Finales de agosto y viento de poniente, una dualidad peligrosa
Cuando llega la segunda mitad de agosto el riesgo de sufrir un día de poniente en la vertiente mediterránea peninsular crece de forma exponencial. En estas fechas se han vivido temperaturas extraordinarias.
El pasado sábado acabó la canícula, es decir, el tramo estadísticamente más caluroso del año en muchas zonas del país. No en todas. En la vertiente mediterránea podríamos decir que el periodo canicular se alarga más allá de la Virgen de Agosto, cuya conmemoración da carpetazo a las fechas más cálidas en gran parte del territorio, según dictan las series históricas.
Por allí, el período canicular caldea la superficie marítima y es justo en estas fechas, a mediados y finales de agosto, cuando expele más calor. Esto último se deja notar sobre todo cuando cae la noche en el litoral oriental peninsular y Baleares, alargando las temperaturas mínimas tropicales (iguales o superiores a los 20 ºC) a pesar del declive de las horas de sol. Las madrugadas de insomnio son molestas, pero en esta área preocupa más otro fenómeno que también se da cita en estas fechas: la eclosión del viento de poniente.
El viento del oeste se abre paso
Cuando llega la recta final de agosto, el chorro polar empieza a ganar intensidad gracias al descenso de temperaturas que se nota en el Ártico y su envolvente. El contraste entre ese aire frío septentrional, ya en aumento, y el cálido de latitudes medias va acelerando este río atmosférico que en otoño e invierno transporta numerosas borrascas hacia Europa occidental.
En estas fechas ya se van dejando notar estos centros de bajas presiones en la Península Ibérica, aún de forma muy leve pero suficiente para ir activando el viento de componente oeste. Cuando este último se abre paso hasta el Mediterráneo, el litoral oriental experimenta temperaturas muy altas, en muchos casos próximas a los 40 ºC e incluso superiores.
A los antecedentes nos remitimos
A finales del mes de agosto del año 2010, el viento de poniente progresó hasta Murcia, la Comunidad Valenciana, Cataluña y Baleares. En esta zona había además una masa de aire muy cálido que se alió con el efecto foehn. El viento procedente del Atlántico cruzó la Península y fue perdiendo progresivamente humedad hasta desembocar en las últimas sierras prelitorales, previas al mar Mediterráneo. Al descender de altitud, camino de la costa, el aire ya seco y cálido experimentó un aumento de presión que aún incrementó más su temperatura. Así se explica que la ciudad de Valencia el día 27 registrara 43 ºC, hoy récord absoluto, al igual que los 37.8 ºC del Aeropuerto de Barcelona.
Un gran número de observatorios litorales del este peninsular tienen en estos últimos días de agosto su temperatura máxima mensual. Es el caso del Aeropuerto de Murcia-San Javier, con 40 ºC el 18 de agosto de 1949, o del alicantino El Altet, que el día 22 de 1986 registró 39.8 ºC. Por eso, en estas zonas no se concibe el final de los registros caniculares hasta bastante más adelante. La amenaza del calor extremo continúa.