La magia de la Provenza española en Brihuega: hilanderas, jardines y lavanda en Guadalajara

Un maestro visionario, unos hermanos agricultores y un perfumista, ex trabajador de Loewe, creyeron en el poder de las aromáticas. Hoy, esta histórica localidad en el corazón de la Alcarria produce el 10% mundial de aceite esencial de lavanda.

Los campos infinitos de lavanda en Brihuega son un espectáculo sensitivo que atrae a miles de turistas cada año.

En la provincia manchega de Guadalajara, en el corazón de la comarca que inspiró el Viaje a la Alcarria del Nobel de Literatura Camilo José Cela, hay un pueblo varias veces reinventado a lo largo de su historia.

El mismo desde el que otro escritor legendario, Ernest Hemingway, narró una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil: la que enfrentó a los brigadistas garibaldinos que luchaban con la República y los 'camisas negras' enviados por Mussolini para apoyar a los sublevados.

Se trata de una villa medieval, Brihuega, que sabe a deliciosa miel y donde, cada año por estas fechas, el aire se impregna del olor de la lavanda que alfombra sus campos hasta donde alcanza la vista. Nos vamos de viaje (inolvidable) por la Provenza española.

Un renacer inspirado por el aroma de la lavanda

En la década de los 60, como en tantos otros pequeños pueblos de España que sufrían los efectos del éxodo rural, Brihuega estaba afectado por la pérdida de servicios y de oportunidades, especialmente para los jóvenes.

En ese contexto, Álvaro Mayoral, un maestro local que pasaba los veranos en la Provenza francesa y estaba enamorado del color y el aroma de los campos de lavanda, había visto el potencial turístico en torno a las aromáticas… Y tuvo una visión.

Un año, de vuelta a Brihuega con unos esquejes de lavanda en la maleta, consiguió transmitir su entusiasmo a los hermanos Corral, agricultores del pueblo, y a Emilio Valeros, un perfumista que había trabajado durante cuatro décadas para Loewe. Hoy, Brihuega es responsable del 10% de la producción mundial de esencia lavanda, lo que ha constituido un impresionante revulsivo económico para toda la comarca.

En la localidad alcarreña viven algo más de 2.700 personas, pero en los meses de floración los turistas multiplican por catorce su población. Llegan atraídos por el impresionante paisaje y por actividades ligadas a las aromáticas, que abarcan desde viajes en globo aerostático, hasta vuelos en parapente, talleres olfativos o recorridos guiados.

El ya consolidado Festival de la Lavanda de Brihuega -que este año se celebrará los días 12 y 13 de julio- congrega a más de 5.000 personas, todas vestidas de blanco, que disfrutan de la música y la gastronomía con un horizonte púrpura como mágico telón de fondo.

Real Fábrica de Paños, el legado de las hilanderas

En el extremo norte del pueblo, en el barrio de Santa Lucía, se localiza la Real Fábrica de Paños, una joya de la arquitectura industrial española del siglo XVIII, declarada Bien de Interés Cultural, y hoy convertida en un hotel balneario de cinco estrellas mediante una inversión de 12 millones de euros realizada por una cadena hotelera.

Este complejo industrial fue un regalo de los Borbones a la villa por su apoyo en la guerra de Sucesión contra los Austrias, y tuvo una trascendencia fundamental para la comarca.

Real Fábrica de Paños de Brihuega. Foto: AdriPozuelo.

Pronto se convirtió en un polo de atracción económica y de creación de empleo. La instauración, tanto en la villa como en los pueblos aledaños, de escuelas de hilazas, donde más de 120 niñas fueron formadas como aprendices y futuras empleadas, alentó el repoblamiento de la zona.

La Real Fábrica se concibió principalmente como un edificio de figura circular que, en su momento de mayor esplendor, llegó a albergar más de un centenar de telares y varios batanes para el lavado de los paños, que estaban situados a orillas del río Tajuña.

También formaba parte del complejo una tierra de secano destinada a la siembra de la gualda, que se utilizaba para teñir los tejidos de amarillo dorado.

Durante la Guerra de la Independencia, el edificio fue saqueado y convertido en cuartel francés. En 1840 pasó a manos privadas y se recuperó la fabricación de telas hasta la Guerra Civil de 1936, cuando cerró definitivamente.

Un jardín romántico sobre el Tajuña

Rodeando los gruesos muros de sillería de la Real Fábrica de Paños de Brihuega, en 1813 se construyeron unos bellos jardines con un trazado geométrico de inspiración versallesca.

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Sus girolas, cenadores, barandillas de hierro forjado y fuentes, y una vegetación donde abundan cipreses, árboles frutales y parterres de boj, invitan al paseo, el recogimiento y la contemplación.

“Un jardín romántico, un jardín para morir en la adolescencia, de amor, de desesperación, de tisis y de nostalgia”, que dejó escrito Cela. Acercarse a su bello mirador sobre el río es el broche de oro perfecto para una visita a este pueblo medieval que impulsó el cultivo de los campos de lavanda que lo cambiaron todo.