¿Por qué es tan difícil predecir las tormentas?
Los entornos tormentosos como los de estos días de mayo están bien previstos por los modelos, pero no tanto saber dónde y cuándo descargará una tormenta.
Escribo estas líneas tras el paso, ayer lunes por la tarde, de una línea de turbonada por la ciudad de Madrid y otros muchos lugares de la zona centro de la Península, que dejó intensos aguaceros –con importantes acumulados de lluvia en poco tiempo–, también granizo y un gran aparato eléctrico. Varios núcleos tormentosos, avanzando al unísono de este a oeste a lo largo de la citada línea de turbonada, causaron problemas en distintos lugares de la ciudad y de otros municipios madrileños, anegándose calles y ocasionando cortes en algunas líneas del metro, entre otras incidencias.
Llevamos ya bastantes jornadas con una marcada inestabilidad atmosférica que propicia la actividad tormentosa, siendo la mayoría de los días más abundante, intensa y afectando a más zonas, por las tardes. Los modelos de predicción anticipan bien estos entornos tormentosos y los días que estuvimos bajo la influencia directa de una DANA (llevamos dos en este mes de mayo), esos modelos, como el del Centro Europeo, con el que trabajamos en Meteored, fueron bastante certeros al señalar las áreas donde las lluvias, granizadas y tormentas fueron más intensas, como el sureste peninsular.
A pesar de ello, todavía estamos lejos de pronosticar con la suficiente antelación en qué lugar y en qué momento del día descargará una tormenta y qué intensidad alcanzará. Esto último es particularmente importante de cara a la prevención de posibles incidencias. La presencia de aire frío en altura que teníamos ayer sobre la vertical en la Península y Baleares (y que seguirá acompañándonos los próximos días), llevó a los modelos a pronosticar, acertadamente, chubascos tormentosos por la zona centro, preferentemente por la tarde.
Al igual que días atrás, la posibilidad de que alguno de ellos fuera localmente fuerte y que pudieran producirse granizadas entraba dentro del guión (previsto), pero hasta ahí llega nuestra capacidad de pronóstico. No pudimos anticipar esa línea de turbonada severa hasta que fue tomando forma la estructura tormentosa. A partir de ese momento, gracias al nowcasting, se pudo ir anticipando su trayectoria y las zonas en las que irían descargando las fuertes tormentas que la formaban.
El reto de modelizar la convección
A pesar de los indudables avances que han ido teniendo los modelos de predicción meteorológica desde que iniciaron su andadura (en la década de 1950), la convección sigue siendo una de sus asignaturas pendientes.
Este proceso de transferencia de calor y humedad en la vertical es fundamental en el desarrollo de las nubes de tormenta, pero resulta muy difícil de simular de manera realista, ya que actúa a pequeña escala en la superficie terrestre, produciéndose grandes diferencias entre unas zonas y otras próximas, debido a los diferentes tipos de terrenos (no uniformes) que van configurando el territorio, aparte del factor orográfico, no exento tampoco de complejidad.
El imparable aumento de la capacidad de cálculo de los superordenadores, permite disponer de modelos que integran cada vez de una forma más realista los complejos procesos convectivos. En los próximos años iremos viendo avances significativos, aunque todavía queda un largo trecho por recorrer para lograr pronosticar a corto plazo (hasta D+3) células tormentosas individuales o estructuras de pequeña escala, como una línea de turbonada, salvo en determinadas situaciones donde sí que se podrá anticipar con precisión el área afectada por las tormentas.