Incendios de sexta generación, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Muchos espacios naturales de nuestro planeta siguen ardiendo año tras año. Detrás de estos descontrolados incendios se encuentran los de 'sexta generación', mucho más intensos y duraderos.
A lo largo de la historia del planeta los incendios siempre han existido. Nunca han dejado de ser un problema aunque, ahora mismo, se hable de los denominados 'sexta generación': mucho más intensos, peligrosos y alimentados por el cambio climático. La clasificación de incendios por generaciones se utiliza para categorizar los distintos tipos de fuego y así saber cómo han evolucionado a lo largo del tiempo.
De la primera a la última generación
Se conoce como incendios de primera generación a los ocurridos desde los años 1950 a 1960, principalmente apoyados por el 'éxodo rural' y el abandono de las tierras. Aparecían en un paisaje continuo impulsados principalmente por el viento. Fue en ese momento cuando las tierras de cultivo no servían como interrupción del combustible y se llegaban a quemar desde 1.000 a 5.000 hectáreas.
Durante las décadas de 1970 y 1980, aparecieron los de segunda generación y en la de 1990 los de tercera. Estos aparecen con el imparable proceso de acumulación de combustible. Durante estas décadas, hablamos de incendios mucho más rápidos y de mayor tamaño (5.000 a 20.000 hectáreas) donde la emisión de chispas, la orografía y las famosas 'olas de calor' facilitaban mucho más su propagación.
Durante el año 2000 se comenzó a hablar de incendios de cuarta generación, donde la Interfaz Urbano-Forestal se convirtió en el mayor de los problemas. Aquí es cuando coinciden dos áreas de diferentes condiciones: las zonas forestales con los asentamientos humanos, y donde ambas áreas interaccionan entre ellas. A continuación entraron en juego los incendios de quinta generación, afectando a diferentes zonas de riesgo e impulsados por las extremas olas de calor.
Los incendios de "sexta generación" modifican la meteorología
Actualmente nos encontramos en una situación aún más complicada, han llegado los temidos incendios de sexta generación: megaincendios capaces de modificar la meteorología del lugar donde se encuentran. Este verano 2021 ha protagonizado un gran número de ellos alrededor del mundo: California, Turquía, Grecia o Canadá han sido espectadores de cómo sus bosques arden y se queman.
Varios especialistas están de acuerdo en que el actual incendio de la Sierra Bermeja en Málaga es un fuego especial que ha entrado de lleno en este grupo. Se trata de incendios devastadores en cuanto a la energía liberada, con columnas convectivas (nubes ascendentes) que dan lugar a pirocúmulos (flammagenitus). Fuegos muy voraces donde la propia llama se alimenta constantemente del oxígeno contaminado.
En ocasiones, los pirocúmulos tienen tanto poder calorífico que su formación puede desembocar en quizás dos situaciones. Por un lado puede que descargue todo su material incandescente provocando las temidas "lluvias de fuego"; o bien, que provoque lluvia, la cual en algunos casos puede ayudar a apagar el incendio, cosa que sucede en contadas ocasiones. Además, estos incendios producen sus propias corrientes de aire dificultando mucho la extinción.
Hasta ahora, la referencia más cercana para España era el incendio que tuvo lugar en 2017 en Portugal, donde ardieron 45.000 hectáreas y murieron 67 personas. Un informe de WWF (World Wildlife fund) asegura que el escenario es cada vez más complicado y que nos enfrentamos a incendios mucho más severos e incontrolables. En definitiva, los incendios han dejado de ser la excepción para comenzar a ser la norma.