La cruz de Constantino
El emperador Constantino I el Grande legalizó el cristianismo en el Imperio Romano tras vencer en una batalla en la que, según las crónicas, vio una cruz en el cielo, que pudo ser un fenómeno óptico atmosférico.
El 28 de octubre del año 312 se enfrentaron en las cercanías de Roma los ejércitos de los emperadores romanos Constantino y Majencio, saliendo victorioso el primero. Esta contienda –conocida como la batalla del Puente Milvio, por tener lugar junto al citado puente, uno de los que cruzan el río Tíber al norte de la capital romana– contribuyó de forma decisiva a la expansión del cristianismo, pues hasta ese momento tanto el culto a Dios como a otras divinidades estaba perseguido en el Imperio Romano. Constantino I el Grande (272-337) legalizó la religión cristiana gracias al Edicto de Milán, que firmó en el año 313.
Según cuentan las crónicas, mientras Constantino marchaba con sus soldados hacia el campo de batalla, vio una cruz en el cielo, junto al sol, que interpretó como una señal divina. Tras aquella visión, el emperador tuvo un sueño en el que volvió a ver la cruz flotando en el aire, pero con una inscripción en griego donde ponía: Εν τούτω νίκα, que en latín se expresa como: In hoc signo vinces (IHSV) y que significa: “con este signo vencerás”. Mandó entonces pintar en los escudos de su ejército el famoso crismón o lábaro, que es una cruz compuesta por las letras griegas χ y ρ, que son las iniciales de Cristo en griego. La cruz cristiana sustituyó a las águilas imperiales de las insignias de los soldados, pasó a formar parte del estandarte de los emperadores romanos y también apareció en las monedas de la época.
Al margen del carácter legendario de la historia, el hipotético sueño de Constantino podría estar basado en la observación de un fenómeno óptico real ocurrido en la atmósfera. A comienzos del siglo IV de nuestra era, el llamado “Óptimo Climático Romano” –un período de clima benigno que favoreció la expansión del Imperio Romano– empezó a declinar, dando paso a un período más frío en Europa. En ese contexto climático, encaja un tiempo más invernal que otoñal, con bajas temperaturas, a finales de aquel mes de octubre en que tuvo lugar la batalla de Puente Milvio. Cuando el aire está frío, la presencia de cristales de hielo en su seno favorece la aparición de fenómenos ópticos atmosféricos.
La visión de una cruz de luz en torno al sol puede conseguirse si tenemos, de forma simultánea, un pilar solar (línea vertical) y un círculo parhélico (línea horizontal). Ambos fenómenos están bien documentados y estudiados; se explican por la manera en que la luz se refleja y refracta al incidir sobre determinados cristales de hielo presentes en la atmósfera, orientados de determinada manera con respecto a la fuente luminosa (el sol, en el caso que nos ocupa).
Puede que Constantino I el Grande observara únicamente un pilar solar, pero que diera la casualidad que a la altura del sol y atravesándolo se situara una nube alargada que, al cortar transversalmente el pilar, diera como resultado la formación de una cruz en el cielo. Otra posibilidad es que lo que viera fuera sólo un círculo parhélico (paralelo al horizonte y a la altura del sol, cruzándolo) y que desde el disco solar se proyectaran también, hacia arriba y hacia abajo, sendos destellos, configurando la cruz. Aunque nunca llegaremos a saber con certeza si el emperador Constantino vio aquella cruz en el cielo, al menos sabemos que la hipotética visión fue posible.