Desastres compartidos por Alemania y España, ¿es el cambio climático?
El cambio climático vuelve a saltar a la palestra tras las catastróficas inundaciones de Centroeuropa, que se han unido a la larga lista de fenómenos extremos de este año, que en España conocemos bien. El factor antrópico juega un papel fundamental en el aumento del riesgo.
Toda Europa sigue en shock tras las catastróficas inundaciones que ha sufrido el centro del continente en los últimos días, que han dejado (por ahora) más de 100 víctimas y miles de desaparecidos. Cifras que desgraciadamente son muy habituales en eventos meteorológicos extremos en países en vías de desarrollo (y de los que apenas se habla), pero que resultan impactantes para el siglo XXI en el llamado "Primer Mundo".
Lluvias de récords en Alemania, sin olvidar el factor antrópico
La peor parte se la han llevado algunos estados del oeste de Alemania, especialmente en Renania. Sólo en el distrito de Ahrweiler se estima que hay más de 1300 personas desaparecidas. Las precipitaciones fueron de una intensidad excepcional, con acumulados de 250 l/m2 en pocas horas, batiéndose récords en los observatorios de esta zona.
El cambio climático es un tema de máxima actualidad a pesar de la pandemia, encadenándose varios episodios extremadamente anómalos o extremos, siendo uno de los últimos ejemplos la ola de calor del noroeste de América del Norte. Como viene siendo habitual, la crisis climática se ha usado para justificar estos desastres "naturales". Precisamente, en Alemania ya ha saltado a la campaña electoral.
Sin embargo, poco se habla de cómo el factor antrópico ha amplificado las consecuencias de las lluvias torrenciales en Centroeuropa. En Altenahr, precisamente en el distrito de Ahrweiler, el más afectado, encontramos uno de los mejores ejemplos. El municipio se asienta en la llanura aluvial del río Ahr, que presenta numerosos meandros, e incluso parte de la localidad se asienta sobre lo que se conoce como meandro abandonado, que en caso de lluvias extraordinarias vuelven a recuperar su funcionalidad.
Esto también lo podemos aplicar a otras muchas zonas del centro del continente, donde con el paso de los siglos las poblaciones han ido buscando las extensas llanuras y los ríos para desarrollarse y crecer. Muchos cauces, antiguas lagunas o meandros abandonados no son visibles hoy en día al estar soterrados u ocupados por viviendas y carreteras. Olvidados por la gente, pero como desgraciadamente han comprobado, el agua siempre reclama sus escrituras.
Desastres recientes similares en España
En España estas imágenes nos han recordado las catastróficas inundaciones asociadas a la gota fría o DANA de septiembre de 2019. La comarca alicantina de la Vega Baja, una vasta llanura de inundación, quedó bajo las aguas durante semanas por la gran crecida del Segura. Tampoco olvidamos la tragedia de 2018 en Sant Llorenç, en Mallorca, con más de una decena de fallecidos tras una gran crecida súbita de una rambla que discurre por el centro de la población.
Pero sin duda, el episodio que más nos ha marcado en tiempos recientes fue la tragedia del Camping de Las Nieves, en Biescas, hace casi 25 años. Una tormenta muy violenta, localizada y de gran intensidad provocó una crecida súbita del barranco de Arás... y el camping se encontraba en su cono de deyección. El trágico resultado ya lo conocemos todos. En España también contamos con un extenso historial de inundaciones o riadas catastróficas.
Tenemos que adaptarnos y mitigar las consecuencias del cambio climático
Aunque los fenómenos extremos estén aumentado como consecuencia del cambio climático, con una corriente en chorro más meandrizante, es demasiado precipitado (por ahora) relacionarlo de forma directa con lo que ha sucedido en Centroeuropa, al tratarse de un evento extraordinario. En cambio, deberíamos reflexionar más sobre las actuaciones del ser humano sobre el territorio, que amplifica las consecuencias de estos episodios extremos, y más ante un previsible aumento de la población.
En un proceso imparable, tenemos que educar y concienciar a la sociedad, para reducir las consecuencias de estos episodios extremos con las adecuadas herramientas de prevención, divulgación y educación. El cambio climático continuará, pero tenemos que esforzarnos para adaptarnos a este nuevo escenario, y mitigar sus efectos. Hay mucho trabajo por delante.