Glifosato, el polémico herbicida permitido en Europa: ¿cómo afecta a nuestra salud?
El glifosato es una sustancia química que, junto con otros componentes, se utilizan en la agricultura para combatir las malas hierbas que compiten con los cultivos. Se acaba de aprobar su uso por otros 10 años en la UE.
Fue en 1974 cuando la compañía Monsanto (ya empezamos mal) introdujo en el mercado el N-fosfonometil-glicina, cuya fórmula química es C3H8NO5P. En el 2018, Bayern (para qué queremos más) compró la empresa y en el 2000 caducó la patente del glifosato, con lo que ahora son otros muchos los fabricantes que lo distribuyen.
Si juntamos la polémica sobre la ética empresarial y nombres químicos raros, ya la tenemos liada. Y así llevamos 50 años (y ahora mínimo otros 10 en la UE) donde el glifosato, el herbicida más utilizado en el mundo, va saltando de polémica en polémica.
¿Cómo se usa el glifosato?
Este herbicida no selectivo se utiliza para evitar que las hierbas no deseadas broten en lugares donde no queremos que estén. Esto, además de mejorar la producción, evita la generación de plagas, tanto en las ciudades como en agricultura. El glifosato se rocía en los campos antes de que los cultivos broten, las bacterias lo descomponen, y así no compiten con la maleza.
Su mecanismo de acción es inhibir una enzima producida por las plantas (5-enolpiruvilshiquimato-3-fosfato) relacionada con la síntesis de aminoácidos esenciales. Esta enzima sólo se encuentra en las plantas, no en humanos, con lo que la inhibición de la síntesis de aminoácido no ocurre en nosotros.
Tiene escasa metabolización, 97% de la dosis oral se elimina intacta, su único metabolito es el ácido amino metil fosfónico (AAMF). Tiene una vida media de aproximadamente dos días. La mayoría se elimina por las heces.
Dudas y certezas sobre sus efectos en la salud
Se lleva revisando desde que se puso en el mercando y analizando miles de estudios para comprobar su seguridad. En 2016, un informe de la OMS y la ONU se hizo eco de las investigaciones sobre la relación entre la exposición al glifosato y el riesgo de linfoma de Hodgkin.
Su respuesta fue que el único estudio de alta calidad no mostró evidencia de asociación a ningún nivel de exposición llegando a remarcar que “es poco probable que represente un riesgo carcinogénico para los humanos debido a la exposición a través de la dieta". Misma conclusión a la que llega la EPA (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos), que clasifica como “improbable carcinógeno para humanos teniendo en cuenta la evidencia en animales y humanos”.
La IARC (Agencia de Investigación sobre el Cáncer) lo clasifica en el grupo 2A como “probablemente carcinógeno en humanos” con evidencia limitada en humanos (no olvidemos que la IARC no tiene en cuenta el nivel de exposición).
La EFSA (la Autoridad Europea en Seguridad Alimentaria) ha evaluado más de 2400 estudios sobre este compuesto concluyendo que no representa un riesgo para el consumidor final. Algunos países, entre ellos España, han votado a favor para prorrogar el uso del glifosato por 10 años más en la UE a partir de los informes de ese organismo.
En definitiva, el glifosato vive en el punto de mira… y las evidencias sobre su seguridad en el consumidor se mantienen.
De dónde viene la polémica
La EFSA también ha indicado que, si bien no representa un peligro para aquellos que comemos frutas y verduras con tranquilidad, la cosa cambia para los agricultores. Exactamente igual que con otros fitosanitarios, quienes lo usan directamente en el campo, deben utilizar los equipos de protección indicados y almacenarlo bien identificado fuera del alcance de manos inexpertas. Lo habitual en este tipo de productos.
Otra de las polémicas viene por la pérdida de biodiversidad. Que es cierto… a medias, porque kilómetros y kilómetros de plantaciones humanas con o sin glifosato tampoco son el ideal de fomento de la biodiversidad. Por el momento, el herbicida más efectivo, más usado y con mejor balance beneficio-riesgo para agricultores y consumidores, seguirá entre nosotros.