Incertidumbre humana, no climática
En la actualidad, la mayor incertidumbre que encierra el cambio climático no es la del propio comportamiento del clima, sino el de los seres humanos. Nuestras acciones modulan el clima.
Durante muchos años he escrito y hablado sobre las incertidumbres del cambio climático y los diferentes escenarios que plantean las proyecciones del clima futuro. El conocimiento, cada vez mayor, que tenemos del sistema climático, así como el desarrollo que ha tenido su modelización numérica del clima, junto a la cada vez mayor capacidad de cálculo de los superordenadores, han ido reduciendo muchas de las incógnitas que había sobre el comportamiento que tendrá el clima a lo largo del presente siglo. Una vez que se ha podido demostrar que los seres humanos somos en gran parte responsables del comportamiento climático observado, la mayor incertidumbre que tenemos ahora es saber cómo actuaremos y si seremos capaces de estabilizar el calentamiento global de tal forma que logremos adaptarnos al nuevo escenario climático.
El cambio climático ha empezado a tomar carrerilla. La velocidad con la que se está empezando a manifestar –en paralelo al ritmo al que está subiendo la temperatura media global–, aparte de ponernos las cosas cada vez más difíciles, es un hecho singular del que no parece haber demasiados precedentes en el pasado. A lo largo de la historia geológica de la Tierra se han producido muchos cambios climáticos, algunos de ellos de bastante mayor magnitud que el actual –tanto de signo positivo (calentamiento) como negativo (enfriamiento)–, pero no hay indicios claros de uno que en tan poco tiempo llegara a provocar una subida de temperatura como la que plantean de aquí a fin de siglo algunas proyecciones climáticas. La concentración actual de CO2 en la atmósfera es la más alta en los últimos tres millones de años, y cada año que pasa se incrementa un poco más.
En la Cumbre del Clima de París, celebrada a finales de 2015, los países firmantes del acuerdo se comprometieron a reducir sus emisiones para estabilizar la temperatura media global a finales de siglo “muy por debajo” de +2 ºC respecto a los valores de la era preindustrial, con el firme compromiso de tratar de limitar el aumento a +1,5 ºC. Han pasado poco más de 3 años y los científicos ven prácticamente imposible que este compromiso pueda llevarse a cabo.
La inacción junto a la aceleración que está teniendo el calentamiento global, nos está dejando sin capacidad de ralentizar la subida de las temperaturas hasta estabilizarlas en ese grado y medio. Ahora mismo estamos a +1,35 ºC y seguimos emitiendo enormes cantidades de CO2 a la atmósfera cada año. En 2035 –puede que algún año antes– llegaremos a +1,5 ºC, pero nada apunta a una estabilización en torno a ese valor.
El IPCC –reunido esta semana en Corea del Sur– está a punto de publicar un informe especial que dará a conocer los impactos que tendrá ese escenario +1,5 ºC. Su elaboración fue un compromiso adquirido en París. A falta de conocer los detalles del documento, no creo que pase demasiado tiempo para que veamos otro similar, pero con los impactos del escenario +2 ºC. Para lograr estabilizar el calentamiento global a final de siglo en ese valor, no podemos seguir dejando que pasen los años sin acometer acciones globales y decididas de reducción de emisiones. Solo así, quizás logremos ese objetivo, que no es el que se fijó en París, pero al que seguramente nos podríamos adaptar, sin que nuestra propia existencia se viera amenazada.
El escenario climático al que lleguemos a finales de siglo dependerá, en gran medida, de cómo evolucione nuestra tasa de emisión de gases invernadero a la atmósfera, lo que dependerá de las fuentes de energía que utilicemos y de cómo evolucionemos como sociedad tecnológica. Si todo sigue más o menos como hasta ahora, nos dirigiremos irremediablemente al escenario de altas emisiones que proyecta el IPCC en su último informe (AR5). En dicho escenario subirían tanto las temperaturas que no resulta fácil concebir una adaptación a ese mundo tan cálido y extremo. Si seguimos retrasando la adopción de medidas reductoras ese será nuestro destino climático y el del resto de seres vivos que habitan la Tierra.