Hay heladas que matan
En la última semana de abril una masa de aire polar tomó las riendas del tiempo de la península. El envite frío dejó unas cuantas madrugadas muy gélidas, con heladas en la mayor parte de los valles interiores. Justo donde, por ejemplo, se asienta el cultivo de la vid. Los daños han sido letales.
Una de las incidencias meteorológicas más temidas de los agricultores son las heladas tardías; es decir, aquellas que ocurren fuera de temporada invernal, ya metidos de lleno en la primavera, en los meses de abril y mayo (a veces incluso en junio). En esa época del año no son raras las entradas de aire frío de origen polar, que en algunos casos generan un tiempo puramente invernal, con un brusco descenso de las temperaturas, nevadas en cotas bajas y las citadas heladas.
Una de estas situaciones meteorológicas tuvo lugar durante la última semana de abril de 2017, lo que provocó una auténtica escabechina en amplias zonas de cultivos, particularmente de viñedos. A finales de esa semana tuve un viaje de trabajo a La Rioja y allí conocí de primera mano los daños que habían provocado las heladas en la Rioja Alta y en la Alavesa, dos de las zonas vitivinícolas por excelencia de nuestro país. En las zonas más afectadas –en el entorno de Haro y Nájera–, algunas parcelas sufrieron daños en el 100% de las cepas. El daño se extendió también a algunos frutales y no afectó sólo a tierras riojanas. Los daños en los viñedos y frutales también se produjeron por amplias zonas de León, Galicia y Aragón, en algunas de las cuáles los agricultores solicitaron la declaración de zona catastrófica.
Contrariamente a lo que pudiera parecer, el intenso frío es un elemento necesario para el correcto crecimiento del viñedo y de cualquier otro cultivo, siempre y cuando las bajas temperaturas lleguen en el momento oportuno; es decir en invierno. Cada tipo de planta necesita un determinado número de horas de frío (HF) para que al irse acercando la primavera surjan los brotes y salgan de forma vigorosa las hojas, las flores y posteriormente los frutos. Si en los meses invernales las HF no han sido suficientes (lo que ocurre cuando tenemos inviernos excesivamente suaves), entonces los cultivos se resienten y tenemos una mala cosecha.
Pensando en los viñedos, el momento más crítico para que se produzcan heladas es justamente cuando han brotado las hojas de las cepas y comienzan a surgir los pequeños racimos de uvas todavía sin madurar, algo que comienza a manifestarse hacia mitad de la primavera. Las heladas tardías cortan de raíz el desarrollo de la planta, quemando las hojas e impidiendo que esas incipientes uvas engorden y lleguen a buen término. Las heladas de finales de abril ocurridas en las zonas antes reseñadas fueron ciertamente letales, arrasando muchas hectáreas de viñedos. La producción de vino de Rioja y de otras denominaciones de origen como las de León o Valdeorras, en Ourense, se verá mermada en 2017, aunque falta por ver cómo evolucionan las yemas secundarias que surjan de las cepas a lo largo del presente mes de mayo.
A pesar de que la entrada fría fue anunciada por los meteorólogos con varios días de antelación, los agricultores poco pudieron hacer. En el mejor de los casos, echaron mano del riego para tratar de minimizar los perniciosos efectos de las heladas nocturnas. Algo más difícil lo tuvieron los viticultores franceses de las regiones de Champagne, Burdeos y Borgoña. Allí con el núcleo del aire frío retenido, en parte, por la barrera pirenaica, las temperaturas llegaron a caer hasta los -7 ºC. Nuestros vecinos desplegaron toda una batería de medidas anticongelantes de elevado coste, como el citado riego, el uso de calentadores o de antorchas y velas, lo que nos dejó para el recuerdo unas espectaculares imágenes nocturnas de los viñedos iluminados por un rosario de llamas.
Estos métodos y otros aún más sofisticados y costosos –como el uso de helicópteros–, destinados a agitar el aire en el entorno de los viñedos (con al aire encalmado, aumenta la magnitud de la helada junto al suelo), no evitaron del todo los daños de las heladas tardías. Por ejemplo, en la región de Champagne se estima que entre un 20 y un 25% de los brotes de vid fueron destruidos.
Hay que aceptar que una de las reglas del juego con las que deben de lidiar los agricultores es con la de estos zarpazos invernales a mitad de la primavera, que si bien no todos los años se manifiestan con tanta dureza, no suelen faltar a su cita primaveral, en mayor o menor medida. Las heladas tardías han ocurrido en el pasado, ocurren en la actualidad y seguirán ocurriendo en el futuro. Nada nuevo bajo el sol.