La COP28 llega a un decepcionante acuerdo final de mínimos para dejar atrás los combustibles fósiles
El Acuerdo final alcanzado en la Cumbre del Clima de Dubái (COP28) ha sido desilusionante, sin compromisos firmes que pongan fechas para eliminar el petróleo y los demás combustibles fósiles.
Finalizaba el martes 12 de diciembre de 2023 en España, tras haberse rozado los 30 ºC en Málaga y quedando muy cerca de este valor (máximas por encima de los 29 ºC) en otros lugares del sureste peninsular, mientras que a 6000 km de distancia, en Dubái, se afanaban por consensuar a la carrera el segundo borrador de un Acuerdo que, finalmente, la Presidencia de la COP28 ha presentado al mundo, calificándolo como histórico ¡Nada más lejos de la realidad!
Los agónicos finales de las cumbres del clima recuerdan bastante a las noches electorales. En ellas, prácticamente todas las formaciones políticas que se han presentado a los comicios se muestran satisfechas con los resultados de las urnas, incluso contentas, aunque estos hayan sido objetivamente malos. Tras finalizar la COP28 no han faltado interlocutores que han subrayado el importante paso hacia adelante que se ha dado.
La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha calificado como “una buena noticia” el Acuerdo, ya que se pone el foco de atención en los combustibles fósiles (sin mencionar explícitamente al petróleo) y se plantea una transición para acelerar la reducción de emisiones cero netas para 2050.
Aunque esto se quiera vender como un éxito, los países de la OPEP y el lobby petróleo han llevado en todo momento el tempo de las negociaciones. Apenas se han salido del guión que habían trazado, cediendo únicamente en la terminología final que recoge el Acuerdo.
Una nueva oportunidad perdida
Resulta decepcionante comprobar cómo se escapa una nueva oportunidad –un año más– para atacar el problema de fondo, de una vez por todas. La ciencia del clima ha quedado diluida; apenas ha tenido visibilidad durante las dos semanas que ha durado la Cumbre del Clima. Se ha hablado mucho de petróleo, sin que al final se hayan fijado unos plazos de obligado cumplimiento para su reducción y finalmente eliminación.
El Acuerdo ha dado carta blanca a unos países y unas empresas para que sigan desarrollando su actividad sin restricciones a corto plazo, más allá del reconocimiento de que debe de ir produciéndose una transición a un mundo sin combustibles fósiles. Sólo recomendaciones y horizontes difusos, aparte de guardar en la recámara la bala de la tecnología de captura de carbono, por si la actividad petrolera y gasística se alarga más de la cuenta.
La COP 28 es una nueva oportunidad perdida. Se ha celebrado, además, en un momento en el que la evolución del cambio climático está alcanzando un punto de inflexión, con unas anomalías de temperatura y fenómenos extremos de una magnitud cada vez mayores, que están empezando a dejar cortas las proyecciones climáticas. No está claro cuántas COP's más se podrán celebrar en las que el cumplimiento del acuerdo firmado (el mejor que nos podamos imaginar) logre modular el clima en la dirección deseada.
Sería injusto no valorar el trabajo honesto e ingente que han llevado a cabo miles de personas en la COP 28 y las aportaciones positivas que han hecho, pero todo esto se diluye, pierde valor, al comprobar que finalmente no se consigue poner freno con plazos y garantías al principal agente causante del calentamiento global y de muchos de los problemas a los que se enfrenta la humanidad.
La próxima cita será en Azerbaiyán en 2024. Repetirá como anfitrión un país productor de petróleo. ¿Se repetirá el guión? Aunque dentro de un año los compromisos que se alcancen sean más vinculantes (¡ojalá!), iremos con retraso; con casi 30 años de retraso desde que se celebró en Berlín la primera COP, en 1995, en la que los científicos ya señalaron que no podíamos seguir quemando sin control combustibles fósiles.