Un invierno extremo: inolvidables Filomena, la ola de frío o la calima
El invierno meteorológico o climatológico 2020-2021 se ha caracterizado por su carácter extremo, siendo muchas las anomalías de distinto signo que se han producido. Repasamos algunos de los episodios meteorológicos más destacados.
Quizás le sorprenda que hoy, 28 de febrero, hagamos en las siguientes líneas un balance del invierno 2020-2021, pero desde el punto de vista climatológico, el invierno concluye este domingo y a partir de mañana (1 de marzo) comienza la estación primaveral. El año hidrometeorológico o agrícola da inicio el 1 de septiembre y finaliza el 31 de agosto. El trimestre septiembre-octubre-noviembre corresponde con el otoño, y a continuación le sigue el invierno, que la conforman los meses de diciembre, enero y febrero. Hacer un balance de lo que ha ocurrido meteorológicamente este último trimestre es harto complicado.
Tres meses dan para mucho. Los inviernos en latitudes templadas son habitualmente movidos –meteorológicamente hablando–, por lo que es normal que, con independencia del año que elijamos, tengamos bastantes episodios destacados, bien por la intensidad de los vientos, por las lluvias, las nevadas o el frío. No ha faltado nada de eso este invierno, pero tanto la magnitud como la frecuencia con la que se han producido situaciones que podemos calificar de extraordinarias, son un primer hecho a resaltar. Una circulación atmosférica particularmente anómala ha sido la responsable de tener un invierno tan movido y extraordinario.
Un carrusel de locuras de principio a fin
En el balance del mes de diciembre de 2020 en España que publicamos el pasado 5 de enero en nuestra web, el autor del mismo, Fernando Llorente, lo calificó de extremo en todo, y a la vista de lo que luego aconteció en enero, la cosa no quedó ahí, sino que fue a más. Una forma de “medir” el comportamiento extremo de los meses invernales es echar un vistazo a la lista de borrascas de alto impacto que nos afectaron. Mientras que en diciembre tuvimos dos –Dora y Ernest–, en enero se nombraron nada menos que cinco –Filomena, Gaetan, Hortense, Ignacio y Justine– y en febrero, en fechas recientes, nos afectó –afortunadamente de refilón– la profunda borrasca Karim.
Mucho se ha escrito este año (en los dos meses de 2021 que han transcurrido hasta la fecha) sobre la influencia que ha podido tener el calentamiento súbito estratosférico (CSE) iniciado a finales del año pasado en el Ártico, en el comportamiento atmosférico observado, con un chorro muy ondulado, formando enormes vaguadas y dorsales. Mientras que las primeras han permitido el descolgamiento de profundas borrascas, así como advecciones de aire frío hasta latitudes más bajas de lo normal (Golfo de México, Mediterráneo…), produciéndose una interacción con el chorro subtropical, las segundas han dado lugar a episodios de temperaturas anómalamente altas, como las que hemos tenido en buena parte de Europa esta semana, así como a intensas advecciones de polvo sahariano.
Todavía no conocemos bien todos los mecanismos que intervienen de forma decisiva en la circulación atmosférica en latitudes medias, pero todo apunta a que las anomalías cálidas en el Ártico están provocando un forzamiento y la respuesta en la dinámica atmosférica encaja bien en la sucesión de situaciones meteorológicas observadas.
De todas ellas, la que más dio que hablar fue el paso de la borrasca Filomena, la semana de Reyes, dando lugar a la histórica nevada y a la ola de frío posterior, provocada en buena medida por la nieve que cubrió casi la mitad de la superficie del territorio peninsular. Previamente, coincidiendo con el cambio de año, había llegado una masa de aire polar bastante frío a la Península, pero la presencia de la nieve depositada en el suelo fue determinante para que se batieran algunos de los récords absolutos de temperatura mínima en España.
El Sahara escapa de sus fronteras
Las dorsales de aire cálido, de origen subtropical, son el contrapunto a las olas de frío, y también ha quedado para la historia el episodio de calor que se vivió en la fachada mediterránea peninsular y en Baleares a finales de enero, en el que se rozaron los 30 ºC en Alicante (temperatura máxima de 29,8 ºC registrada el 29 de enero de 2021); un hecho insólito y llamativo que se suma a la larga lista de extremos climáticos de este invierno.
Este rápido repaso, necesariamente incompleto (no hemos comentado, por ejemplo, los datos de algunas de las rachas de viento alcanzadas, muchas de ellas huracanadas), no puede olvidarse de las invasiones de polvo sahariano, favorecidas por esa circulación atmosférica de bajo índice zonal.
Todos los inviernos ocurren algunas, afectando con mayor frecuencia al archipiélago canario que a la Península, pero la magnitud de las ocurridas este mes de febrero y la que está ciernes para los próximos días, ya del mes de marzo, no se ven todos los años y menos aún un encadenamiento de varias de ellas. Tenemos aún frescas en nuestra memoria las imágenes de la nieve de color tierra en las estaciones de esquí del Pirineo de la primera semana de febrero.
Más tarde le tocó al turno a Canarias, en plenos carnavales, a lo que siguió una nueva invasión de polvo en el Mediterráneo Occidental, que vino acompañada de lluvias de barro, y el episodio que se está empezando a gestar seguramente dará bastante que hablar la próxima semana. El invierno (meteorológico o climatológico) de 2020-2021 ya queda atrás, pero será recordado por sus numerosas efemérides. De todas ellas os hemos ido informando aquí en Meteored.