Incendios zombies: ha vuelto la gran amenaza para los bosques boreales
Sobreviven de un año para otro, pasan desapercibidos durante meses y son prácticamente imposibles de extinguir. Este tipo de incendios suponen una amenaza creciente que está incrementándose muy notablemente en estas últimas décadas.
Lo que se conoce como "incendio zombie" no deja de ser un incendio forestal más, pero con una particularidad que lo hace muy especial: se propagan lentamente bajo tierra, en turberas o suelos con una gran cantidad de materia orgánica en descomposición, y pueden permanecer encendidos durante meses produciendo una combustión lenta del subsuelo. Esto les permite sobrevivir al invierno, incluso arder bajo una gruesa capa de nieve y emerger a la superficie en la temporada estival, "resucitando" a los incendios de la temporada anterior que en realidad nunca se llegaron a apagar.
Las turberas y los suelos con gran contenido de materia orgánica, favorables para la propagación de este tipo de incendios, suelen darse en lugares húmedos y frescos. Son más abundantes en los bosques boreales, aunque también pueden darse de forma muy puntual en humedales de latitudes medias. Si esta capa de turba se seca durante una temporada menos húmeda, se convierte en una fuente de combustible importante y puede prenderse si se produce un incendio en la zona. Los incendios zombie por tanto no son un fenómeno nuevo ni desconocido en los bosques boreales, también se los conoce como "incendios remanentes", "latentes" o de "hibernación". Entonces, ¿por qué están llamando tanto la atención ahora?
Este tipo de incendios están bien documentados desde mediados del siglo XX y son habituales en regiones árticas, aunque también hay que recordar que en latitudes altas los incendios son más raros y los ecosistemas no están tan habituados a ellos como en zonas subtropicales o en latitudes medias. Sin embargo, lo que resulta especialmente raro es la frecuencia con la que están empezando a producirse: en la década de los 2000 el promedio anual de superficie quemada superaba en al menos un 50% al de cada una de las décadas anteriores. En esta pasada década 2011-2020, esa cifra ha seguido aumentando dando lugar a temporadas de récord, y se teme que lo siga haciendo.
El cambio climático, relacionado con los incendios zombies
Se está encontrando relación entre una mayor actividad en los incendios del ártico, así como en el número de incendios remanentes o "zombie", y la presencia de veranos más largos y cálidos como los registrados en estos últimos años, algo que quedó plasmado en este artículo publicado recientemente en la revista Nature.
El verano es prácticamente la única estación totalmente libre de hielo y nieve en estas zonas, y la única en la que los incendios forestales pueden desarrollarse con facilidad. Los veranos cortos, en los que la humedad del suelo no desciende demasiado, evitan un gran número de incendios en estas regiones y también dificultan que puedan perdurar en el subsuelo de un año para otro.
Otra preocupación de estos incendios es el potencial que tienen para liberar carbono a la atmósfera, mucho mayor que la mayoría de incendios de latitudes medias. Se estima, según este artículo de Copernicus, que sólo en 2020 se liberaron a la atmósfera 250 millones de toneladas de dióxido de carbono, comparable a las emisiones anuales de la actividad humana de un país con una población de decenas de millones de habitantes. El aumento en la virulencia de los incendios de latitudes altas así como la mayor presencia de estos incendios zombie, latentes durante el invierno, se ha convertido recientemente en un foco de preocupación en el que se están centrando cada vez más grupos de investigación.