La Buffa di Perrero o la casa imposible: un refugio a 2760 metros en el corazón de los Dolomitas con una amarga historia
Adentrarse en sus viejas paredes y rememorar los acontecimientos de los que fue mudo testigo, es el anhelo de todo montañero que se atreve a recorrer la famosa y complicada vía ferrata ‘Ivano Dibona’, en los imponentes Dolomitas.
En las imponentes y abruptas laderas del Monte Cristallo, en los Dolomitas, se encuentra incrustado un refugio de montaña conocido como Bivacco Buffa di Perrero.
Pero esta casa de acceso casi imposible es más que un emblemático lugar buscado por experimentados montañeros que desafían la altitud de los macizos montañosos en los Alpes orientales italianos.
La Buffa di Perrero es también un testimonio de resistencia, sacrificio y redención. Su historia se entrelaza con algunos de los eventos más tristes relacionados con la Primera Guerra Mundial, cuando sirvió como punto estratégico en el enfrentamiento entre las fuerzas italianas y austrohúngaras.
Los orígenes y su triste historia
Construido en una pared rocosa alrededor de 1916, el Bivacco Buffa di Perrero fue parte de una extensa red de instalaciones militares en los Dolomitas que albergaban a los soldados que participaban en las cruentas batallas de montaña que se desarrollaron durante la Gran Guerra.
Está situado a una altitud de 2.760 metros. Una posición que permitía observar y controlar los movimientos enemigos en la región. El precio a pagar por esa estratégica ubicación eran las condiciones inhóspitas que lo rodeaban.
Y que es los soldados destinados al bivacco tuvieron que enfrentarse a temperaturas glaciales, falta de víveres y al constante riesgo de avalanchas. De hecho, las crónicas de la “Guerra Blanca”, como se conoce a este frente, están plagadas de historias de sufrimiento humano y supervivencia en condiciones extremas.
Uno de esos hombres fue el italiano Carlo Buffa di Perrero, teniente coronel y alpinista, que cayó heroicamente en combate, lo que le convirtió en un símbolo de los sacrificios realizados en las montañas.
Un siglo de abandono
Al acabar la guerra, el Bivacco Buffa di Perrero fue abandonado. Quedó, así, rodeado de un halo de misterio; convertido, durante un siglo, en un silencioso y apartado recordatorio de los horrores de un conflicto que sobrecogió al mundo.
Durante todo ese tiempo, el refugio quedó expuesto al desgaste propio de los elementos, pero también a la indiferencia de los gobiernos.
Sin embargo, su ubicación en una de las rutas de escalada más emblemáticas de los Dolomitas, la famosa vía ferrata ‘Ivano Dibona’, le dio la oportunidad de renacer.
Esta vía ferrata, que lleva el nombre de un escalador que murió en el Cristallo en 1968, sigue gran parte de las antiguas rutas militares. Y, cada año, atrae a miles de montañeros que buscan explorar la historia y la belleza natural de la zona.
El renacer de un refugio solitario
Pensando en ofrecer un lugar mínimamente funcional para los montañeros, en 2023, las autoridades locales, junto a grupos de conservación, restauraron la casa y, de paso, contribuyeron a preservar su historia para que las generaciones más jóvenes puedan conocerla.
Las obras incluyeron la instalación de paneles aislantes y membranas impermeabilizantes, lo que mejoró su resistencia a las difíciles condiciones climáticas.
A pesar de ello, el refugio sigue siendo muy básico: el interior está formado por una única habitación revestida de madera llena de sillas blancas. La luz se cuela dentro por las cuatro ventanas que dominan la pequeña fachada.
Solo para deportistas experimentados
Alcanzar el refugio es una tarea reservada solo para montañeros preparados. Recorrer la vía ferrata Ivano Dibona impone experiencia, buen estado físico y el equipo adecuado.
Durante el exigente camino, de unas 6 horas de duración, habrá que superar escaleras de acero, cables de vida, túneles y pasarelas colgantes de vértigo.
Quienes superan el desafío con éxito hablan de una experiencia transformadora y son testigos privilegiados de unas vistas panorámicas únicas: las que ofrecen los Dolomitas, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.