquiera de las formas, el esfuerzo merece la pena por la recompensa: un paisaje apabullante y una tranquilidad impagable, que hacen de este lugar un destino ideal para los amantes de la naturaleza y la aventura.