Invierno nuclear: los efectos devastadores que vaticina Francisco Martín en caso de un ataque con bombas atómicas
Casi 80 años después de Hiroshima y Nagasaki, la humanidad se acerca más que nunca a otra guerra nuclear, pero con armas modernas mucho más potentes que las usadas entonces. Las consecuencias para el planeta y la vida serían devastadoras.
En las últimas semanas, la guerra de Ucrania ha avivado el temor a una escalada bélica que desemboque en la utilización, por segunda vez en la historia, de armas nucleares sobre población civil.
Han pasado casi 80 años desde que Estados Unidos lanzara sendas bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, que provocaron la muerte de 240 000 personas por el efecto directo de las explosiones y la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
Hoy, las ondas de choque de las bombas nucleares modernas son de 20 a 30 veces más potentes que las lanzadas en 1945. No solo causarían la destrucción inmediata de todo atisbo de vida en un radio de decenas de kilómetros, sino que también desencadenarían graves efectos climáticos y ecológicos.
El físico Francisco Martín León ha hablado de este hipotético fenómeno al que los científicos se refieren como "invierno nuclear", y de sus consecuencias sobre la atmósfera que protege la vida en la Tierra.
¿Qué es el invierno nuclear?
Cuando un arma nuclear detona, genera una bola de fuego que incinera todo en su radio inmediato. Pero, además, este proceso libera grandes cantidades de humo, hollín, aerosoles y polvo que ascienden a la estratosfera.
Todas estas partículas son capaces de bloquear parcialmente la luz solar durante meses o incluso años. Como consecuencia, si ocurriera, se produciría un enfriamiento global extremo y las temperaturas caerían drásticamente —hasta 25 grados, como apunta Martín León— en todo el planeta.
Un escenario de devastación que acabaría con los ecosistemas y la agricultura, lo que provocaría una hambruna masiva y el colapso de las civilizaciones humanas: cientos de millones de personas morirían de hambre incluso en países alejados del conflicto bélico.
Los efectos sobre el clima, la ecología y la salud
Desde el punto de vista del clima y el medio ambiente, además de la disminución de la temperatura global, que podría llevar a algunas regiones a condiciones similares a las de una edad del hielo, siendo los siguientes otros de sus impactos.
- Interrupción de la fotosíntesis: la falta de luz solar suficiente haría que las plantas no pudieran realizar la fotosíntesis de manera efectiva, lo que causaría una crisis alimentaria sin precedentes, que también afectaría a los animales.
- Alteraciones de los patrones climáticos: mientras en algunas regiones las lluvias podrían disminuir significativamente, agravando las condiciones de sequía, en otras, podrían desarrollarse tormentas extremas.
- Extinción masiva de especies: estos bruscos cambios en el clima podrían acarrear la destrucción de ecosistemas enteros, lo que llevaría a la desaparición de especies animales y vegetales.
- Consecuencias para la salud humana: la radicación puede afectar a la médula ósea, el sistema gastrointestinal o el sistema nervioso central. Sin cuidados intensivos especializados, la mayoría de personas expuestas a altas dosis de radiación acaban falleciendo. A largo plazo, aumenta el riesgo de padecer muchos tipos de cáncer, como el de tiroides o la leucemia.
La destrucción de la capa de ozono
La capa de ozono, ubicada en la estratosfera, es esencial para proteger a la vida en la Tierra de la radiación ultravioleta (UV) proveniente del Sol. Un ataque nuclear masivo podría dañarla hasta hacerla desaparecer.
Las explosiones nucleares a gran escala liberan una enorme cantidad de energía térmica, que produce óxidos de nitrógeno (NOx) en las capas altas de la atmósfera. Estos compuestos son altamente reactivos y, al interactuar químicamente con las moléculas de ozono (O₃), las descomponen hasta destruirlas.
Ningún gobierno u organización internacional, por importante o grande que sea, está preparado para abordar una situación así. Sólo hay una solución: evitar que se produzca.