Febrero de 2019 muy seco y muy cálido
Dejamos atrás un mes excepcionalmente seco y cálido en la mayoría de las regiones, con dos
situaciones del sur que nos han acercado a valores extremos de temperatura para febrero. Veámoslo con detalle.
Iniciamos febrero con una situación claramente invernal, provocada por la borrasca Helena, con una entrada muy fría con precipitaciones importantes en el norte, muchas de ellas de nieve y temperaturas bajas. Pero dos entradas cálidas, tanto en altura como en superficie, han provocado dos episodios de temperaturas máximas muy superiores a lo normal. Curiosamente estas dos situaciones han sido debidas a dos borrascas, Isaias y Julia, que al no poder desplazar al anticiclón, dejaron a la Península Ibérica en el lado derecho de la vaguada con entrada de vientos del sur en todos los niveles.
Temperaturas altas
Los valores mínimos se podrían considerar casi como normales, algo elevados para la época del año; más bajos en los primeros días del mes en la mitad septentrional peninsular. Las heladas se han producido en zonas medias y en valles, ya que la inversión de temperatura, provocada por el anticiclón, ha impedido que en las áreas de montaña el termómetro descendiera de manera importante.
Por el contrario, las máximas han estado muy por encima de los valores medios para esta época del año en todo el país, destacando esos dos períodos cálidos, con uno entre el 12 y el 17 que llevó a los termómetros a superar los 25 ºC en puntos de Andalucía y de la Comunidad Valenciana y los 30 en Canarias. Y el segundo, entre el 21 y el 27, que afectó principalmente a la mitad norte de la Península, con valores que alcanzaron los 26 ºC en Orense, 27 en los aeropuertos de Santander y San Sebastián, los 28 en el de Pamplona y los 30 en Murcia capital.
Resulta destacable la amplia oscilación térmica diaria observada durante este mes, con observatorios que han llegado a tener hasta 27 ºC, como el de Molina de Aragón, entre la máxima y la mínima del mismo día.
Precipitaciones escasas
El claro dominio de las altas presiones sobre la mayoría del país, y además durante tantos días, ha provocado
que las precipitaciones hayan sido inferiores a lo normal. Solo durante los primeros días de febrero se produjeron lluvias y nieves en casi todas las regiones, pero esto solo fue un espejismo, ya que el resto del mes prácticamente ha quedado sin registros pluviométricos.
El porcentaje de la precipitación normal en febrero ha sido muy inferior, con valores menores al 25% en la mayoría del país, salvo zonas del sudeste peninsular, del norte de Canarias y el extremo más septentrional de la Península donde han estado rondando el 50%.
Consideraciones finales
Como observatorio de ejemplo voy a utilizar el de Getafe, donde me encuentro destinado, y con una serie de 70 años, desde 1949 a 2018, para darnos una idea de lo sucedido en este mes. La precipitación recogida, 4,2 l/m2, ha sido del 2% de la media y solo 8 años han tenido igual o menor cantidad.
Los 21 ºC de temperatura máximas absoluta colocan este febrero como el décimo más cálido de la serie y si nos fijamos en los valores medios de las máximas, con 15,9 ºC, ya solo es superado o igualado en tres ocasiones. Los valores mínimos entran en el rango de la normalidad, siempre siendo algo más elevados que los medios. Y la media de la temperatura, con 9,2 ºC, es el octavo mes más cálido de la serie.
También debemos tener en cuenta los efectos que ha provocado esta escasez de precipitaciones y los altos valores termométricos diurnos. Por un lado se ha producido un deshielo anticipado de las reservas hídricas en forma de nieve, que si bien han conseguido que los embalses hayan aumentado en 4 puntos porcentuales con respecto a finales de enero nos han dejado casi sin el blanco elemento como reserva, en caso de no tener nuevas nevadas de importancia en próximas fechas.
Y por otro, el porcentaje de humedad del suelo sobre su capacidad máxima ha disminuido en todas las regiones durante este mes, dejando valores inferiores al 20% en puntos del centro y sudeste peninsulares, así como en la mayoría del archipiélago canario. Solo el extremo norte de la Península se encuentra por encima del 80 %.
Estos valores tan escasos nos avisan de según sean las próximas precipitaciones podremos aprovechar o no el agua caída. Si se producen de forma continua el suelo podrá asimilarlo y según la cantidad incluso recuperar los acuíferos, pero si son fuertes y en poco tiempo, la tierra no podrá retenerlas, por lo que se perderán y su tan esperado efecto irrigador pasará casi desapercibido. ¿Será el comienzo de otra sequía? Pronto lo sabremos.