La Caprichosa, la cascada de aguas cristalinas en el corazón de Aragón
La Caprichosa, situada en los alrededores del Monasterio de Piedra (Zaragoza), deslumbra con sus aguas cristalinas y entorno exuberante. Y este espacio natural ofrece unas cuentas sorpresas más.
Aragón, con sus casi 50000 km² de territorio, es un lugar lleno de rincones naturales que cautivan a sus visitantes. Entre sus numerosas maravillas, destaca La Caprichosa, una cascada de aguas cristalinas ubicada en el corazón del Parque Natural del Monasterio de Piedra, en la provincia de Zaragoza.
Este enclave, rodeado de exuberante vegetación y paisajes de ensueño, ofrece un espectáculo visual y auditivo que invita a la calma y la contemplación. En este insólito emplazamiento geológico alimentado por el Río Piedra encontrarás diversos fenómenos kársticos y parajes sorprendentes a un paso de la capital aragonesa.
Una cascada que impresiona
La Caprichosa es una de las cascadas más impresionantes del parque del Monasterio de Piedra. Para alcanzarla, es necesario atravesar la Gruta del Artista, cuyo acceso de piedra recuerda a una catedral gótica por su estructura peculiar. Desde el mirador, se puede disfrutar de una impresionante caída de agua de 30 metros de altura, ofreciendo una vista espectacular.
La cascada de la Caprichosa se ha ganado su fama dentro del Monasterio de Piedra no solo por su belleza natural, sino también por las historias que la rodean. Las fotografías de esta mágica cascada capturan su esencia y atraen a visitantes de todas partes.
Más que la cascada de la Caprichosa
Este paraje natural es un verdadero remanso de paz, ideal para relajarse y dejarse llevar por el sonido del agua que desciende por las diversas cascadas.
Entre ellas, destaca la famosa Cola de Caballo, que en su interior alberga una gran cueva natural adornada con estalactitas. Además de las cascadas, el parque ofrece la serenidad de las tranquilas aguas del lago del Espejo, un contraste encantador.
La primera impresión al llegar aquí es de sorpresa al descubrir este inesperado oasis donde el agua y la abundante vegetación aparecen en medio de un paisaje árido. Podrás recorrerlo a través de caminos y senderos que cruzan cascadas, arroyos, lagos y grutas, a la sombra de árboles centenarios.
Este mismo asombro lo experimentaron los monjes que fundaron el monasterio cisterciense en el siglo XII. Hoy en día, algunas de sus estancias aún pueden visitarse, como el claustro, la sala capitular, la cocina donde se elaboró el primer chocolate de Europa, la iglesia y su cripta, el refectorio y el lavatorio.
Para complementar tu visita, puedes disfrutar de una exhibición de aves rapaces y recorrer el Museo del Vino de la Denominación de Origen Calatayud, ubicado en la antigua bodega del monasterio. También aquí se creó la primera piscifactoría de España.