La contaminación causada por nuestras tareas domésticas
Los seres humanos pasamos un alto porcentaje de nuestra vida respirando el aire de espacios cerrados de todo tipo que, en ocasiones y debido a diferentes factores, pueden ver deteriorada su calidad.
Según un reciente estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Colorado Boulder (Estados Unidos), muchas de nuestras actividades domésticas producen altos niveles de elementos o partículas contaminantes.
Muchas tareas tan comunes y necesarias en nuestras casas como podrían ser limpiar, cocinar o simplemente el hecho de utilizar determinados productos para nuestro aseo personal, generan en muchas ocasiones un ambiente igual de contaminado en el interior de nuestra vivienda que en ambientes de las grandes ciudades o áreas industriales.
Contaminantes domésticos se desplazan al exterior de las viviendas
Por otro parte, hay que destacar que los productos químicos que encontramos dentro del ambiente doméstico, aunque tengan su origen en la misma casa o vivienda, no suelen permanecer allí durante un largo periodo de tiempo. Esto se debe, a que la mayoría de los compuestos orgánicos de naturaleza volátil (COV), presentes en muchos productos de uso diario como los de limpieza, los perfumes, las colonias y los geles o el champú, tienden a escaparse o trasladarse al exterior de las viviendas, contribuyendo a la formación de ozono y partículas finas. Por lo que podríamos afirmar que llegan a constituir una fuente, en muchas ocasiones, mayor de contaminación atmosférica global del aire que los propios medios de transporte (ciclomotores, coches y camiones).
Fuentes contaminantes tradicionales más controladas que las domésticas
Los primeros resultados de las investigaciones llevadas a cabo, nos recomiendan que nuestras viviendas estén bien ventiladas a la hora de limpiar o cocinar, ya que hasta las tareas más básicas y sencillas, como hacer unas tostadas o poner a hervir una olla de agua en la llama de la cocina, podrían contribuir a generar altos niveles de partículas en suspensión y contaminantes gaseosos del aire, provocando un impacto negativo para nuestra salud.
Además, es una situación que va en dirección opuesta a las medidas que serían normales para combatir la polución. Muchas fuentes tradicionales, como la quema de combustibles fósiles por parte de los vehículos, son más limpias que en el pasado y las partículas finas o el ozono son debidamente controladas por la mayoría de gobiernos y agencias medioambientales. En cambio, otras muchas toxinas del aire generadas en el hogar, como el benceno, el formaldehído y otros compuestos como cetonas y alcoholes, tienen un escaso seguimiento o están muy poco controladas.
En resumen, que mientras que las emisiones contaminantes relacionadas con el transporte se han ido reduciendo en los últimos años gracias a regulaciones y a leyes medioambientales más restrictivas, los contaminantes químicos de nuestros hogares, siguiendo una tendencia opuesta, han ido aumentando de forma progresiva.