Tornado Alley se mueve y expone a Dixie Alley a la "jaula del oso"
El conocido como Dixie Alley gana protagonismo y ya supera en algunas regiones al clásico "Tornado Alley". Cada vez resulta más evidente el desplazamiento hacia el este de la zona más propensa a sufrir tornados, lo que está generando nuevos e inesperados problemas.
El Tornado Alley es el nombre que recibe la región de Norteamérica en la que más tornados se registran y que abarca buena parte del oeste del valle del Misisipi, con el "epicentro" en el estado de Oklahoma. Cada año se producen cientos de estos fenómenos, especialmente durante la primavera, debido a las condiciones favorables de humedad, energía convectiva y cizalladura que suelen aparecer en esta zona. Sin embargo, en lo que llevamos de siglo XXI el número de tornados que se producen al este del Misisipi y justo al norte del Golfo de México está aumentando hasta el punto rivalizar con los que se producen en el Tornado Alley original.
Los motivos de este cambio en realidad se desconocen, aunque hay varias hipótesis sobre la mesa y desde luego, como ya muestran estudios como este, el cambio es muy real. Por una parte, parece tener influencia un desplazamiento de la conocida como "línea de aire seco". Esta línea es un frente que separa el aire seco de las regiones del oeste del cálido y húmedo procedente del Golfo de México en episodios convectivos. Este encuentro de masas de aire dispara la convección profunda al este de esta línea. Una mayor temperatura del agua del Golfo de México, como la que se está registrando en los últimos años, aporta además energía adicional a estos sistemas de tormentas.
Sin embargo, en las investigaciones también se habla de un importante sesgo que compromete estos estudios y que hay que tener muy en cuenta para valorar este cambio. Los tornados tienen una escala espacial y temporal muy pequeña, muchos de ellos duran poco más de un par de minutos y afectan con vientos huracanados a un área del orden de unas pocas hectáreas. Cuando uno de estos ocurre en una zona despoblada y sin estructuras, depende de que exista un observador que lo documente, si no, pasaría desapercibido. En el Dixie Alley, además, la vegetación y el terreno no hacen fácil su identificación, por lo que es muy probable que el mayor interés y número de medios disponibles para estudiar estos fenómenos esté influyendo en identificar un mayor número de ellos.
La pesadilla de meteorólogos y cazatormentas: la jaula del oso
El Dixie Alley supone un escalón más en dificultad a la hora de estudiar e interceptar tornados. Las praderas despejadas del oeste aquí son sustituidas por enormes bosques que dificultan orientarse y observar las tormentas desde la distancia. Además, las mismas tormentas, las supercélulas que dan lugar a estos tornados, suelen ser diferentes: la proximidad al Golfo de México y la elevadísima humedad de esta zona hace que predominen las "supercélulas HP" o de alta precipitación (high precipitation supercell en inglés).
Estas supercélulas tienen bases muy bajas y generan enormes cortinas de precipitación que rodean al mesociclón y al posible tornado ocultándolo en una estructura conocida como la "bear's cage" que significa literalmente "jaula del oso". Además, este entorno húmedo favorece que el aire descendente del flanco trasero (RFD) tenga una temperatura similar al aire ascendente de la tormenta, al reducirse la evaporación y absorberse, por tanto, poco calor latente de evaporación. Esto facilita una oclusión del mesociclón bastante simétrica, el entorno favorito de un tornado supercelular.
Una grave amenaza para los residentes
Lo primero que distingue un observador en el camino de una de estas supercélulas HP tornádicas no es un tornado, no será capaz de distinguirlo. Verá un muro de lluvia y viento con abundante actividad eléctrica, típico de una tormenta severa, que nada tiene que envidiar en intensidad los que produce un huracán promedio: la "jaula del oso". Una disminución de la lluvia hará pensar al observador que la tormenta está amainando, pero un rugido similar al de una catarata le sacará de su error: la lluvia y el granizo serán sustituidos por escombros de todos los tamaños volando a velocidades de cientos de kilómetros por hora.
El viento, que inicialmente era muy fuerte o incluso huracanado, aumentará violentamente hasta alcanzar velocidades increíbles, ocasionalmente superiores a 300 o 400 km/h en los casos más violentos. Se dará cuenta de que se trata de un tornado cuando ya esté dentro de él. Tras unos segundos tremendamente destructivos, el tornado dará paso de nuevo a la lluvia, el fuerte viento y el granizo anteriores para finalmente amainar tras 10 o 20 minutos con condiciones de tormenta.
Esto supone, por tanto, que la ventaja de poder observar los movimientos del tornado aquí desaparece en la mayoría de los casos, ya que es invisible. Además, el Dixie Alley discurre por una zona con construcciones generalmente pobres y carentes de sótanos o refugios para tornados, a diferencia de lo que sucede en buena parte de Texas, Kansas y Oklahoma. Por lo que esta evolución climática de la región deberá ser monitorizada de cerca y muy probablemente sea imprescindible una adaptación de la población a este creciente número de tornados.