La lluvia de sangre existe: la explicación a este fenómeno tan llamativo... y sucio
A nivel mediático ha adquirido un nombre potente, "lluvia de sangre", pero en realidad se trata de un fenómeno cada vez más usual al sur de Europa y que tiene una explicación bastante terrenal. ¡Te la contamos!
Es bastante probable que alguna vez hayas visto las calles y los coches pintados con una fina capa de barro. Aquí los culpables son los vientos del sur que arrastran partículas de polvo provenientes del Sáhara y hace que se depositen en latitudes más altas, sobre todo cuando llegan con precipitación. Este fenómeno se conoce como lluvia sangre, y tiene su toque llamativo y curioso.
¿Por qué se llama lluvia de sangre?
Este fenómeno meteorológico nos suele visitar casi todos los veranos -y cada vez más allá-. En general se le conoce como lluvia de barro y tiene la capacidad de cubrir de polvo rojo las casas, los coches y las terrazas. No se trara, ni mucho menos, de gotas de sangre cayendo en el cielo, pero la arena del Sáhara hace que ese color rojizo nos haga recordar a este fluido.
¿Cómo se forma?
Aunque nos sorprenda, las gotitas de agua en nuestra atmósfera no sólo están formadas por agua. Generalmente, necesitan un “núcleo de condensación” para que alcancen un mayor tamaño y puedan caer por su propio peso. Estos núcleos pueden ser sales minerales, materia orgánica, bacterias o polvo en suspensión.
La superficie se calienta y se levantan partículas, que son arrastradas a grandes distancias por el viento. Pues bien, una vez esas partículas están en suspensión, se van agregando a las gotitas de agua evaporada y acaban cayendo.
En términos científicos, cuando el aire húmedo llega a la saturación, comienza el proceso de condensación y para ese proceso se necesita una superficie cuanto más higroscópica mejor.
¿Dónde son habituales las lluvias de sangre?
En España es bastante habitual que se produzca este tipo de lluvia, especialmente en el litoral mediterráneo y en Canarias. Cuando tenemos una borrasca o un área de bajas presiones frente a las costas del oeste peninsular, se impone la circulación del sur, que arrastra las partículas de tierra y barro del Sáhara hacia el norte. Para hacernos una idea, el desierto del Sáhara se encuentra a 2490 kilómetros de distancia de la ciudad de Madrid.
Este tipo de lluvia no solo es popular en España, también es frecuente en los países más meridionales de Europa, como Italia o Francia. En 2012 estas partículas llegaron a Reino Unido tiñendo de carmesí ciudades como Londres y poniendo en alerta a países como Dinamarca y Suecia. El ingrediente sinóptico principal para que esto suceda es un flujo del sur o sudoeste en la troposfera media y alta.
Las partículas del Sáhara son necesarias para la Amazonia
Aunque nos dé la sensación de estar en una película de ciencia ficción cuando aparece este fenómeno, lo cierto es que este tipo de lluvia es muy beneficiosa para los campos de agricultura y las plantas en general. La arena del desierto aporta numerosos nutrientes a la vegetación, como ocurre en la Amazonia con su aporte de fósforo.
¡Sí, en la Amazonia! A pesar de estar ubicado a más de 8160 kilómetros de distancia, el polvo en suspensión del Sáhara también llega ahí. Cruza el Atlántico Norte para aportar nutrientes, ya que las importantes lluvias que tienen lugar en la selva amazónica arrastran la mayoría de nutrientes que se generan por la descomposición de la materia orgánica.