Humusación o compostaje humano: ¿convertirías tu cuerpo en fertilizante?
Cada día son más las personas que buscan minimizar su impacto ambiental al morir. Buscando alternativas sostenibles a la cremación y la inhumación, algunos países ya están aprobando leyes que permiten que las personas nos convirtamos en abono tras fallecer.
Los seres humanos somos altamente contaminantes, pero no solo en vida. Si tenemos en cuenta que, cada año, fallecen más de 60 millones de personas en el mundo y que los procesos tradicionales de disposición de cadáveres –enterramientos e incineraciones– tienen un importante coste ambiental, nuestra muerte también es claramente insostenible.
Por eso, en muchos países están empezando a sonar con fuerza las voces que reclaman la humusación. Un proceso inspirado en los ciclos naturales de descomposición que tiene por objetivo transformar los restos humanos en abono.
Si quieres saber cómo se realiza, en qué países está regulado y cuáles son sus implicaciones medioambientales, estás en el artículo correcto.
¿Qué es la humusación y cómo se realiza?
La humusación es un proceso controlado de descomposición orgánica en el que el cuerpo humano es transformado en humus, una tierra rica en nutrientes apta para su utilización como fertilizante de suelos.
Esta práctica, que también es conocida como "reducción orgánica natural", utiliza condiciones específicas de humedad, temperatura y oxigenación para acelerar la descomposición, que se realiza en un entorno seguro y respetuoso con el medio ambiente.
Concretamente, el procedimiento comienza con la retirada de materiales no orgánicos del cadáver, como empastes metálicos, marcapasos, clavos óseos o prótesis articulares.
Después, se coloca en una caja de acero reutilizable que se rellena con sustancias biodegradables, tales como astillas de madera, alfalfa, paja y flores.Durante los siguientes 30 a 60 días, los microorganismos y bacterias naturales trabajan para descomponer los restos humanos en un material similar al compost.
El residuo es completamente seguro para el medio ambiente porque también se somete a un proceso de calentamiento para eliminar patógenos.
Por último, el abono resultante se devuelve a los familiares dentro de una cápsula, para que puedan emplearlo en la plantación de flores o árboles o para fertilizar un huerto.
¿Cuáles son sus ventajas?
La cremación o incineración, un método de disposición de cadáveres en alza, tiene un importante impacto ambiental derivado de la generación de emisiones como monóxido y dióxido de carbono, partículas de óxidos de azufre y nitrógeno, además de otros compuestos orgánicos volátiles.
Por ejemplo, en Reino Unido, se calcula que un 16% de la contaminación por mercurio en el aire deriva de las incineraciones de seres humanos.
Los expertos aseguran, además, que un cuerpo humano emite unos 27 kilos de dióxido de carbono cuando es quemado, lo que equivale a la contaminación producida al recorrer unos 1.200 kilómetros en coche.
Respecto a las inhumaciones o enterramientos, sus efectos sobre el medio ambiente son similares a los que se producen en un vertedero de material orgánico, con sus correspondientes riesgos de dilución y dispersión de materia en el suelo y acuíferos.
Así que, en comparación con los métodos tradicionales de disposición de los cadáveres, la humusación presenta importantes beneficios ecológicos. Se trata de un proceso limpio, sin emisiones significativas de carbono y del que resulta un producto útil: el humus.
Sus defensores creen que el impacto ambiental positivo de esta práctica convierte el fallecimiento de las personas en una contribución positiva a la salud del planeta.
Situación legal
Sobre los aspectos legales de la humusación, de momento, existen pocos países en los que se haya regulado está práctica. Uno de ellos es Estados Unidos, donde en algunos estados ya se han aprobado leyes que la permiten.
El primero fue Washington en el año 2019. Después, siguieron sus pasos Colorado, Oregón, Vermont y California. Nueva York, en 2023, ha sido el último en sumarse a la humusación.
En Europa, solo es legal en Suecia y en dos lands (estados) de Alemania, aunque en el país germano ya se trabaja para extenderla. En Francia o Bélgica –donde los legisladores se resisten a ponerla en marcha– hay un vivo debate sobre su regulación.
Y en España, esta práctica está siendo defendida por la Asociación para el Entierro Natural, que persigue que el proceso funerario sea “más ecológico”.
Una delicada cuestión ética y cultural
A pesar de sus beneficios ambientales, la humusación plantea dilemas éticos y culturales. Muchas tradiciones defienden modos específicos de disponer de los cuerpos tras la muerte, por lo que, por ejemplo, esta opción genera resistencia en las comunidades donde la religión sigue teniendo un peso importante.
En otros casos, las críticas surgen por la transformación del cuerpo humano en un simple "producto" fertilizante.
Frente a estas tesis, los defensores de la humusación recuerdan que los seres humanos formamos parte de un ecosistema interconectado, y que está práctica está profundamente ligada al respeto por la naturaleza y por los ciclos de la vida.
En todo caso, los movimientos en favor de esta práctica demuestran que existe un creciente interés por establecer nuevas formas de abandonar este mundo dejando un legado ecológico positivo.