La terrible ola de frío en la Batalla del Alfambra y de Teruel
Un combate épico, dos bandos luchando entre sí hasta el último aliento, pero aún con un enemigo común, “el General Invierno”. Veamos con detalle como se sucedieron los terribles días de la segunda parte de la Batalla de Teruel.
Tras los terribles combates, en unas condiciones meteorológicas muy adversas, la ciudad de Teruel fue conquistada por las tropas republicanas el 8 de enero de 1938. Al suceder el hito, entre los días 9 y 17 hubo una pausa, pero los contendientes no hacían más que prepararse para un nuevo enfrentamiento.
También el General Invierno se tomó unas jornadas de descanso entre los días 9 y 26. En la zona del frente predominaron las altas presiones, con heladas de madrugada, pero en cambio, las máximas rondaban los 10 a 12 ºC, con neblinas o nieblas matinales y cielos poco nubosos.
La contraofensiva por Teruel: el inicio y los fusilamientos de Rubielos de Mora
Las operaciones dieron comienzo el día 17 de enero de 1938. El rugir de los motores y el martilleo de la artillería empezó a las 8 de la mañana. El objetivo fueron las alturas de Celadas y El Mulatón. Se calcula en más de 300 las piezas artilleras utilizadas y en 70 los aviones que destrozaron las defensas republicanas.
El día 19 finalmente fueron arrolladas y se alcanzaron los objetivos planteados, incluso zonas del valle del río Alfambra. Ante esta situación, el día 20 los republicanos decidieron mandar nuevos refuerzos a la zona y se echó mano de la 84ª Brigada Mixta, los héroes de Teruel inmortalizados por las fotos de Robert Capa y que habían dejado más del 25 % de sus hombres en la conquista de la ciudad.
Tras la rendición de Teruel se les prometió un merecido descanso, que llegó con la orden de desplazarse a la localidad de Rubielos de Mora, situada a 56 km, recorrido que debieron realizar a pie, llegando la brigada el día 17. Pero en la jornada del 19, una contraorden les obligaba a volver a primera línea. Los soldados agotados tras tantos días de lucha se negaron a ir y ¡se sublevaron! Los mandos consideraron la situación gravísima. Al día siguiente se realizó un sumarísimo proceso con 46 ejecutados y 80 arrestados.
El ataque a Singra
Los combates del 20 y 21 fueron durísimos, continuando el avance rebelde y asomándose cada vez más a la margen derecha del Alfambra. Para intentar frenar su embestida, el general Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central republicano, preparó un plan para cortar la carretera y el ferrocarril que va a Zaragoza con tal de impedir la llegada de nuevos refuerzos franquistas.
Pensada para realizarse el día 22, se retrasó hasta el día 25, cuando la infantería se lanzó al ataque logrando cortar solo parcialmente la carretera. La lucha duró hasta el día 29, cuando los republicanos intentaron la conquista del alto de Celadas, pero fueron rechazados.
En conjunto, la operación no llegó a cortar definitivamente las comunicaciones franquistas, pero al menos detuvo su progresión sobre Teruel. Debido a las pérdidas humanas ambos bandos se tomaron una tregua. La idea franquista es reiniciar los ataques el día 3, pero nuevamente las malas condiciones meteorológicas reinantes aconsejaron un retraso.
La Batalla del Alfambra
Meteorológicamente hablando entre los días 4 y 10 hubo una situación anticiclónica. Eran las condiciones idóneas para días encalmados, con heladas de débiles a moderadas, formación de nieblas y brumas a primeras horas de la mañana, que darían paso a cielos poco nubosos.
A las 9:30 horas del día 5 la niebla se levantó y dio comienzo la Batalla del Alfambra. La artillería y los bombardeos aéreos machacaron duramente las líneas republicanas, cuyas posiciones fueron reducidas a escombros. La infantería se lanzó al ataque y consiguió abrir un profundo corredor.
Y, de nuevo, el General Invierno
Al llegar a su fin la campaña del Alfambra, el día 10 se empezó a planificar el ataque definitivo a Teruel. La fecha elegida era el 13 de febrero pero, de nuevo, la meteorología participó en la batalla y debido a las malas condiciones atmosféricas, la ofensiva se vio retrasada al 17.
Entre las jornadas del 11 y el 12 se situó un potente anticiclón atlántico latitudinalmente con centro en el suroeste de Irlanda, dando paso a un descuelgue del norte con la bajada de una depresión, que el día 13 se profundizó y se situó en el golfo de Génova. Así el General Invierno regresó, minando, una vez más, la resistencia de los soldados de ambos bandos, aunque los que más desmoralizados estaban peor lo pasaron.
Como perro de presa, el Invierno no quería abrir sus fauces y durante las jornadas del 14 y el 15 la borrasca se acercó a las Baleares, potenciando aún más la entrada fría, que el 15 consiguió que la isoterma de -5 ºC a 1.500 metros abarcase casi toda la Península. La mínima de este día fue muy fría, el observatorio de El Retiro en Madrid registró -8,5 ºC y Daroca, a 100 km de Teruel, tras despejar el cielo y al tener el suelo cubierto de nieve, el mercurio se desplomó a los -10 ºC. La nieve y el viento hicieron que la sensación de frío fuese intensísima, ya cercana a los -20 ºC, como a primeros de año.
La derrota final
Pese a las condiciones adversas, el día 17 los rebeldes decidieron no esperar más y se dio la señal de ataque. En la jornada siguiente empezó a ceder la defensa republicana, la artillería, la aviación y el frío (las mínimas siguieron en el entorno de los -10 ºC) pasaron factura a los soldados republicanos, así las tropas franquistas consiguieron un gran avance.
La situación meteorológica se mantuvo estacionaria: frío intenso de madrugada y cielo poco nuboso. El día 19 se inició con una mínima de -8 ºC y una espesa niebla helada, que inundó un escenario maltratado por la guerra en el que los dos contendientes esperaban al acecho el siguiente movimiento del adversario. En cuanto levantó, por el norte de Teruel, siguió el avance hacia esta ciudad.
El día 21 de madrugada, con valores termométricos nuevamente rondando los -10 ºC, los republicanos lanzaron su último contraataque, también infructuoso. En la madrugada del día 22 de febrero de 1938, con mínimas inferiores a los -5 ºC, entraron las tropas franquistas en la ciudad, poniendo fin a una batalla que había durado 69 días.
La batalla de Teruel y del Alfambra: conclusiones
El mapa de los frentes casi había quedado igual, pero nada volvió a ser igual. Teruel impidió la tan temida ofensiva final sobre Madrid, más también imposibilitó la realización del plan P o la ofensiva sobre Extremadura para romper en dos la zona rebelde. En esta Batalla del Frío, donde se utilizó el concepto de GUERRA TOTAL, el Ejército de Maniobra republicano fue prácticamente destrozado, perdiendo gran cantidad de hombres, de material bélico que ya no se podría recuperar.
Sobre el número total de bajas en uno u otro bando, los historiadores se encuentran con grandes dificultades para fijar un número aproximado. Se cifra entre 40.000 y 56.000 muertos, heridos o prisioneros en el ejército franquista y entre 34.000 y 60.000 en el republicano, coincidiendo en todos los casos que sus bajas fueron mayores en la pérdida que en la conquista de Teruel.