La Meseta de Pamir o el "Techo del Mundo", un remoto paraíso donde la naturaleza desafía los límites
Rodeada de montañas de más de 7.000 metros y salpicada de miles de glaciares y lagos, esta fría región sigue siendo el hogar de grupos étnicos que se enfrentan al cambio climático y a la explotación de sus recursos.

Hay comunidades que continúan, en pleno siglo XXI, dando testimonio de la resistencia y la capacidad de adaptación humana frente a un entorno tremendamente hostil.
Entre ellas, se encuentran las que habitan la Meseta de Pamir, un vasto territorio montañoso localizado en Asia Central, que se extiende por Tayikistán, Afganistán, China y Kirguistán, a altitudes superiores a los 7.000 metros sobre el nivel del mar.
Su colosal geografía le ha hecho acreedora del sobrenombre de “Techo del Mundo”, lo que, unido a su clima extremo, convierte a esta región en una de las más inhóspitas y, al mismo tiempo, fascinantes del planeta.
Unos paisajes apabullantes
La formación de la Meseta de Pamir tiene su origen en la colisión de las placas tectónicas indoaustraliana y euroasiática. Un proceso geológico que ha moldeado su paisaje, dominado por picos cubiertos de nieve, glaciares y valles profundos, durante millones de años.

Sus montañas incluyen los picos Kongur (7.649 metros), Kongur Tjube Tagh (7.530 metros) y Muztagh Ata (7.546 metros), todos en China, o el Pico Ismail Samani (7.495 metros), en Tayikistán, que atraen cada año a expertos montañistas de todo el mundo.
El Palmir también cuenta con 13.000 glaciares repartidos a lo largo de 12.000 km2 y con 1.449 lagos. Entre estos últimos, destaca el Kara-Kul, originado en un cráter formado por el impacto de un meteorito hace 25 millones de años.
Cinco millones de personas amenazadas por una presa natural
Pero, sin duda, el lago más inquietante de todos los que se distribuyen por la geografía de la Meseta de Pamir es el Sarez, que tiene una longitud de 75,8 kilómetros y una capacidad de más de 16.000 hectómetros cúbicos. Para hacerse una idea de su magnitud basta compararlo con el embalse de La Serena, en Badajoz, el más grande de España, que alberga 3.220 hm3 de agua.
Auténtico nudo de las cordilleras centroasiáticas, el Pamir tayiko es una región de alta montaña extremadamente dura para la vida. Aquí se juntan picos de 7.495 metros, más de mil glaciares, profundos cañones y una actividad volcánica que ha generado bellos lagos como el Sarez pic.twitter.com/WEtRicF5Zy
— Viaje al Patrimonio (@viajepatrimonio) December 14, 2020
El lago Sarez surgió en 1911, después de que los deslizamientos de tierra generados por un gran terremoto bloqueasen el río Murghab y creasen una presa natural conocida como Usoi.
La inestabilidad del terreno dada la elevada sismicidad local, hace temer ahora por la ruptura de la presa. Si eso sucediera, el agua arrasaría con 32 aldeas situadas río abajo en el valle del Bartang.
A esas víctimas habría que sumar los cinco millones de personas afectadas en la cuenca del Amu Darya, que hace de frontera natural entre Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
Un clima extremo
No hay duda de que las condiciones climáticas en la Meseta de Pamir son verdaderamente extremas. Durante el corto verano las temperaturas rara vez superan los 10 °C. Pero es que en invierno pueden descender hasta los -40 °C.

En cuanto a las precipitaciones, son escasas y se presentan mayoritariamente en forma de nieve. La falta de oxígeno ligada a la importante altitud es otro de los formidables retos a los que se tiene que enfrentar la vida humana y animal en la región.
A pesar de ello, algunas especies como el leopardo de las nieves, el íbice de Siberia, el yak o el argalí de Marco Polo (un muflón endémico y amenazado de extinción), han logrado adaptarse a un clima riguroso que limita la biodiversidad en la zona.
Desafíos para la vida humana
La Meseta de Pamir es una de las regiones más aisladas del mundo. Sus infraestructuras están muy poco desarrolladas (las carreteras son escasas y difíciles de transitar debido a la nieve y a los deslizamientos de tierra) y la población sigue dependiendo de la ayuda externa.

Su suelo es de predominio rocoso y árido, y cuenta con escasa vegetación. Pero también está salpicado por algunos valles glaciares fértiles que albergan pequeñas comunidades adaptadas estas condiciones extremas.
Entre ellas se encuentran los pamiris, un grupo étnico que habita principalmente en Tayikistán y que ha desarrollado una cultura resiliente basada en la ganadería y la agricultura de altura, los kirguises, los tayikos o los poches, de tradición seminómada, como otras minorías de la zona.
Relevancia geopolítica y ecológica
Históricamente, la Meseta de Pamir ha sido una región considerada de gran importancia estratégica debido a su ubicación en el cruce de legendarias rutas comerciales, como la de la Seda.
Hoy, la economía local se sustenta principalmente en la ganadería, sobre todo la cría de ovejas y el yak, la pesca en los numerosos lagos y la agricultura, que solo permite una cosecha de cereal, patatas y frijoles al año por las bajas temperaturas.
El yak fue domesticado hace 4.000 o 5.000 años. El 95% de ellos se encuentra en #China, seguida de #Mongolia y los países del arco del #Himalaya, Pamir e Hindu Kush, y se han seleccionado varias razas diferentes. Para saber más: https://t.co/JKNr36Kl99 pic.twitter.com/9jcUouHCOu
— cronicasdefauna (@cronicasdefauna) May 17, 2020
Sin embargo, también varios países buscan explotar sus recursos naturales, especialmente los yacimientos de rubíes y las reservas de petróleo, uranio o mercurio, lo que genera preocupaciones el impacto ambiental de estas actividades extractivas.
Porque, desde un punto de vista ecológico, la preservación de la Meseta de Pamir es crucial para mantener el equilibrio de sus frágiles ecosistemas, ya de por sí amenazados por los efectos del cambio climático que se perciben en el retroceso de los glaciares y en la alteración de los patrones climáticos que están afectando a las comunidades locales.